PARTICIPANTES: Paco
Z. Ricardo, Manuel D.
RECORRIDO: 12 km y desnivel acumulado de 786 m.
Salimos caminando del Acebuchal por el carril de Frigiliana
y al llegar a la fuerte curva, dejamos el carril para tomar una senda, a la
izquierda, que asciende por la pronunciada pendiente de la Loma del Fuerte, por
su vertiente oeste. Esta senda está muy pisada y está marcada con pintura azul
y amarilla, es fácil de seguir sin dificultad.
Llegamos al vértice
geodésico del Fuerte de Frigiliana y tras las fotos de rigor, seguimos la senda
de bajada hacia Frigiliana hasta el primer collado de la base del Fuerte, aquí
dejamos la senda y seguimos a la izquierda por una sendita poco marcada que
rodea el Fuerte por la vertiente este. Esta senda está poco transitada y es difícil
de recorrer porque el suelo es inestable y tiene muchas piedras sueltas. Está
marcada con pintura azul pero no es fácil de seguir. Al cruzar el Canalizo de
Santiago hay que tener mucho cuidado porque se cruzan unos cortados con mucha
piedra suelta.
Con mucha precaución conseguimos salvar los cortados del
Fuerte y llegamos al carril de la calera de los Tres Huevos. Aquí ya nos
relajamos y seguimos por el carril hasta la Ermita de Calixto que esta invadida
por la vegetación.
En vez de volver por el carril decidimos bajar campo a través
por la vertiente sur, nos costo un poco localizar la sendilla entre la maleza,
llegamos al cruce con el carril de la calera de los Tres Huevos y seguimos
bajando hacia el Acebuchal. Al llegar al carril más ancho, seguimos en
dirección al puerto de Páez Blanca, en la curva que hay antes de Venta Cebollero
tomamos una senda que sale a la derecha y que sube hasta el cortijo de Calixto.
Esta senda hacía años que no la usábamos porque estaba oculta por la maleza,
pero ahora está limpia y se recorre con facilidad.
Llegamos al cortijo a la dos y media y nos acomodamos debajo
de un gran pino, para comer y protegernos del fuerte calor. Comimos con calma,
porque corría una brisa que nos refrescaba y no teníamos ganas de salir otra
vez a sufrir el fuerte sol.
Después de dar buena cuenta de las viandas y los vinos, nos
armamos de valor y volvimos a coger la mochila para seguir hacia el Acebuchal.
Al llegar a Venta Cebollero nos encontramos con tres
ciclistas alemanes que nos indicaban, por señas, que no podían seguir su ruta
porque les picaban las abejas. Pensamos que era por el colmenar que hay a la
derecha. Como no los entendíamos, les indicamos por señas que nos siguieran y
llegamos a un reguero de agua que cruza el carril y que estaba plagado de
abejas, nosotros tres cruzamos la zona de abejas y ellos, que venían detrás, se
quedaron al otro lado y no querían cruzar. Ricardo lo resolvió en un momento, cruzo
la zona de abejas hasta donde se quedaron parados los alemanes, le quito a uno
la bici y la cruzo para el otro lado de las abejas, ya no tuvieron mas opciones
que cruzar, porque les faltaba una bicicleta. Cruzaron a toda prisa, se
montaron en las bicis y salieron pedaleando como alma que lleva el diablo.
Nosotros disfrutamos con la anécdota, pero ellos lo pasaron muy mal.
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