PARTICIPANTES: Antonio U, Paco Z, Paco H y Manuel D
RECORRIDO: 17 KM con desnivel acumulado de 850 m.
Aparcamos en el centro de Canillas y callejeamos para ir
hacia el cementerio y tomar la senda que nos lleva hacia el área recreativa del
río Turvilla. Cruzamos el río y seguimos por la senda que en fuerte pendiente
va ascendiendo por la Cuesta del Atajo.
Nada mas dejar el río encontramos una senda a la izquierda
que sube hacia una ruina de cortijo y al carril para luego bajar al Molino
Viejo, habrá que investigarla.
Continuando la ascensión por una senda bien trazada,
llegamos al carril, lo cruzamos y seguimos por la senda que sale enfrente y que
sigue ascendiendo hacia la cueva del agua que se encuentre en lo alto del
cerro.
Visitamos la cueva, que tiene la puerta abierta, pero no
entramos hasta el fondo. Volvimos al cortafuegos del cerro y bajamos hacia el
carril, al poco encontramos una senda que baja a la Fábrica de la Luz de
Canillas, la recorreremos en otra ocasión, seguimos por el carril y llegamos al
barranco del arroyo Ciquilías que tiene una fuente con abundante agua. Continuamos
por el carril luchando en cada barranco con el fuerte viento helado que no nos
dejaba avanzar.
Llegamos al Puerto de la Cruz del Muerto donde hay un cruce
de carriles y tomamos el que está señalizado como GR 249 en dirección a
Canillas, recorremos unos 300 m y encontramos un desvío a la izquierda, que
seguimos, porque era el track que llevaba en el GPS, aunque nos sacaba del GR
249.
Recorremos un kilometro por este camino poco usado, que bordea
el cerro Coscojar por la cara este y de pronto se termina el carril y nos
encontramos con un desnivel de 80 m para bajar al carril que vemos abajo. La
bajada es una fuerte pendiente con terreno suelto y un poco complicada para una
ruta normal.
Ya en el carril vimos otro desvío que sale a la derecha y
que asciende hacia el cerro Coscojar por su cara oeste, tal vez por aquí se pueda
conectar con el carril de arriba, para evitar la fuerte pendiente del este.
Paramos a comer tranquilamente, las nubes nos dejaron ver el
sol y la comida fue muy agradable con buenas y abundantes viandas y vinos.
Terminada la comida reanudamos la marcha por el carril, pero
nuestro espíritu aventurero nos llevo a dejar el carril y atrochar campo a
través y cruzar el arroyo de Melencia hasta conectar otra vez con el carril.
Como nos salió bien esta aventura, decidimos repetirla al
llegar a la curva del cortijo de Félix y nos encontramos con una senda de
herradura muy bien trazada y a tramos empedrada que nos llevó hasta la
carretera, justo enfrente de la calzada Romana. Por esta calzada bajamos al río
y subimos hacia Canillas para premiarnos con una cerveza bien fresquita y dar
por terminada la ruta.
Tendremos que investigar mas a fondo esta zona.
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