Participantes: Luis, Blas, Rafa, Pili, Paco Ponferrada, Manuel de Rincón, Paco Hernando, Lucía, Manolo, Victoria, Paco Zambrana, Antonio Usieto, Antonio Jiménez, Ricardo y Jesús.
Distancia recorrida: 8,4 km
Desnivel acumulado: 430 m
Desayuno en el Cruce de Benamargosa. Estaba cerrado, lo abrían a las 8, por eso hemos desayunado en el bar de al lado, con muchísima gente. Hubiéramos tardado menos esperando a las 8 en el Cruce. Buen pitufo con aceite, jamón, tomate, etc. A 3,20€.
Tenemos que dar la bienvenida al amigo Manuel de Rincón. Se encuentra mejor y parece decidido a unirse a las excursiones del grupo. Te recibimos con mucho cariño.
La excursión de hoy surgió hace
meses. Íbamos de Sedella hacia Salares y en el puente que dicen “Romano” de
Sedella encontramos a un muchacho de nuestra edad que venía de caminar con su
bastón. Él nos indicó que siguiendo la acequia a Salares que se cruza encima
del corral de la Herriza o de la Cuesta, en dirección norte, al contrario que a
Salares, había senda que llegaba al cortijo de la Hoya, y del cortijo, esto ya
lo conocíamos, regresar a Sedella por la loma Polear y pecho de Pedro, al
Molino y a Sedella. Nos picó la curiosidad, nos quedamos con la idea, y hoy,
pensando que era una excursión de medio día, hemos pretendido hacerla yendo
después a almorzar a Canillas de Aceituno.
Cuando se va tanta gente todo se
hace despacio. Saludos y más saludos en el aparcamiento del bar El Cruce. Luego
el contratiempo de tener que ir al bar de al lado, lleno de gente, con la
demora en el servicio. Y luego terminar el desayuno con el más lento para salir
hacia Sedella. En resumen, que nos hemos puesto a caminar en Sedella casi a las
9,30.
Con buen ánimo hemos enfilado a
la salida del pueblo hacia el puente, por esas calles blanquísimas, llenas de
macetas y con el curioso empedrado del suelo, y después de las fotografías de
grupo en el puente “Romano” hemos tomado la cuestecita con alegría. En el
corral de la Cuesta o de la Herriza la senda está tapada con ramas secas que
hay que rodear para seguir ascendiendo a la loma Vázquez. Esta loma, más bien
una cresta, siempre se toma con agrado porque es llana y permite descansar de
la subidita precedente.
Al llegar a la altura de la senda
a Salares hemos tomado en dirección opuesta por la sendilla que, enseguida nos
ha subido a la acequia. La senda por la acequia estaba como una autopista,
ascendiendo ligeramente y limpia. En un par de puntos donde hay rezumaderos de
agua hay que luchar con las zarzas y el emborrachacabras para abrir paso, pero
son pequeños contratiempos. Mientras, llevábamos el arroyo de la Hoya allá
abajo con el agradable sonido del agua. Esta Tejeda-Almijara siempre sorprende
por la cantidad de agua que acumula a pesar de la sequía.
Poco más adelante se unen un par
de cañadas con unos grandes tajos donde la acequia toma el agua, en un entorno
muy bonito, pero de allí no hay manera de continuar. Hemos vuelto por la
acequia hasta un puentecillo que daba acceso a una sendita que subía por la
ladera izquierda del valle, por la zona de monte Amparo. Está bien marcada
hasta unas bocas de minas de agua y de allí hacia arriba hay que ir adivinando
la huella de la senda entre los pinos y el matorral.
Cuando no se conoce una senda y
además está casi perdida se avanza despacio. Hemos seguido subiendo hasta los
1000 m, pero el cortijo quedaba aún muy lejos y no había modo de llegar a él y
volver a Sedella para almorzar. Hemos dado la vuelta y la exploración ha
quedado pendiente para un día con comida en las mochilas.
En las minas de agua hemos hecho
un pequeño Ángelus y ya, sin solución de continuidad, a la acequia, corral de
la Cuesta y puente “Romano” donde nos hemos reagrupado antes de entrar en el
pueblo.
Como hacía calor y había tiempo
se ha decidido tomar una cerveza en alguno de los bares de la plaza. Nos hemos
sentado a la sombra y allí, al fresquito, hemos tomado unas cervezas que nos
han sabido a gloria. Después a por los coches al lado de la fuente y a
Canillas.
Sobre las 14,15 entrábamos en La
Sociedad donde Manolo nos ha recibido. En la mesa nuevas cervezas, agua y vino,
con un par de platos de calabaza, riquísima, morcilla y chorizo picante. Luego
tres ensaladas “vivas” al decir de Manolo. Dos han preferido carne y los demás
chivo, con sus asaduras, su cabeza y la carne en dos fuentes de barro. Nos
hemos puesto bien, redondos, como merece la comida de hermandad mensual. Hemos
pagado 41€ y a los coches para regresar. Los conductores atentos a la carretera
y el resto durmiendo.
Un día con viento más bien
caliente, con sol, caluroso a pesar de ser más de mitad de octubre. Queda
pendiente continuar la exploración de la poco visible sendita.









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