jueves, 16 de octubre de 2025

MIÉRCOLES 15 DE OCTUBRE DE 2025: CAHORRO DEL GOLLIZNO

 Participantes: Fini, Antonio, Pilar, Joaquín, Luis, Blas, Pili, Paco Ponferrada, Jesús R., Lily, Lucía, Paco Zambrana y Jesús C.

Distancia recorrida: 10 km

Desnivel acumulado: 515 m

Hoy ha sido un día de recuperación de compañeros, por eso tenemos que dar la bienvenida de vuelta a Pilar, Joaquín y a Blas. También a Fini y Antonio a quienes no veíamos desde antes del verano.

Desayuno en Casa Juani. Tostadas grandes de buen pan. El camarero, desde la barra, atiende a todo el mundo.

Desde Casa Juani, a la entrada de Olivares, nos desplazamos hasta el inicio del sendero de Gollizno, poco más de 300 m en dirección norte, donde hay un aparcamiento muy bien `preparado. Partimos por el carril de inicio del sendero dejando atrás las últimas casas de Olivares, bajo la tutela del prominente cerro Bajo, y enseguida entramos en el bosque de ribera del río Frailes con sauces, almeces, fresnos y chopos, con zarzas, rosales, madreselvas y majuelos en el sotobosque, mientras los tajos a derecha e izquierda se van acercando dejando justo el paso para el Frailes, las sendas y alguna pequeña parcelita de antiguas huertas.

Se comienza a caminar por la margen derecha, pero pronto termina el carril junto a un puente por donde cruzamos a la margen izquierda, para seguir allí el trazado de una acequia con su chorro de agua. Abajo el río que, a pesar del estiaje, traía un buen caudal. Nos llamó la atención el color grisáceo del agua, pensamos que sería por alguna tormenta de hace pocos días, pero muy probablemente sea ese su color permanente porque aguas arriba atraviesa una larga zona terrosa de calizas.

Al lado de la senda está la fuente de Buenaventura y encima de ella, a la mediación del tajo, sobresale una formación de travertino fruto de algún manantialillo superior. El valle se va estrechando entre tremendos paredones. Poco antes de llegar a la parte más estrecha del cañón sale una senda hacia Tózar que no tomamos; habíamos venido a ver el cahorro, no olivares y tierra de labor.

La senda sube hasta el comienzo de un puente colgante que nos devuelve a la margen izquierda. El puente, entre esos enormes tajos, es una de las principales atracciones del recorrido, con el agua remansada allá abajo por la presa de la Luz. Por si fuera poco, el puente termina en un paredón donde se ha implementado un trozo de pasarela colgado de la pared que nos devuelve al lecho del río y a su bosque de ribera.

Continúan los tajos verticales a ambos lados del río hasta que la senda comienza a zigzaguear por la vertiente de la izquierda, ascendiendo con fuerza para sacarnos de las estrechuras del cauce. Senda antigua, empedrada y bien trazada aprovechando los mínimos espacios que deja el enorme tajo por el que sube. Tomamos un descansito en un mirador desde el que se tiene una bonita vista de la garganta allá abajo, mientras al noreste aparece Tózar, blanco, inmaculado, con sus olivares y tierras de labor.

Poco más adelante la senda llega a una cañada donde, al amor de un manantial, se ha instalado una bonita área recreativa, la fuente de la Corcuela. Entre la verde yedra y fresnos había unos buenos cornicabras con un precioso color otoñal.

La senda sube siguiendo el valle de la Corcuela, pero en este valle la humedad se restringe a la fuente, más arriba es un valle reseco con paratas aprovechadas por almendrillos y olivillos endebles. Como teníamos tiempo, Antonio dejó la senda y, a través de un olivar, nos acercó a los tajos de los Agujerones donde, en un abrigo, quedan muchas pinturas rupestres esquemáticas. Está vallado con una alambrada demasiado sencilla para la gente que por allí pasa. En algunos puntos la han roto para llegar hasta el abrigo. Nosotros intentamos divisar las pinturas desde la valla, y algunas se ven, aunque menos de las que indica el cartel explicativo puesto junto a la valla.

Hubo que apechugar con la subida valle arriba bajo un sol potente aún, hasta que alcanzamos el pinar donde la sombra nos ayudó a seguir con la cuesta que termina en un puertecillo justo debajo del castillo de Moclín. Teníamos el castillo, grande, recio, al oeste y la blanca ermita de Moclín al sur.

La senda marcha hacia la ermita y al llegar a ella aparecen todos los tejados de Moclín a nuestros pies. De la ermita, en vez de bajar al pueblo, fuimos hacia el enorme castillo y la iglesia a su pie. Aquí debió situarse el principio del pueblo de Moclín, dependiendo del castillo, y se encuentra el antiguo edificio del pósito, la iglesia de la Encarnación y el santuario del Cristo del Paño de gran devoción en Moclín y Granada.

El castillo está cerrado. Antonio sugirió llegarnos hasta una cantera de piedras de molino situada al oeste del cerro del castillo. Descendimos del cerro y le dimos la vuelta. Quedan trincheras de la Guerra Civil y una curiosa cantera donde se iban moldeando grandes columnas de piedra de las que se sacarían las piedras de molino. Alguna queda aún. Antonio se conoce bien estos tajos porque hay vías de escalada a las que viene con su familia.

Entramos en el blanco pueblo de Moclín con la intención de tomar una cerveza que nos redimiera del calor. El único bar está en la plaza, frente al ayuntamiento. Entramos en el bar pidiendo si podríamos utilizar unas mesas para tomar unas cervezas. Quien estaba detrás del mostrador, fregando unos vasos, no se dignó levantar la cabeza “si queréis cerveza os la sirvo en el mostrador, no en mesas”. Con este recibimiento le dijimos que se las quedara y nos marchamos.

Lo que quedaba era el descenso a Olivares, por una pendiente cuesta hormigonada que sale del pueblo, muy bien indicada. Paramos en un mirador al norte, hacia la grieta del Gollizno, y más abajo a otro mirador al este, hacia Olivares. Poco más abajo, en una zona con pinos al lado de una ermita, encontramos nuestro restaurante.

Nos acomodamos y principiamos con las frescas cervezas que nos supieron a gloria mientras se ponían en movimiento las chacinas y el atún listado que nos suele traer Blas. Tuvimos ensalada de rúcula, tortilla, bonito con pimiento y cebolla, solomillo con ajos, carne con espárragos y muchísimas cosas que olvido porque soy incapaz de retener todo lo que sale de 13 mochilas bien surtidas.

Nos quedaba menos de media hora hasta Olivares. Nos echamos al sol del camino, pasamos por una desangelada área recreativa y terminamos en el aparcamiento.

Una ruta muy bonita, variada, con garganta, fuentes, pinturas y cantera, además de castillo y pueblo, que se puede hacer bien hasta mediodía. Un muy bonito día, caluroso aún.

1.2. Entrando al Gollizno
1.4. Primer puente
1.6. Cascada de acequia
1.7. Travertino
1.8. Fuente de la Buena Ventura
1.9. Acercándonos al cahorro principal

1.11. Parte del grupo en la pasarela

1.13. Tajos y bosque de ribera
1.16. En el mirador de Tózar
1.17. Tózar y Mal Almuerzo desde el mirador
1.20. En la fuente de la Corcuela
1.28. Fotografiando el castillo de Moclín
1.29. El castillo de Moclín
1.30. Castillo de Moclín desde la ermita
1.31. Moclín desde la ermita
1.33. Al pie de la torre del castillo
1.34. En la cantera de piedras de molino



1.37. Reposo después del almuerzo




 

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