jueves, 23 de octubre de 2025

MIÉRCOLES 22 DE OCTUBRE DE 2025: SEDELLA, CORTIJO DE LA HOYA. INVESTIGACIÓN

Participantes: Luis, Blas, Rafa, Pili, Paco Ponferrada, Manuel de Rincón, Paco Hernando, Lucía, Manolo, Victoria, Paco Zambrana, Antonio Usieto, Antonio Jiménez, Ricardo y Jesús.

Distancia recorrida: 8,4 km

Desnivel acumulado: 430 m

Desayuno en el Cruce de Benamargosa. Estaba cerrado, lo abrían a las 8, por eso hemos desayunado en el bar de al lado, con muchísima gente. Hubiéramos tardado menos esperando a las 8 en el Cruce. Buen pitufo con aceite, jamón, tomate, etc. A 3,20€.

Tenemos que dar la bienvenida al amigo Manuel de Rincón. Se encuentra mejor y parece decidido a unirse a las excursiones del grupo. Te recibimos con mucho cariño.

La excursión de hoy surgió hace meses. Íbamos de Sedella hacia Salares y en el puente que dicen “Romano” de Sedella encontramos a un muchacho de nuestra edad que venía de caminar con su bastón. Él nos indicó que siguiendo la acequia a Salares que se cruza encima del corral de la Herriza o de la Cuesta, en dirección norte, al contrario que a Salares, había senda que llegaba al cortijo de la Hoya, y del cortijo, esto ya lo conocíamos, regresar a Sedella por la loma Polear y pecho de Pedro, al Molino y a Sedella. Nos picó la curiosidad, nos quedamos con la idea, y hoy, pensando que era una excursión de medio día, hemos pretendido hacerla yendo después a almorzar a Canillas de Aceituno.

Cuando se va tanta gente todo se hace despacio. Saludos y más saludos en el aparcamiento del bar El Cruce. Luego el contratiempo de tener que ir al bar de al lado, lleno de gente, con la demora en el servicio. Y luego terminar el desayuno con el más lento para salir hacia Sedella. En resumen, que nos hemos puesto a caminar en Sedella casi a las 9,30.

Con buen ánimo hemos enfilado a la salida del pueblo hacia el puente, por esas calles blanquísimas, llenas de macetas y con el curioso empedrado del suelo, y después de las fotografías de grupo en el puente “Romano” hemos tomado la cuestecita con alegría. En el corral de la Cuesta o de la Herriza la senda está tapada con ramas secas que hay que rodear para seguir ascendiendo a la loma Vázquez. Esta loma, más bien una cresta, siempre se toma con agrado porque es llana y permite descansar de la subidita precedente.

Al llegar a la altura de la senda a Salares hemos tomado en dirección opuesta por la sendilla que, enseguida nos ha subido a la acequia. La senda por la acequia estaba como una autopista, ascendiendo ligeramente y limpia. En un par de puntos donde hay rezumaderos de agua hay que luchar con las zarzas y el emborrachacabras para abrir paso, pero son pequeños contratiempos. Mientras, llevábamos el arroyo de la Hoya allá abajo con el agradable sonido del agua. Esta Tejeda-Almijara siempre sorprende por la cantidad de agua que acumula a pesar de la sequía.

Poco más adelante se unen un par de cañadas con unos grandes tajos donde la acequia toma el agua, en un entorno muy bonito, pero de allí no hay manera de continuar. Hemos vuelto por la acequia hasta un puentecillo que daba acceso a una sendita que subía por la ladera izquierda del valle, por la zona de monte Amparo. Está bien marcada hasta unas bocas de minas de agua y de allí hacia arriba hay que ir adivinando la huella de la senda entre los pinos y el matorral.

Cuando no se conoce una senda y además está casi perdida se avanza despacio. Hemos seguido subiendo hasta los 1000 m, pero el cortijo quedaba aún muy lejos y no había modo de llegar a él y volver a Sedella para almorzar. Hemos dado la vuelta y la exploración ha quedado pendiente para un día con comida en las mochilas.

En las minas de agua hemos hecho un pequeño Ángelus y ya, sin solución de continuidad, a la acequia, corral de la Cuesta y puente “Romano” donde nos hemos reagrupado antes de entrar en el pueblo.

Como hacía calor y había tiempo se ha decidido tomar una cerveza en alguno de los bares de la plaza. Nos hemos sentado a la sombra y allí, al fresquito, hemos tomado unas cervezas que nos han sabido a gloria. Después a por los coches al lado de la fuente y a Canillas.

Sobre las 14,15 entrábamos en La Sociedad donde Manolo nos ha recibido. En la mesa nuevas cervezas, agua y vino, con un par de platos de calabaza, riquísima, morcilla y chorizo picante. Luego tres ensaladas “vivas” al decir de Manolo. Dos han preferido carne y los demás chivo, con sus asaduras, su cabeza y la carne en dos fuentes de barro. Nos hemos puesto bien, redondos, como merece la comida de hermandad mensual. Hemos pagado 41€ y a los coches para regresar. Los conductores atentos a la carretera y el resto durmiendo.

Un día con viento más bien caliente, con sol, caluroso a pesar de ser más de mitad de octubre. Queda pendiente continuar la exploración de la poco visible sendita.

La Ruta
Por las calles de Sedella

El Puente Romano



Cortijo de la Cuesta

Por la acequia




Cascada inicio de la acequia. Regresamos no hay camino

Por la senda de subida al cortijo de la Hoya.
De regreso hacia Sedella






Por las calles de Sedella


Chivo en La Sociedad







jueves, 16 de octubre de 2025

MIÉRCOLES 15 DE OCTUBRE DE 2025: CAHORRO DEL GOLLIZNO

 Participantes: Fini, Antonio, Pilar, Joaquín, Luis, Blas, Pili, Paco Ponferrada, Jesús R., Lily, Lucía, Paco Zambrana y Jesús C.

Distancia recorrida: 10 km

Desnivel acumulado: 515 m

Hoy ha sido un día de recuperación de compañeros, por eso tenemos que dar la bienvenida de vuelta a Pilar, Joaquín y a Blas. También a Fini y Antonio a quienes no veíamos desde antes del verano.

Desayuno en Casa Juani. Tostadas grandes de buen pan. El camarero, desde la barra, atiende a todo el mundo.

Desde Casa Juani, a la entrada de Olivares, nos desplazamos hasta el inicio del sendero de Gollizno, poco más de 300 m en dirección norte, donde hay un aparcamiento muy bien `preparado. Partimos por el carril de inicio del sendero dejando atrás las últimas casas de Olivares, bajo la tutela del prominente cerro Bajo, y enseguida entramos en el bosque de ribera del río Frailes con sauces, almeces, fresnos y chopos, con zarzas, rosales, madreselvas y majuelos en el sotobosque, mientras los tajos a derecha e izquierda se van acercando dejando justo el paso para el Frailes, las sendas y alguna pequeña parcelita de antiguas huertas.

Se comienza a caminar por la margen derecha, pero pronto termina el carril junto a un puente por donde cruzamos a la margen izquierda, para seguir allí el trazado de una acequia con su chorro de agua. Abajo el río que, a pesar del estiaje, traía un buen caudal. Nos llamó la atención el color grisáceo del agua, pensamos que sería por alguna tormenta de hace pocos días, pero muy probablemente sea ese su color permanente porque aguas arriba atraviesa una larga zona terrosa de calizas.

Al lado de la senda está la fuente de Buenaventura y encima de ella, a la mediación del tajo, sobresale una formación de travertino fruto de algún manantialillo superior. El valle se va estrechando entre tremendos paredones. Poco antes de llegar a la parte más estrecha del cañón sale una senda hacia Tózar que no tomamos; habíamos venido a ver el cahorro, no olivares y tierra de labor.

La senda sube hasta el comienzo de un puente colgante que nos devuelve a la margen izquierda. El puente, entre esos enormes tajos, es una de las principales atracciones del recorrido, con el agua remansada allá abajo por la presa de la Luz. Por si fuera poco, el puente termina en un paredón donde se ha implementado un trozo de pasarela colgado de la pared que nos devuelve al lecho del río y a su bosque de ribera.

Continúan los tajos verticales a ambos lados del río hasta que la senda comienza a zigzaguear por la vertiente de la izquierda, ascendiendo con fuerza para sacarnos de las estrechuras del cauce. Senda antigua, empedrada y bien trazada aprovechando los mínimos espacios que deja el enorme tajo por el que sube. Tomamos un descansito en un mirador desde el que se tiene una bonita vista de la garganta allá abajo, mientras al noreste aparece Tózar, blanco, inmaculado, con sus olivares y tierras de labor.

Poco más adelante la senda llega a una cañada donde, al amor de un manantial, se ha instalado una bonita área recreativa, la fuente de la Corcuela. Entre la verde yedra y fresnos había unos buenos cornicabras con un precioso color otoñal.

La senda sube siguiendo el valle de la Corcuela, pero en este valle la humedad se restringe a la fuente, más arriba es un valle reseco con paratas aprovechadas por almendrillos y olivillos endebles. Como teníamos tiempo, Antonio dejó la senda y, a través de un olivar, nos acercó a los tajos de los Agujerones donde, en un abrigo, quedan muchas pinturas rupestres esquemáticas. Está vallado con una alambrada demasiado sencilla para la gente que por allí pasa. En algunos puntos la han roto para llegar hasta el abrigo. Nosotros intentamos divisar las pinturas desde la valla, y algunas se ven, aunque menos de las que indica el cartel explicativo puesto junto a la valla.

Hubo que apechugar con la subida valle arriba bajo un sol potente aún, hasta que alcanzamos el pinar donde la sombra nos ayudó a seguir con la cuesta que termina en un puertecillo justo debajo del castillo de Moclín. Teníamos el castillo, grande, recio, al oeste y la blanca ermita de Moclín al sur.

La senda marcha hacia la ermita y al llegar a ella aparecen todos los tejados de Moclín a nuestros pies. De la ermita, en vez de bajar al pueblo, fuimos hacia el enorme castillo y la iglesia a su pie. Aquí debió situarse el principio del pueblo de Moclín, dependiendo del castillo, y se encuentra el antiguo edificio del pósito, la iglesia de la Encarnación y el santuario del Cristo del Paño de gran devoción en Moclín y Granada.

El castillo está cerrado. Antonio sugirió llegarnos hasta una cantera de piedras de molino situada al oeste del cerro del castillo. Descendimos del cerro y le dimos la vuelta. Quedan trincheras de la Guerra Civil y una curiosa cantera donde se iban moldeando grandes columnas de piedra de las que se sacarían las piedras de molino. Alguna queda aún. Antonio se conoce bien estos tajos porque hay vías de escalada a las que viene con su familia.

Entramos en el blanco pueblo de Moclín con la intención de tomar una cerveza que nos redimiera del calor. El único bar está en la plaza, frente al ayuntamiento. Entramos en el bar pidiendo si podríamos utilizar unas mesas para tomar unas cervezas. Quien estaba detrás del mostrador, fregando unos vasos, no se dignó levantar la cabeza “si queréis cerveza os la sirvo en el mostrador, no en mesas”. Con este recibimiento le dijimos que se las quedara y nos marchamos.

Lo que quedaba era el descenso a Olivares, por una pendiente cuesta hormigonada que sale del pueblo, muy bien indicada. Paramos en un mirador al norte, hacia la grieta del Gollizno, y más abajo a otro mirador al este, hacia Olivares. Poco más abajo, en una zona con pinos al lado de una ermita, encontramos nuestro restaurante.

Nos acomodamos y principiamos con las frescas cervezas que nos supieron a gloria mientras se ponían en movimiento las chacinas y el atún listado que nos suele traer Blas. Tuvimos ensalada de rúcula, tortilla, bonito con pimiento y cebolla, solomillo con ajos, carne con espárragos y muchísimas cosas que olvido porque soy incapaz de retener todo lo que sale de 13 mochilas bien surtidas.

Nos quedaba menos de media hora hasta Olivares. Nos echamos al sol del camino, pasamos por una desangelada área recreativa y terminamos en el aparcamiento.

Una ruta muy bonita, variada, con garganta, fuentes, pinturas y cantera, además de castillo y pueblo, que se puede hacer bien hasta mediodía. Un muy bonito día, caluroso aún.

1.2. Entrando al Gollizno
1.4. Primer puente
1.6. Cascada de acequia
1.7. Travertino
1.8. Fuente de la Buena Ventura
1.9. Acercándonos al cahorro principal

1.11. Parte del grupo en la pasarela

1.13. Tajos y bosque de ribera
1.16. En el mirador de Tózar
1.17. Tózar y Mal Almuerzo desde el mirador
1.20. En la fuente de la Corcuela
1.28. Fotografiando el castillo de Moclín
1.29. El castillo de Moclín
1.30. Castillo de Moclín desde la ermita
1.31. Moclín desde la ermita
1.33. Al pie de la torre del castillo
1.34. En la cantera de piedras de molino



1.37. Reposo después del almuerzo




 

viernes, 10 de octubre de 2025

MIÉRCOLES 8 DE OCTUBRE DE 2025: GUÁJAR ALTO, GUINDALERA, CASTAÑO CENTENARIO DE JURITE

Participantes: Pili, Paco Ponferrada, Jesús R, Lucía, Manolo, Lily, Lola, Paco Zambrana y Jesús C.

Distancia recorrida: 15,5 km

Desnivel acumulado: 850 m

Desayuno en Casa Carmen, en Guájar Alto, poco antes de llegar a la plaza donde para el autobús. Tostadas grandes, con tomate y con jamón aceptable según los que lo tomaron. Nos invitó Zambrana por su cumpleaños. ¡¡¡ Muchas felicidades, Paco!!!

El hombre es capaz de colonizar cualquier zona por difícil que sea. Un caso claro es el valle de los Guájares, tan escarpado, tan reducido, que se diría que allí no se puede sobrevivir. Pues hay nada menos que tres pueblos dedicados hoy al aguacate y mango, en unas laderas y con unos bancales inverosímiles, llevando el agua desde lejos con acequias y tuberías. Unas condiciones muy penosas.

Después del buen desayuno comenzamos a caminar poco antes de las 9,30, saliendo de la plaza por una calle al sur, llana, que va hacia la escuela, con una hermosa fuente. La calle después desciende fuertemente, toca la carretera de entrada al pueblo y baja un poco más a cruzar el barranco del Curato. Desde el barranco sube, con algunos repechos potentes. Vamos por un carril hormigonado que se divide poco más arriba, yendo el de la izquierda, a la senda del río de la Toba, hacia Guájar Faragüit, por él volveremos, mas ahora tomamos a la derecha remontando una nave de ganado, entrando en unos olivares desde los que se tiene una bonita vista de Guájar Alto.

El carril se divide. Nosotros seguimos el de la izquierda, hormigonado, que desciende para cruzar los barrancos del Saucillo y de Juan Díaz, ambos sin agua, aunque en el cajero del carril hay plantas amantes de la humedad como la flor de viuda, indicando que esos barrancos traerán agua a poco que llueva. El agua de estos barrancos está explotada con unas grandes albercas que regarán los aguacates por los que pasamos.

Termina el hormigón y sigue el carril terrizo ascendiendo y haciéndonos sudar en esta mañana cálida, sin viento y sin sombra. El carril da una curva de casi 360º precisamente donde parte una senda al noreste por la que regresaremos. Poco más arriba dejamos el carril para tomar la senda de Jurite. Entramos en un pinar de pino carrasco que nos quita el sol.

La senda está muy bien trazada, con pendiente uniforme y relativamente suave. Lleva el valle del Cerrajón a la derecha, por una zona de pinos, con tajos en la caliza, algunos grandes. Una zona muy bonita unida a una senda agradable y sombreada porque además de los pinos, el cerro que llevamos a la izquierda nos protege. No se adivina por donde dejará la senda el valle, pues no se avista ningún puertecillo, pero en la parte del nacimiento del barranco deja la dirección sur para tomar la sureste, llega a un cortijillo medio abandonado y lleno de porquería, aunque es reciente, y desemboca en el carril de la Guindalera a la altura de las viñas de Calvente.

Las viñas estaban bien vendimiadas. A duras penas hemos encontrado algún redrojo para saciar la sed. Y con ese aporte de azúcares hemos continuado carril arriba acompañados por el sol. Hemos dejado a la derecha el ramal que va a Ítrabo y al valle del río Verde para continuar llaneando hasta el puertecillo al pie de la Guindalera.

Se ha discutido un poco si ir al castaño de Jurite primero y subir a la Guindalera después o ir primero a la Guindalera. Está última ha sido la opción elegida, así que nos hemos enfrentado a la empinada subida, despacio, cada uno a su ritmo. Unos redrojos de moscatel nos han dado un poco más de fuerza para llegar al vértice de la Guindalera, altura máxima de la ruta.

El siguiente objetivo era el gran castaño de Jurite. Por el carril al este hemos descendido para encontrarnos con unos bancales nuevos por donde antes iba la senda. Ahora hay que dar toda la vuelta al bancal superior y a una gran alberca metálica. Habrá allí alrededor de 2 ha. que suponemos, se plantarán de viña.

Hemos bajado a los cortijos de Jurite, cada vez más derruidos, y de allí al gran castaño. Siempre es una delicia contemplarlo, más ahora con las hojas verde brillante y los erizos a punto de abrir. Era temprano, alrededor de la una, pero bajo el castaño se estaba tan bien que hemos elegido esa sombra como restaurante. Chacina, pimientos asados y tomates ha sido el aperitivo, seguido de tortilla, ensalada de pasta y garbanzos con jibia después. Filetillos tiernos, solomillo con ajos y un par de excelentes quesos ha sido la terminación. Para beber, cervezas frescas y vinos del Bierzo y de Méntrida, tés y orujos.

Las viñas alrededor del castaño nos han provisto de unos buenos racimos de moscatel, le hemos dicho adiós al castaño que tan agradablemente nos ha cobijado y hemos partido hacia el puertecillo al pie de la Guindalera.  Luego por el carril que habíamos traído hemos sobrepasado las viñas de Calvente y hemos seguido descendiendo carril adelante por la cañada de la Cruz, al comienzo de la senda de Jurite y poco más abajo a tomar otra senda a la derecha, senda que no habíamos hollado.

Baja esa senda entre pinos hacia el norte hasta encontrar la del río de la Toba que va entre los Guájar Alto y Faragüit, senda que hemos tomado a la izquierda para descender al barranco de la Fuente Santa y a Guájar Alto.

En las sombrillas de Casa Carmen hemos tomado unos bien merecidos refrescos. Necesitábamos hidratación y descanso. Pili ha tenido a bien invitarnos porque el domingo será su santo, la Virgen del Pilar. ¡¡¡ Felicidades Pili!!!

Unas sendas muy bonitas y unos carriles con el sol aún implacable.

 

La Ruta

Saliendo de Guájar Alto


Empezando la senda de Jurite
Guájar Alto ya queda muy abajo


Erika multiflora, Brezo

Por el carril entre las viñas de Calvente
Subiendo la cuesta de la Guindalera
El vértice geodésico de la Guindalera
El cortijo de Jurite
El castaño centenario de Jurite

El restaurante
Meditando







Guájar Alto sigue muy bajo


Por la senda que une el carril con la senda del río de la Toba

Mirador de la Rebalosa
Por la senda del río de la Toba en dirección a Guájar Alto