Participantes: Luis, Blas, Pilar, Joaquín, Pili, Paco Ponferrada, Lucía, Manolo, Miguel, Antonio Usieto, Lily, Ricardo, Antonio de Fornes y Jesús.
Distancia recorrida: 16,2 km
Desnivel acumulado: 980 m
Partimos del principio de la
pista de los Llanos, al lado del arroyo del Tejar y por el cauce del arroyo
comenzamos a caminar soportando los ladridos de los perros de las casetillas instaladas
en el cauce. En vez de seguir por el arroyo del Tejar lo dejamos para tomar la
pista que sube a Pico Mijas, y la pista la dejamos para tomar la senda de Pecho
Redondo justo al pasar la cañada de la Cueva de San Antonio.
La senda está muy bien trazada,
asciende con pendiente uniforme por la ladera derecha de la cañada y paralela
al cauce. Aquí se conserva un bonito pinar y aquí nos dieron la bienvenida un
grupito de Ophrys fusca y algunos Narcissus gaditanus. La bonita
senda se nos complicó al entrar en el pinar quemado porque empezaron a aparecer
pinos caídos que tapaban la senda. Paco Ponferrada recortó las ramas del primer
pino para facilitar el paso, del segundo pino se encargó Joaquín y del tercero
Miguel, excelente cuadrilla de podadores, pero vinieron más y más pinos caídos
con muchísimo ramaje que no se podían recortar. Los sorteamos unos por arriba,
otros por abajo, siempre con dificultad en la empinada ladera.
No contábamos con el salto de
obstáculos de los pinos y eso nos retrasó la marcha. Una vez llegados al
cerrillo de en Medio tuvimos la senda casi despejada al cruce de la Torreta y a
las Piletas, donde paramos al Ángelus.
El personal no quería arrancar
del Ángelus, pero quedaba mucho camino por recorrer. En el vértice geodésico de
Pico Mijas hicimos las oportunas fotos y enseguida seguimos hacia cerro
Barrientos por la senda de montañeros de la cresta, con unas vistas preciosas a
sur y norte, pero con un piso dificultoso sobre todo desde el cerro del Púlpito
hacia puerto Hondo. Las gageas y el rusco animaron el camino.
En puerto Hondo tomamos el
carrilillo de subida a cerro Barrientos, carrilillo devenido en senda, que
facilitó el ascenso. Unas cuantas fotos en cerro Barrientos y vuelta al
carrilillo-senda que, por el encinar de la cresta, afortunadamente sin quemar,
nos bajó a la pista Alhaurín-Pico Mijas. Casi enfrente de donde desembocamos,
por debajo de la pista, sale un carrilillo, antes totalmente cubierto de tupido
encinar, pero ahora desbrozado y expedito para ser usado. Lo tomamos porque
termina un poquito más arriba de donde comienza la senda de las Canchas que era
nuestro objetivo.
Por la senda subimos al cerro de
las Cruces de Mendoza y nada más pasar la cresta encontramos el restaurante de
hoy con sol y algo de sombra de unas encinas. El sitio tenía unas vistas
excelentes al valle del Guadalhorce y a Málaga con su bahía, pero también al
este a la loma de Regalito, al puerto de la Encina allá abajo, a la llanura de
los Arenales a nuestra altura y más allá a los cerros del Moro con sus antenas,
Castillejo y Jabalcuza.
Tuvimos aperitivo de cortezas de
cerdo, chacina, lomo de bonito, dos recetas de boquerones en vinagre. Pasamos
después a los primeros platos de tres tipos de ensalada, espinacas con queso y
otras cosas que no recuerdo. Vinieron luego la caballa, el pollo, la carne de
cerdo y los filetillos tiernos, terminando con al menos tres tipos de queso.
Para beber cerveza fresquita, dos rosados, uno del Condado y otro de la Ribera,
y tintos del Bierzo y de Rioja. Almendras garrapiñadas, té y orujos.
Con el estómago bien reconfortado
comenzamos el descenso por la senda de las Canchas con vistas al Guadalhorce y
al barranco del Infierno. Terminó la zona quemada y entramos en el bosque de
pino carrasco del Pecho de los Condenados hasta el cruce de la Fuente del
Bosnio.
Jesús actuaba de guía y aquí se equivocó. En vez de tomar el carril-senda al noroeste, hacia las cuevas de Herrera, tomó una senda al norte que nos llevó hacia la cañada de las Palomas para entrar en Huertas Altas después de dar unas cuantas vueltas por las alambradas de las propiedades. No había vuelta atrás. Tomamos el camino de Ardalejos al oeste y por diversas sendillas fuimos ascendiendo hasta terminar en el comienzo de la pista de los Llanos. La equivocación supuso 1 km más y una subidilla de unos 60 m e ir por zona periurbana en vez de haber visitado las curiosas cuevas de Herrera y haber recorrido la vereda del Mesto con vistas a la Hoya de Vílchez y al blanco Alhaurín.
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