Participantes: Pili, Paco Ponferrada, Luis, Manuel de Rincón, Manolo, Lucía, Paco Zambrana, Antonio Usieto, Antonio de Fornes, Antonio Jiménez y Jesús.
Distancia recorrida: 11,3 km
Desnivel acumulado: 580 m
Desayuno en el Cruce con invitación de Pilar. FELICIDADES, PILAR y que sigamos celebrando tu cumpleaños muchos años más.
Primer miércoles del mes de abril.
Por tanto, día de caminata corta y comida en restaurante. Usieto tenía noticias
de que en Sedella habían abierto un buen restaurante y esa fue la razón que nos
llevó a Sedella y a preparar una ruta circular que, en parte, no la conocíamos.
Aparcamos entre la fuente y el
arco de entrada al pueblo, debajo del ayuntamiento, y de allí salimos
callejeando por Sedella, un pueblo que nos sorprendió por su limpieza, la
blancura de las casas y los dibujos con piedras de colores en las calles. Nos costó
un poco dar con la salida hacia el puente que llaman “Romano” porque fuimos por
unas calles no habituales, aunque más llanas y recomendables que las utilizadas
en otras ocasiones.
La salida hacia el puente es
espectacular. Se tiene la imponente Maroma ahí enfrente, recortada en el azul
del cielo, con algunas manchas de nieve de la borrasca Nelson que nos ha traído
un agua bendita en esta Semana Santa.
La mañana estaba tranquila,
serena, con el cielo despejado, el viento en calma y una temperatura excelente,
de modo que antes de llegar al puente ya parte del personal se había quitado
una capa de abrigo.
El puente está remozado y el río
de la Fuente bajaba un gran chorro de agua. En el puente había un paisano, más
o menos de nuestra edad, que había salido a dar un paseo y tenía ganas de
charla. Con él departimos un ratito sobre las sendas y la sierra. El hombre
había estado de cabrero en la cueva de la Tacita de Plata y a Antonio de Fornes
le dio noticias de un vaquero que Antonio conocía.
Pasamos el corral de la Cuesta y
en la loma Vázquez encontramos las primeras orquídeas de Anacamptis
papilionácea y el personal terminó de aligerarse de ropa. En esta loma
dejamos la senda que sube a Picaricos para tomar la que va hacia Salares
siguiendo la GR-249. Esa senda enlaza con una acequia que nace de la cañada
Perrera, va rodeando el cerro del Pino y termina en el estanque de Miniescalera
a donde llega un carril que tomamos y nos llevó a la pista del collado de la
Cruz del Muerto poco más arriba de la Era Altera.
Por la Era teníamos una
alternativa “corta” de la caminata que consistía en tomar el carril que pasa
por ella, después por la Era Bajera y entra a Salares por la parte más alta del
pueblo. Sin embargo, como era temprano, decidimos continuar por la ruta
“larga”, siguiendo hacia arriba, norte, la pista de la Cruz del Muerto.
Pasamos por encima del corral de
la Capellanía y por la zona del Juncal donde, en el arroyillo, hay un depósito
con fuente que hoy echaba agua; el arroyo de Salares también llevaba su buen
chorro de agua. ¡Qué alegría ver el agua corriendo por las cañadas después de
la tremenda sequía que hemos tenido!
En la solana de la Casa de Haro
sale un carril a la derecha, que tomamos, para bajar al depósito de agua y
helipuerto de la lucha contra incendios y, más abajo, al cortijo de la Casa de
Haro, ya en ruinas, donde termina el carril. Debió ser un gran cortijo a tenor
de los bancales de riego que tiene por debajo, por donde va la senda GR-249
hacia Salares. Esa senda desciende pronunciadamente a la cañada Fuente de los
Perros desde donde llanea al suroeste por la Umbría de la Casa de Haro, quizá
la parte más bonita del recorrido por su bosque de encinas, quejigos y
alcornoques, y por las hermosas vistas a la hoya del río de Salares y al mismo
pueblo.
Entra después la senda en la
ladera del Chaparral con el mismo boscaje hasta el puente “Árabe” de Salares
por donde llegamos al pueblo. Inesperadamente Manolo nos llevó hacia el bar Los
Arcos para tomar una cerveza. La hora era la adecuada y, aunque la paradita no
estaba en el programa, la agradecimos todos por refrescarnos y por coger un
ratito la silla. Paco Ponferrada nos invitó esta vez, también por su
cumpleaños, así que de nuevo ¡FELICIDADES! Esta vez a Paco.
Al final del aparcamiento de
Salares renunciamos a la carretera que en un santiamén nos hubiera llevado a
Sedella, y bajamos por un carril al río, hoy caudaloso, lo cruzamos, seguimos
un poquito más arriba para entrar en una senda olvidada, llena de hierba, por
donde nos llevaba el track que teníamos. Subimos por una ribacera para llegar a
una acequia por la que iba sendita en dirección a Sedella. Fuimos muy a gusto
un corto trecho, pero después tenía un derrumbe y abandonamos senda y track
para subir por un almendral yermo y luego por un empinado carril hasta la
carretera. La parte más dura de la ruta.
Terminado el tramo difícil
entramos a Sedella por la ermita cuando daban las dos. La hora justa. Dejamos
las mochilas en los coches y entramos en el restaurante El Chiringuito donde
teníamos nuestra mesa, la única, preparada con sus servilletas de tela, mantel
blanco y posa cubiertos.
Comenzamos con una botella de
manzanilla y unas cervezas que cuando aparecieron los callos y el revuelto de
morcilla del aperitivo ya las habíamos liquidado. Cambiamos a tinto de la zona
de Daroca y apuramos las dos botellas que de él tenía el restaurante con los
callos. Los platos principales fueron variados, pata de chivo o de conejo,
ciervo y civet, que pasamos con una magnum de la bodega de Laurent Rosillo de
Sedella. Postres de chocolate y queso que necesitaron una botella de vino de
Ronda.
Excelente cocina y excelente
servicio. Salimos encantados. Para volver en más ocasiones. Y como una buena
comida lleva a otra, Manuel de Rincón se ofreció a preparar para el primer
miércoles de mayo una rutita por los alrededores de Rincón con visita a las
cuevas del Tesoro y almuerzo de pescaíto en la playa. ¡Vivan las buenas ideas!
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