Participantes: Nori, Luis, Blas, Miguel de Alhaurín, Pili, Paco Ponferrada, Rafa, Miguel Gonzalez, Lucía, Lily, Manolo, Paco Zambrana, Antonio de Fornes, Antonio Usieto, Antonio Jiménez, Ricardo y Jesús.
Distancia recorrida: 9,2 km
Desnivel acumulado: 480 m
Desayuno en la gasolinera de Cajiz, buen pan a un precio razonable, buen servicio.
Primer miércoles de mes, por
tanto se programó una caminata corta con comida al terminar, esta vez en la
venta de La Loma de Cajiz. Nunca habíamos tenido una afluencia de jubilados tan
grande, 17 personas, ¡casi nada!¡todo un record! Quizá fuera porque había que
madrugar muy poco, porque la caminata era corta, porque el tiempo era bueno, o
simplemente porque todos teníamos ganas de un paseo tranquilo.
Partimos de la venta de La Loma
siguiendo la carretera de Cajiz a Iznate en sentido Iznate un corto trecho para
dejarla enseguida por un carril hormigonado que bajaba en dirección norte,
hacia el río de Iznate. El carril tiene una pendiente tremenda y va por lo alto
de un lomo, con cañadas a ambos lados, dando servicio a las casas a uno y otro
lado del carril hasta que termina en la última casa ya cerca del río. Desde
esta casa se marca en los mapas una sendita que zigzaguea al río, pero Manolo
que era quien dirigía la comitiva siguió el lomo bajando recto al río por una
empinadísima pendiente.
Después del vertiginoso descenso
tomamos el llano carril por el cauce del río Iznate como un paseo. Bajamos un
poco más en dirección a Iznate y pronto abandonamos el cauce para tomar el
camino de los Caseríos que, por el cauce de un arroyuelo afluente del Cajiz,
sube hacia las crestas circundantes. Este arroyuelo, como todos los de la
Axarquía, está perforado por múltiples pozos para aprovechar la poquita agua
que recogen.
En un colladito dejamos el camino
de los Caseríos por otro carril al norte hacia la cresta de la loma de Piedras
Blancas. Hasta aquí habíamos ido por valles más o menos cerrados, pero al
llegar a la loma comenzamos a disfrutar del precioso paisaje de la Axarquía que
ya no dejaríamos hasta terminar la ruta. La multitud de vallecillos y crestas,
el contraste de las casitas blancas con el terruño oscuro de la pizarra, los
paseros, el rompecabezas de parcelitas de viña, aguacate y mango, en una mañana
suave y serena, nos hizo sentir como si estuviéramos en el cielo. ¡Qué
magnífico panorama y qué placentera sensación!
Seguimos ahora la cresta de
Piedras Blancas al noroeste, teniendo abajo a un paisano cavando su viña que ya
tenía podada. ¿Cuánto tardarán esas viñas viejas en quedarse abandonadas?
Cultivar en esas empinadas laderas es algo que se terminará pronto, pero
mientras tanto disfrutamos de las hileras de vides limpias de hierba.
El objetivo era subir al cerro
Patarra bien prominente en la cresta por la que caminábamos y hacia allí nos
llevaba la sendita de la cresta en la que se convirtió el carril anterior. La
cresta del último tramo al llegar a Patarra divide los términos municipales de
Iznate a la izquierda, del de Vélez, a la derecha, que llega increíblemente
hasta aquí desde Triana.
Patarra tiene vértice geodésico y
en él hicimos multitud de fotos con cámaras y con móviles. Desde Patarra se
divisa perfectamente el siguiente objetivo: el cerro del Acebuchar al suroeste.
Hasta Patarra llega el sendero
SL-A 65 Almáchar-Cerro Patarra y por ese sendero descendimos a la cresta entre
Almáchar e Iznate, siguiendo después por el carril de la Cuesta del Olivar que
va separando las cuencas de los ríos Iznate y Almáchar. Carril casi llano, con
buen piso, propio para entablar conversaciones en grupitos. Y con ese talante
íbamos hasta que ya en la base del cerro Acebuchar Manolo se dio cuenta que el
ganado se le descarriaba y seguía por el carril. No obstante, con unos cuantos
gritos volvió al personal a la subida al Acebuchar por una viña antigua ya
inculta.
Como teníamos tiempo hicimos un
corto descanso en el Acebuchar, punto más alto de nuestra ruta con casi 530 m,
aunque sin vértice geodésico.
Desde el Acebuchar se veía la
venta de La Loma, nuestro objetivo final. Y la marca del camino de la Mojonera,
el que habíamos de seguir entre ambos puntos. Descendimos del cerro viña a
través y ya en el camino de la Mojonera continuó la tónica de charla en
grupitos mientras dejábamos a la derecha la hoya del arroyo de la Marquesita y
a la izquierda las hoyas de los arroyos Jacamón, Carrión e Iznate.
En la venta tomamos unas
cervecitas en el mostrador y en la explanada de fuera. Vino un cochecito casi
de juguete del que salieron un francés más grande que Paco Ponfe y su señora
también voluminosa. Y después de ese espectáculo pasamos al comedor. Tomamos
para compartir anchoas, chorizo frito y costillas y luego un plato para cada
uno que casi todos coincidimos en berza con pringá y bacalao. Para beber
comenzamos con unas botellas de vino de Toledo, rico, cambiamos a un garnacha
de la Rioja y erramos el tiro, terminando con otro que nos recomendó el
muchacho de la venta que entiende y cuida los vinos. Excelente comida a un
precio razonable, 32€ con las cervezas del principio, los postres y licores
finales. Para volver.
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