Participantes: Pili, Paco Ponferrada, Luis, Paco Hernando, Manolo, Lily, Antonio Usieto, Ricardo y Jesús.
Distancia recorrida: 11 km
Desnivel acumulado: 640 m
Desayuno en el bar El Cruce. Los consabidos pitufos con aceite o mantequilla a 3€.
Día 1 de marzo. Primer miércoles
de mes. Día de caminata reducida y comida en restaurante. No podía empezar
mejor este mes de marzo.
Aparcamos en el restaurante
Atalaya donde teníamos apalabrada la comida, así, después de comer, sólo
teníamos que montarnos en los coches y regresar. Una muy buena idea de
comienzo, en un día sereno, sin una nube, con el viento en calma, luminoso, con
un poquito de fresco en la mañana, ideal para caminar.
Partimos hacia abajo, para buscar
la crestita sobre la carretera de entrada a Comares y bajar a la barriada de
Los Ventorros, al cruce de carreteras a Málaga y a Riogordo.
Desde el cruce hemos ascendido a
Mazmullar por esa cara norte del cerro, tan bonita, con su senda antigua
empedrada y su feraz vegetación de algarrobos, encinas, coscojas, bayón, hierba
pedreguera, estepa blanca, con la zarzaparrilla trepando por doquier y algunas Ophrys
fusca floreciendo en el sotobosque.
Hemos disfrutado en Mazmullar de
los aljibes y de los silos para cereales, vino y aceite, de las excelentes
vistas y de los tajos contemplados desde arriba. Una fortaleza en toda regla.
Se cree que en Mazmullar estuvo la ciudad de Qámara, la residencia de verano de
Omar ben Hafsun. Abderramán III destruyó la ciudad, pero no pudo eliminar el
aljibe. Los supervivientes se trasladaron al vecino cerro donde crearon una
nueva villa de Qámara, la hoy Comares.
De Mazmullar hemos descendido
siguiendo la “ruta oficial” por la carretera de Riogordo para tomar el carril
que rodea Comares, muy por debajo, por el que hemos transitado de sur a norte,
descendiendo, tanto que más de uno le hemos preguntado a Manolo, nuestro guía,
si nos iba a llevar hasta el río.
El carril baja tanto para llegar
a la fuente de la Teja, la primera que hemos visitado. Del carril sale una
sendita hacia los imponentes tajos del noroeste de la sierra, cerro más bien,
de Andualla, y entre enormes pedruscos está el nacimiento, muy bonito, en un
lugar umbrío, agradabilísimo. Parece que el agua se ha empleado siempre para el
riego, se recoge en un depósito y no hay manera de echar un trago de ella.
El carril sigue rodeando los
acantilados del norte de Andualla, ascendiendo con fuerza y acercándose al
pueblo.
En el valle entre el cerro de
Comares y el de Andualla, dando al norte, está la fuente Delgada, nombre
derivado de su escaso caudal, según unos, y de su fino paladar según otros.
Aledaño tiene un aljibe que indica la preocupación de los comareños por retener
el agua, cosa natural dada su situación. No tiene chorro de donde beber.
Poco más adelante, ya bajo los
enormes tajos de Comares, está la fuente Gorda, con su chorro de agua para
beber y para llenar los abrevaderos bajo ella.
De la fuente Gorda parte el
antiguo sendero de acceso a Comares por el norte, limpio, con pasamanos de
cuerda a modo de quitamiedos, que se acerca primero a alguna vía ferrata y
luego a la entrada del pueblo por la llamada puerta de Vélez. Un camino
delicioso, de piedras desgastadas por el uso centenario, a la sombra de los
tajos de Comares. Uno se imagina a los comareños volviendo de sus faenas
echando en ese repecho sus últimas fuerzas del día, pero sobre todo a las
comareñas subiendo y bajando a por agua de la fuente Gorda, cargadas con los
cántaros por esos bruscos escalones.
Hemos dado una vuelta por el
cementerio y por el blanquísimo pueblo hasta el siguiente objetivo: tomar una
cervecita en la plaza del pueblo. Cervezas para la mayoría y vino blanco para
los menos, con un par de raciones de migas que han resultado demasiado
tostadas.
Nos quedaba el hito principal de
la jornada: la comida de hermandad. Aposentados en el restaurante Atalaya hemos
pedido ensalada, croquetas y migas (el día iba de migas) de aperitivo y un
plato principal de choto con salsa de almendras para algunos y pluma ibérica
para otros. Hemos comido francamente bien, hemos despachado 3 botellitas de
Ribera, cafés y postres. Todo por 35€.
Un día excelente, inmejorable,
tanto que ha habido alguna propuesta para hacer estas celebraciones quincenales
en vez de mensuales. Un 10 para Manolo que la ha preparado.
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