Cueva de Nerja- Tragalamocha-Collado del Apretadero-Coladilla. 6 de abril de 2021.
Participantes: Lucía, Luci, Manolo, Antonio, Paco y Jesús.
Distancia recorrida: 13 km
Desnivel acumulado: 800 m
Partimos poco más de las 8 a esta excursión novedosa. La primera parte, la subida a Tragalamocha, era nueva para todos y la bajada por el barranco de la Coladilla algunos la teníamos olvidada.
Manolo llevaba el track y dirigía el grupo. Nos metió por una sendilla casi inapreciable, entre unas mimosas, debajo del hotel Al-Andalus. La sendilla se amplió y con ella bajamos al barranco de la Coladilla para cruzar a la orilla derecha, al otro lado de la autovía. Continuamos por una vía de servicio paralelos a la autovía en dirección a Capistrano hasta que se acabó el asfalto y comenzó la senda por un vallecillo que se abre en la parte sur del cerro Tragalamocha.
El valle conserva las antiguas paratas de cultivo y una casilla de aperos. Está completamente cubierto de pinos, con muchísimos pinos nuevos formando un bosque impenetrable. La senda, bien marcada, nos llevó por el valle saliendo después al este, a dar vista al valle de la Coladilla. Ya teníamos ganas de que nos diera el sol y de ver algo más que pinos.
Antonio tomó el testigo para subirnos por un cortafuegos a lo alto del lomo del Tragalamocha. Allí encontramos la senda que sube desde Capistrano y con ella continuamos al norte por toda la cresta, con unas vistas magníficas.
Llegamos a la parte alta del Tragalamocha. La cresta hacia el norte se presentaba como un sube y baja: bajar a un collado y subir a un cerro, y así sucesivamente. El primer cerro siguiente, algo más alto que el Tragalamocha, era el Boniato. En él nos unimos a la sendilla que viene desde el collado de los Bojes, continuando por los riscos de la cresta. Una bajada notable y una subida más notable aún al cerro Mangüeno o Juan Bueno, altura máxima y lugar para tomar un ligero piscolabis.
Descenso a un profundo collado y ascensos y descensos sucesivos hasta la Morra de la Víbora donde se une la senda que viene desde la central de Salto Grande. Y desde allí, con la misma tónica de sube y baja, al collado del Apretadero en la Cuesta de los Galgos.
Terminamos la caminata por las crestas con calor. Necesitábamos sombra. La sombra que faltaba en toda la cresta la tuvimos en el Pinarillo. Y del Pinarillo continuamos a la cueva del homónima por la cañadita que hay detrás de los servicios. La bajada es complicada por lo empinada, por los saltos y por la maleza, pero llegar a la grandiosa y espectacular cueva compensó el trabajoso descenso. ¡Qué oquedad!¡Qué paredones!¡Qué piedras pulidas por el agua! Magnífica cueva.
Continuamos por el lecho de la Coladilla, con acantilados verticales a uno y otro lado, y con matorrales que apenas dejan paso. En esa umbría todo crece hacia arriba en busca de la luz y todo es grande. Los pinos y eucaliptos, enormes, rectos, altísimos, los lentiscos, cornicabras, bayón, mirto, rusco, romero, aulaga… todos desmesurados, y muchos cubiertos por candiles, zarzaparrillas y nuezas.
La senda está muy poco utilizada hasta la primera presa. Una vez sobrepasada la presa, por la izquierda, con una gran subida y bajada, la senda ya está muy marcada. Y tanto más cuanto más abajo. Asombrosos paredones, cuevas, estalactitas, adornan todo el barranco haciéndolo espectacular.
Siguiendo el track de Manolo salimos del barranco por la sendita adecuada, saboreamos un poco de la pista al Pinarillo bajo el sol del mediodía y llegamos a los coches con ganas de dejar las mochilas y marchar al bar cercano a refrescar el gaznate con una cerveza.
Nos sirvieron unas jarras, heladitas, deliciosas. Con ellas pasamos unos platitos de chistorra que nos supieron a gloria. Y aquí paz y después gloria. Con el estómago repuesto marchamos contentos a casa habiendo disfrutado de un día delicioso.
Una ruta para repetir, aunque no en verano.
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