Participantes: Manuel de Rincón, Manolo, Miguel Ángel, Paco Zambrana, Antonio Usieto y Jesús.
Distancia recorrida: 18 km
Desnivel acumulado: 820 m
Desayuno en el bar Los Rombos de Vélez. Paco Hernando ha tenido la gentileza de acompañarnos en el desayuno. Buen pan y buen aceite. Miguel Ángel nos ha invitado al desayuno. ¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!! Esperamos devolverte la invitación aquí este verano o en Mozambique.
Al lado del bar Los Rombos hemos
dejado los coches y de allí hemos partido hacia arriba por la calle Arroyo
Hondo y luego por la Arroyo de la Molineta hasta llegar a lo alto, al colegio
de La Gloria. Paco Hernando nos había advertido de rodear el colegio por la
izquierda, por la puerta principal. Le hemos hecho caso y el carrilillo por la
tapia del colegio, después de cruzar la carretera a La Fortaleza, nos ha dejado
en el principio del carril a cerro Beas.
El carril baja a cruzar el arroyo
Primero a la altura del Rancho Monterrey, entre aguacates y mangos, para luego
remontar a la loma que separa los valles del arroyo Primero a la derecha y del
arroyo Riachuelo a la izquierda, hasta la loma de la Ventilla que sería ya la
que nos llevaría a cerro Beas.
El día estaba muy frío, uno de
los días duros de nuestro invierno, acompañado de viento fuerte. Para entrar en
calor no había otra que apretar el paso cuesta arriba, por los múltiples
chalets de La Ventilla, acompañados de los ladridos de los perros que se
animaban unos a otros.
La loma de la Ventilla se
prolonga hacia La Dehesa donde quedan algunos cortijillos antiguos muy bonitos
y cuidados, con su encalado reciente y las ventanas azules. En el primer
puertecillo de la zona de La Dehesa, la Tejeda con La Maroma han aparecido repletitas
de nieve, entre el azul del cielo y el verde de las laderas, en una estampa
preciosa.
Esta ha sido nuestra primera
parada, y no larga porque en el puertecillo el vendaval frío se dejaba notar.
Hasta entonces habíamos caminado de espaldas al mar y con la Tejeda oculta por
la misma ladera por donde subíamos. A partir del puertecillo el mar y la Tejeda
nos han acompañado uno a la izquierda y la otra a la derecha.
Las últimas rampas de cerro Beas
son especialmente empinadas. Hemos tenido que aflojar el paso para acomodar
nuestras fuerzas a tamaña pendiente y suspender, en parte, las conversaciones.
Al lado del vértice de cerro
Beas, después de la sesión de fotos, hemos hecho un frugal Ángelus al abrigo de
una casetilla, mientras contemplábamos el cerro Benthomiz, justo enfrente, y el
caserío de Arenas. Ha salido a colación la posibilidad de unir los cerros Beas
y Benthomiz en una misma caminata. Larguísima y con mucho desnivel. Hemos
aparcado la idea.
De cerro Beas hemos ido hacia el
oeste, por la cresta, al lado de un gran chalet cerrado que unos olivareros nos
han dicho que era de un holandés, para bajar más adelante al carril que va por
la cara norte de la cresta, con preciosas vistas a la Tejeda, a Canillas de
Aceituno y al valle del río Rubite, cuajadito de casitas y frutales.
El carril pasa por un cortijo
antiguo lleno de porquerías varias y de perros. Allí estaba sin faltar a su
cita la tremenda jauría ladrando sin parar, con algún perrillo que se nos
acercaba ladrando también, con mala cara, sin que los dueños del cortijo que
estaban allí se dignaran llamar al perro.
El carril llega al puerto del
Collado y hemos tomado dirección sur descendiendo a la lejana Vélez, por la
cabecera del arroyo del Mineral, para luego seguir bajando por la cresta que
separa los arroyos del Mineral a la derecha del Hondo a la izquierda. El Hondo
desemboca en el Mineral y nuestro carril continúa bajando llevando a la derecha
el arroyo del Mineral, en una de las pocas zonas llanas de esta enrevesada
orografía.
Por un antiguo polígono
industrial establecido en los cauces de los arroyos Primero y del Mineral
entramos en la zona urbana de Vélez que nos recibe con el barrio de la Cruz del
Cordero y con la calle homónima que se continúa con la Salvador Rueda. Usieto,
buen conocedor de Vélez, nos ha hecho dejar la Salvador Rueda para bajar por la
Félix Lomas, con el convento de las Carmelitas, a la llamada Tribuna de los
Pobres. Usieto no da puntada sin hilo. Su intención era haber parado en un bar
que él conocía al lado de la Tribuna, con tan mala suerte que cierra los lunes,
así que sin más hemos enfilado a nuestro bar Los Rombos, donde entre vinos y
cervezas hemos despachado una ración de magro con tomate y otra de asadura. 5€
cada uno, muy buen precio.
Excelente día, con muy buena
visibilidad, con frío para hacernos caminar deprisa, y con unas vistas
espectaculares a la Tejeda nevada.

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