Participantes: Pili, Paco Ponferrada, Rafa, Manolo, Lily, Paco Zambrana, Antonio de Fornes, Antonio Usieto y Jesús.
Distancia recorrida: 7 km
Desnivel acumulado: 400 m
Desayuno de la gasolinera de Nerja. Mejor servicio que otras veces. A 3,5€
El día se presentaba problemático
por la lluvia. Se había programado una excursión para todo el día, Cueva de
Nerja-Cerro de los Machos-Pinarillo, pero daban agua con seguridad a partir de las 14, y con alta probabilidad chaparrones pequeños antes. En el desayuno se
discutieron varias alternativas y al final se decidió hacer la ruta del
encabezamiento por no ser demasiado pedregosa.
Partimos del aparcamiento al lado
de la ermita del Acebuchal en una mañana nublada, con algún pequeño clarito,
cálida y sin viento, subiendo por la sendita paralela al barranco de Nazario.
La sendita es bastante empinada, de modo que quien se abrigó en el Acebuchal se
desabrigó en la subida. Nos recibieron las olivillas (Cneorum ticcocon)
en flor, una planta que sólo la tenemos en las costas de Málaga y Granada.
En la cresta dimos vista al valle
del Patamalara y a la loma de Juliana cortada por una senda. Enseguida Manolo
propuso recorrerla un día.
Con el Anthyllis tejedensis
en flor alegrándonos la cresta llegamos al colladito que precede al cerro
Panduro marcado por un prominente pino. Como la subidita se nos había hecho
corta decidimos subir al cerro que teníamos al norte creyendo que estábamos en
el collado Panduro y que ese cerro era el Verde. La subida, siguiendo una
veredilla mal marcada, era muy empinada, pero como veíamos los peñascos de la
cumbre cercanos nos animamos a llegar a ellos. Resultó que el cerro tenía como
tres cumbres y desde la más al norte claramente vimos que teníamos a nuestros
pies el collado Panduro y enfrente el cerro Verde. Habíamos subido al cerro
Panduro.
La bajada fue más dificultosa que
la subida. La hicimos por la cresta al este y cuando nos pareció descendimos de
la cresta a buscar la senda que rodea al cerro Panduro. Unos bajaron por la
ladera sur y otros por la norte. Mal por los dos sitios. Comenzó a chispear.
Cuando nos volvimos a unir los dos grupos sacamos paraguas e impermeables antes
de reanudar la marcha hacia el collado Panduro.
En el collado la niebla cubría el
cerro Verde: la excusa perfecta para no subir a él. Continuamos por la senda
hasta que termina en el carrilillo por la ladera oeste del Verde. En el
carrilillo nos sorprendió la cantidad de piedras que había traído un barranquillo
desde el Verde, estaba el camino completamente lleno de las piedras.
Del puerto de Páez Blanca tomamos
el carril que desciende al arroyo del Acebuchal. Allí nos ofreció sus escapos
floridos la Iberis saxatilis subsp. cinérea, otra especie típica
de las dolomías.
El carril por debajo de la venta
Cebollero estaba también arruinado por el agua, sin embargo el cauce del arroyo
por debajo del carril había sido limpiado de maleza y las adelfas podadas
haciendo la caminata por el arroyo más confortable si cabe. A los lados del
cauce vimos varias Ophrys fusca ya pasaditas y más abajo algunos rodales
del bello narciso gaditano con sus flores amarillo brillante.
Hacia las 12,30 estábamos
sentados en el bar del Acebuchal a resguardo de la lluvia. En principio
queríamos tomar un vino y marchar, pero con la cervecita primera sacamos unas
migas, unos platitos de morcilla y chorizo y unas papas a lo pobre. Claro tuvimos
que pedir una segunda ronda de bebida: un par de botellitas de vino de los
Montes de Málaga y más migas. Después, como al pareces nos faltaba proteína,
tres patitas de cordero al horno. Así que el aperitivo inicial se convirtió en
una comida en toda regla.
Un excelente día.
Por cierto, en la ladera encima
del aparcamiento hay una serie de pedruscos en equilibrio precario que el mejor
día caen. Cuidado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario