domingo, 8 de diciembre de 2024

SABADO 7 DE DICIEMBRE 2024: MOLVÍZAR, GUINDALERA, CASTAÑO DE JURITE

Participantes de Granada: Pili, Javier, Manolo Titos, Antonio Muñoz y Fini

Participantes de Málaga: Germán, Paco Ruiz, Lucia, Manolo y Jesús

Distancia recorrida: 20 km

Desnivel acumulado: 1170 m

Desayuno en el bar Camelia, con buenas tostadas y algún café segundo; a 2,6€. Estos precios ya no se ven.

Del bar Camelia volvimos a la plaza y por la calle Fuentes salimos del pueblo hacia el cementerio cruzando el barranco del Pueblo, sin agua en este punto.

La excursión por la sierra del Chaparral siempre es muy agradable y bonita, pero tiene dos tramos tediosos: la salida del pueblo a la senda por el pie de la sierra y el regreso desde esa senda por el pie de la sierra hasta Molvízar.

Tomamos el carril del cementerio con resignación, con sus empinadas cuestas, su hormigón en los puntos más conflictivos y los ladridos de los perros de las casas por las que pasamos, con alguna ventolera fuerte. Estaban anunciadas rachas de viento de hasta 60 km/h y temíamos que arriba, en la cresta, nos dificultara y estropeara el disfrute de las vistas.

Al llegar al carril de arriba, el que separa la zona de cultivos de la sierra, en la cañadita que se cruza, habían limpiado las zarzas y dejado al descubierto una fuente con sus escaleritas de bajada. Como es una zona húmeda, sino se limpia un par de veces al año las zarzas volverán a tapar la fuente.

Al tomar la senda por el pie de la sierra comienza la fiesta, la diversión, para el caminante porque la senda tiene un excelente piso y está muy bien trazada, permitiendo disfrutar a placer de la llanura costera, de Salobreña, de las casas de Molvízar y del azul del mar. Y ese excelente tipo de senda era el que nos aguardaba en todo el recorrido.

Paramos en el mirador del barranco del Búho, donde han restituido un cartel informativo que estaba ilegible. Vimos desde allí la situación de los cerros Vázquez y Espartinas y la loma de la Cera.

Del mirador entramos en la cuesta más fuerte y prolongada del recorrido. Pusimos a Titos en cabeza porque ha pasado una mala temporada con su cadera y aún no la tiene recuperada del todo. Manolo marcó un ritmo tranquilo pero constante, que nos permitió subir continuando con las charlas, sin el agobio de otras veces que nos quedamos sin resuello.

Parte de los granadinos y Germán no conocían esta senda y al llegar a la cresta, cuando se abre el panorama al norte, se quedaron extasiados con la hermosa vista de Guájares, sierra de Lújar y sobre todo, la inmensa Sierra Nevada con el caballo, cerrillo Redondo y el Mulhacén con su capucha blanca de nieve

Se nos había hecho la hora del Ángelus y en el primer recoveco que nos protegía del viento hicimos la consabida paradita. Los granadinos nos obsequiaron con carne de membrillo recién hecha y con torta de azúcar tiernecita.

Por la Cuerda de los Jarales continuamos disfrutando de esas vistas únicas a sur y a norte. En la Ventana de los Guájares hicimos la tradicional parada y sesión de fotos y poco más adelante llegamos al mirador del Minchar, el punto más alto de la cresta, donde se abre el panorama al oeste y desde donde divisamos trocitos de senda por el barranco del Minchar.

En el collado del Minchar dejamos a la izquierda la ruta corta de regreso a Molvízar y entramos en esa senda de montañero que sube a pecho el primer cerrillo para llegar al llanillo donde terminan las calizas y comienzan los esquistos. Comienza también una vegetación más tupida y los cultivos de viña principalmente.

Apechugamos con el carrilillo hormigonado que une el primer cortijillo con el segundo y ya arriba comenzó a oírse un ruido de motor. Creímos sería de algún helicóptero, pero al poco descubrimos que provenía de un tractor de cadenas que estaba haciendo unos bancalillos en antiguas viñas y terrenos incultos. Asignamos esa iniciativa a Bodegas Calvente, aunque sin otra base que nuestra imaginación.

Nos acercamos a saludar al vértice geodésico de la Guindalera y retornamos para iniciar el descenso como si fuéramos a Guájar Bajo. Un compañero de trabajo había informado a Javier de la existencia de un castaño centenario, el castaño de Jurite, allí cerca y queríamos visitarlo.

Del carril principal tomamos a la izquierda el que baja a los derruidos cortijos de Jurite y por un carrilillo al este llegamos al magnífico, extraordinario, castaño de Jurite. Es un ejemplar enorme, con el troncazo bastante alto y adornado con una corteza romboidea. No es demasiado alto y tiene la particularidad de que sus ramas se han doblado hacia el suelo, se han apoyado en él y han tornado otra vez hacia arriba, de modo que de lejos parece como si fuera un árbol principal y otros menores a su alrededor. ¡Tantas veces como hemos venido a la Guindalera y hemos pasado por el carril a Guájar Bajo y no sabíamos de su existencia! Desde ahora se convierte en visita obligada

Debajo del castaño era el lugar ideal para comer, pero el viento, aunque no muy fuerte, nos hizo desistir y buscar abrigo en un carasol del cortijo de Jurite. Nos acomodamos, los más viejos soportando la pared del cortijo, y comenzaron los aperitivos con langostinos, ensalada de aguacate y pepino, chorizo y cecina de León, y morcilla granadina, que tuvieron como acompañamiento un Albariño fresquito. Pasaron después un par de tortillas, pasta con tomate y bonito con mayonesa seguidas sin solución de continuidad por las carnes: costilla de cerdo, lomo a la sal, filetillos tiernos y quizá alguna cosa que olvido. Unos buenos tintos de Toro y Somontano acompañaron al condumio. Vino después el queso y de postre arándanos con chocolate, chocolate crujiente, té de la sierra y orujito blanco. Magnífica comida, demasiada, porque sobró de todo. No nos acostumbramos a que todo el mundo trae algo, de modo que las raciones deben ser pequeñas, para uno, no pensando en que vamos a alimentar al resto del grupo.

Por detrás del cortijo de Jurite parte un carril atravesando uno de los viñedos de Calvente. Equivocadamente entramos por él y Antonio nos tuvo que sacar campo a través hasta el carril correcto que iba unos metros más abajo. Teníamos que haber bajado un poco del cortijo de Jurite para tomar este carril que es continuación del que bajamos hasta el cortijo.

El carril nos llevó al collado donde se cruzan los carriles al sur, Ítrabo y Molvízar, y al norte, los Guájares. Tomamos el del sur para, un poco más abajo, dejar el principal que baja al Nacimiento y tomar el que asciende un poco al sur y baja luego por la ladera derecha del barranco del Pueblo. Cuanto más baja el carrilillo más estropeado está arroyado por las aguas, por eso, al llegar a la senda, se agradece la mejora del piso hasta el cercano carril de la base de la sierra donde desemboca a la altura del mirador de las Minas.

Como quedaba poca luz decidimos buscar el carril de las minas a Molvízar en vez de la senda por el barranco del Pueblo que nos gusta más, pero temíamos que fuese más dificultosa con poca luz.

Molvízar nos recibió con sus luces encendidas y una fuente para saciar la sed. Pero la fuente no fue suficiente porque al pasar por el bar Camelia entramos a por un refresco que el dueño del bar acompañó con unas buenas tapas de callos, calentitos, con su pringá, y garbanzos finísimos. Exquisita tapa para acompañar las cervezas y refrescos. Este bar Camelia nos recibe y nos despide de Molvízar. Y lo seguirá haciendo porque nos pone buenas cosas a precios más que razonables.

La Ruta




En el mirador de la Vega Tropical



Llegando a la ventana de los Guájares

Guájar-Faragüit y Sierra Nevada

Vértice Geodésico de la Guindalera (1.073 m)
Bajando hacia el cortijo de Jurite
Llegando al castaño de Jurite
Castaño centenario de Jurite


cinco personas para abrazarlo


Comida en el cortijo de Jurite
La Guindalera al fondo




Llegada nocturna a Molvízar









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