Participantes: Pili, Paco
Ponferrada, Jesús R., Rafa, Miguel González, Miguel Bermúdez, Miguel de
Alhaurín, Paco Hernando, Manolo, Paco Zambrana, Lily, Carlos, Antonio de
Fornes, Antonio Usieto, Ricardo y Jesús C.
Distancia recorrida: 15,1 km
Desnivel acumulado: 1040 m
Desayuno en el bar El Cruce de
Benamargosa. Jesús C. quería invitar al desayuno por su cumpleaños, pero se
descuidó a pedir la cuenta y cuando lo hizo ya habían pagado en otras mesas.
Bienvenido, Miguel Bermúdez, después de tantísimo tiempo sin saber de ti.
La visita a la Maroma se había
propuesto por pisar la nieve que en los días anteriores se había visto en la
cima.
Antes de salir contamos que llevábamos 7 botellas de vino. Esto es una verdadera Vinoteca. Se dejaron 2 y llevamos 5. Hubo intercambio de pareceres sobre si llevar las mochilas o dejarlas en los coches subir, bajar y almorzar en el área recreativa de la Alcauca. Para subir y bajar necesitamos 6h yendo a buen paso y sin parar, almorzaríamos no antes de las 15,15. Nos pareció tarde y decidimos cargar con las mochilas. Al final creo que todos nos alegramos de llevarlas porque fuimos sin la presión de hacer el recorrido deprisa, la parada del Ángelus se hizo con la debida calma y la de la comida sirvió para dividir la caminata y descansar.
Comenzamos la ascensión por el
carrilillo que entra a la fuente de la Mina en el barranco de la Fuente de los
Ladrones. El carrilillo limpio de maleza, así como las primeras rampas de la
senda fueron una gratísima sorpresa porque otras veces las zarzas nos han
dificultado el paso. La senda, más arriba, bastante constreñida por la
vegetación que tan apenas deja paso por una estrecha trocha.
Cuando llegamos al carril lo
tomamos para subir a la erilla Tarara donde nos unimos a la pista del Alcázar.
Para entonces ya íbamos con atuendo de verano y sudando en una mañana
tranquila, suave, sin viento. La senda por la ladera de las Víboras, aunque se
haya recorrido 100 veces, siempre sorprende por su excelente trazado, con
pendiente uniforme, salvando el repecho con numerosos zigzags, por las
albarradas muy bien conservadas, por el encinar que nos acompaña y por las
preciosas vistas del llano de Zafarraya.
A pesar de la bien trazada senda
por la loma de las Víboras la llegada a los llanos del Espino se recibió con
agrado porque dulcificó la caminata. Además, un grupo de cabras por la ladera
de la Peña del Águila, las primeras que veíamos, sirvió también para detener al
grupo.
Entramos en la cañada del Espino
y tuvimos la sorpresa de ver a la fuente del Espino con agua. Hacía años que la
encontrábamos siempre seca. Cañada arriba recordamos la excursión en la que la
nieve helada nos hizo abandonar la caminata hace ya bastantes años, y los
caballos que siempre vemos por allí, presentes también hoy.
En el collado de la Majada del
Arce nos reagrupamos, entramos en la ladera norte del cerro del Mojón, y
tuvimos las primeras manchas de nieve en el umbrío bosquete de pino silvestre.
Pasados los pinos la nieve desapareció. La Fuensanta también nos recibió con un
buen chorro de agua. Allí hicimos el Ángelus, los que llevaban vino lo dejaron
escondido entre la nieve y Ricardo trató de desatascar la goma que desde el
manantial lleva el agua a la fuente.
Sobrepasado el cerro de los
Pradillos la nieve ya era casi continua. Por la noche habría estado helada,
pero cuando la pisamos estaba crujiente, con ese crack, crack, tan
característico. Satisfecho el antojo de pisar la nieve continuamos ladera
arriba para encontrar la planicie de La Maroma casi sin nieve: el viento la
había barrido. Viento de días anteriores, porque hoy estaba totalmente en
calma.
Hechas las oportunas fotos
iniciamos el regreso, despacio, evitando resbalar en la nieve. Íbamos con ganas
de nieve, pero al menos algunos recibimos con agrado su final y el comienzo de
la senda limpia. Recogimos las botellas dejadas en la Fuensanta y en una
recachilla debajo del collado del cerro del Mojón paramos al almuerzo.
Almuerzo reposado, con chacinas y
gambas de aperitivo, ensalada, tres tipos de habas y ajetes con gambas después,
dos tipos de tortilla y caballa con verdura luego, y para terminar las carnes:
magro de cerdo con pisto, filetillos tiernos y lomo con ajos. Cayeron las
cervezas y las 5 botellas que habíamos subido, y terminamos con bombones, tés y
orujos variados.
Sin prisa nos levantamos y
reanudamos la marcha con animada charla en los grupitos que se forman cuando se
va tanta gente. Nos reagrupamos al comienzo de la pista del Alcázar y al
comienzo de la senda a la fuente de la Mina. Vimos unos pie azules, pero eran
viejos y estaban todos agusanados, inaprovechables desgraciadamente.
Excelente día, con el cielo un poco enmarañado, sin viento y muy buena temperatura.
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