jueves, 20 de enero de 2022

MIÉRCOLES 19 DE ENERO: SIERRA DE GIBALTO

 

Sierra de Gibalto. 19 enero 2022.

Participantes: Paco Ponferrada, Victoria, Lily, Paco Hernando, Antonio Usieto, Antonio de Fornes, Ricardo, Manolo, Jesús.

Distancia recorrida: 10 km.

Desnivel acumulado: 830 m.

Desayuno en el bar La Tinaha de Periana. Unos pitufos pequeños con aceite y tomate a 3,20€. Caro. Tiene la ventaja de estar en la carretera.

Según nos acercábamos surgían las dudas de si lo tendríamos con niebla, ya que el Vilo la tenía y el valle de Alfarnate también, pero en cuanto hemos sobrepasado el puerto de los Alazores hemos visto la sierra del Gibalto luciendo completamente despejada al sol.

 Después de más de 10 años nos decidimos a volver al Gibalto. Al cabo de tanto tiempo no sabíamos si todo estaría cercado o si se podría entrar. Justo al tratar de aparcar en el carril del cortijo de La Parrilla salía del cortijo una señora bastante malcarada. Ha parado junto a nuestros coches y nos ha espetado:

¿Van ustedes a caminar a la sierra?

¿Tienen permiso del dueño?

Pues en el cortijo está mi marido, hablen con él que la sierra es un monte particular y no se puede entrar.

Con esta negra perspectiva nos acercamos al cortijo, hablamos con “el marido” y después de un poco de conversación nos dijo que fuéramos a la sierra, pero que si el guarda nos veía que le dijéramos que habíamos entrado por nuestra cuenta sin haber hablado con él.

Las cosas se habían arreglado. Marchamos contentos hacia la sierra y a buen paso enfilamos las primeras cuestas para quitarnos el frío porque venía un vientecillo helador.

Por el bosquecillo de cornicabras y quejigos subimos al Hoyón donde quedan los restos de dos antiguos cortijos. Del cortijo recostado en el cerro Forcales subía una sendilla de ganado hacia el collado del Portillo, nuestro primer objetivo. Tratamos de ir al cortijo, pero una cerca lo impedía y subía hacia el collado. Como nos habían permitido la entrada como un favor decidimos no cruzar la alambrada y por el valle adyacente subimos al collado.

Como queríamos ir al Forcales no quedó más remedio que saltar la cerca. La subida al cerro, cómoda, y arriba, con un buen sol y ya sin el vientecillo helado de la mañana, disfrutamos de sus vistas al norte y oeste. Un ligero Ángelus y de nuevo en marcha.

Bajamos al collado del Portillo y por el valle al este del cerro Gibalto remontamos hasta el llano superior. Con Manolo en el grupo había que intentar ir al vértice del Gibalto. Desde nuestra posición no se apreciaba en qué pico de la sierra estaba el vértice, de modo que decidimos atacar la cresta por una grieta utilizada por el ganado y arriba desplazarnos a sur o norte hacia el vértice. La subida fue muy trabajosa porque la grieta era casi vertical. Al llegar arriba Paco hizo de vigía para constatar que el vértice estaba muy al norte, demasiado lejos para llegar a él por esa endemoniada cresta.

Estábamos decididos a bajar por donde habíamos subido, pero Manolo se asomó a la cresta y vio que, al otro lado, al oeste, teníamos la pradera a 10 m. Bajamos por allí y por el oeste seguimos al cercano colladillo por el que se podía volver al este.

Hacía rato que habíamos visto un coche el llano superior. Por donde regresábamos íbamos directamente al coche. Pero no teníamos otra alternativa. Allí había un señor al que nos dirigimos y le explicamos cómo habíamos llegado allí. El señor, Fernando, resultó ser el dueño de la finca, tuvimos una amena charla con él, nos advirtió que le llamáramos por teléfono para pedir permiso y nos dio su teléfono. No nos permitió ir al Torcalillo porque estaban reuniendo las ovejas allí. Él mismo nos ayudó a cruzar la verja para salir de su finca, el Gibalto, y volver a la de la Parrilla.

No nos quedaba ya caminata salvo el regreso. Comimos allí mismo en el llano superior y tratamos de llamar a Fernando para ofrecerle un bocado y un vaso de vino, pero ya había marchado y no había cobertura.

La comida muy parsimoniosa, como debe ser. Gambas, chacina, boquerones en vinagre y mojama de aperitivo. Ensalada de aguacate, tortilla de espinacas y judías verdes de primer plato. Croquetas de bacalao y de carne, filetillos y algo más que olvido como platos principales. Quesos de Júrtiga y extremeño. Vinos del Campo de Borja, de Somontano, de Ribera y uno del Bierzo que sobró. Té y orujo. Comida digna de un restaurante de cinco tenedores.

Bajamos despacio, charlando, para encontrar al “marido” en el cortijo liado con un tractor. Le agradecimos su permisividad y le ofrecimos la botella del Bierzo que aceptó con gusto. Quisimos darle también una propina para que tomase un café y por ahí no pasó. Nos enteramos que se llama Hilario.

Así que terminamos el día con dos conocidos en aquellos predios: Hilario en la Parrilla y Fernando en el Gibalto.

 

VALLE DEL ARROYO DE LAS MOZAS
CORTIJO DEL HOYÓN

SUBIDA AL FORCALES
VISTAS AL NORTE DEL FORCALES
ÁNGELUS EN EL FORCALES

VALLE AL ESTE DEL GIBALTO


SUBIDA AL GIBALTO POR LA CARA ESTE






BAJADA DEL GIBALTO POR LA CARA OESTE

EL GIBALTO


EL GRUPO EN EL QUEJIGO BONSAI


LOS VINOS







EL CORTIJO DEL HOYÓN Y LA SIERRA GORDA




RECICLADO DE BAÑERAS









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