Participantes: Fini, Antonio Muñoz, Luis, Manolo, Lily, Lucía, Antonio Usieto y Jesús en la caminata a los que se sumó Fali en la comida
Distancia recorrida: 12 km.
Desnivel acumulado: 225 m más la
subida al restaurante el Adarve en Frigiliana.
Desayuno en la gasolinera de
Nerja.
La acequia de Lízar movía el
ingenio de caña de azúcar de Frigiliana. Cuando cerró el ingenio el agua se
utilizó para regar las huertas al sur de Frigiliana y esa es su utilidad
actual. El Ayuntamiento aprovechó el trazado de la acequia para traer agua de
boca a Frigiliana y aún sigue la acequia dando estas dos utilidades, además de
la de proveer a los senderistas de una bonita ruta.
Antes de las 9 estábamos todos en
la plaza frente al Ingenio de Frigiliana dispuestos a caminar. Usieto tomó la
iniciativa de guiarnos por el pueblo hacia el Castillo y a fe que lo hizo bien,
subiendo por la parte este del pueblo viejo de Frigiliana, aprovechando las
callecitas que zigzaguean entre casas y jardines, la mayoría de extranjeros.
Frigiliana iba quedando abajo
según ascendíamos, y aprovechábamos cada recodo, cada mirador, para disfrutar
de ese pueblo tan bonito, blanco con tejados rojizos. Desde el Castillo caen
tajos verticales sobre el pueblo, impresionantes, inaccesibles, por supuesto.
Por el lateral del Castillo cercano al pueblo aprovechamos una sendita para
llegar al collado donde está el depósito regulador de la acequia de Lízar y por
encima del depósito se divide la senda yendo una al Fuerte y otra a Lízar, la
que hoy queríamos recorrer.
Parte la senda por el lateral
derecho de la acequia, protegida por una malla metálica, aprovechando el cajero
izquierdo de la acequia, hormigonado y bastante ancho. Las vistas al Higuerón
son espectaculares, y también a la multitud de crestas y picos al este,
empezando por la más cercana, la crestita a la Cruz del Pinto, y terminando por
las más alejadas, la del Almendrón y la del Lucero.
El camino por el borde de la
acequia es cómodo en cuanto no tiene subidas ni bajadas, pero hay que ir
pendiente de donde se ponen los pies para evitar caer a la acequia. Además, la
acequia lleva su buen chorro de agua y caminar cerca del agua siempre supone un
aliciente especial.
Nos internamos en la zona llamada
Monte Ariza y atravesamos el primer barranco que cae de la cresta del Fuerte:
el barranco del Almirez. Para entonces, a la derecha, este, preside la escena
el tajo Castillejos en la sierra de En Medio que nos acompañará, con diferentes
perspectivas, hasta el azud de Lízar.
Termina la malla metálica que
protege el lateral izquierdo de la acequia y ya hasta el final caminaremos sin
protección alguna, bien por una orilla u otra de la acequia, con innumerables
saltos sobre ella. Los cajeros de la acequia están en parte derruidos y hay que
tener mucho cuidado para evitar apoyar mal el pie y caer. La caminata demanda
pues mucha atención.
Pasamos después el barranco del
Arco y más adelante el de la Parrilla. En este de la Parrilla la acequia va
aérea con unas paredes muy estrechas. Los equilibristas más arriesgados se
atreven a pasar por encima de ese estrecho murete, pero lo más aconsejable es
sentarse, descalzarse, y cruzar el barranco por la acequia. De paso el agua nos
refresca y relaja los pies.
Luis, en vez de descalzarse, bajó
por el barranco hasta el Higuerón obviando lo que quedaba de acequia; el resto
cruzamos la acequia por el agua. Una delicia caminar por la acequia hasta que
entras en una zona de puntiagudos guijarros que obligan a salir, calzarse y
seguir por los cajeros de la acequia.
Del barranco del Arco al final de
la acequia queda un buen trecho, pasando por debajo del cortijo de Alcóncar y
por el barranco de la Civila antes de llegar al azud de Lízar donde nace la
acequia.
El azud tenía casi dos metros de
altura. Hoy está completamente aterrado y la acequia de Lízar capta el agua
directamente de la fuente de la Sargenta.
Quedaba el regreso por el cauce
del Higuerón. Hasta el antiguo azud llega carril, construido seguramente para
trabajar en la toma de la acequia, carril que hemos aprovechado para bajar
evitando los pedruscos del cauce del río. Poco más abajo hemos hecho un alto
para fotografiar a la rara Pseudoescabiosa grossi, presente sólo en los
acantilados de las sierras dolomíticas de Málaga y Granada, que hoy estaba en
plena floración.
Recogimos a Luis en la
desembocadura del barranco de la Parrilla y el grupo completo continuamos río
abajo. Esperábamos que el agua nos acompañase en algún tramo. No ha sido así.
Hay un pequeño nacimiento en el cauce, pero el agua se pierde enseguida.
El área recreativa de Pinarillo
Espeso está, afortunadamente, desmantelada, porque era un peligro grande tener
barbacoas en esa zona de pinar.
Hemos subido a Frigiliana por la
ladera derecha del río, la antigua senda cada vez menos usada. Al final se
perderá y todos iremos por el carril de bajada al Higuerón.
Nos hemos cambiado de camisa y
calzado y, como había tiempo, hemos ido al bar las Tres Culturas a tomar una
cerveza. El primer sorbo de la cerveza fría nos ha sabido a gloria. Han
acompañado las cervezas con una ensaladilla y unas gambas.
Reconfortados ya teníamos las
fuerzas suficientes para atacar las cuestas de la parte vieja de Frigiliana, a
las 2 de la tarde, hasta el apartado restaurante del Adarve, en la calle Alta,
donde Usieto había reservado.
Fali nos esperaba. Hemos pedido
tomate aliñado, ensalada Adarve, sardinas en aceite y berenjenas con miel de
caña para compartir. Luego entrecots, canelones y cordero deshuesado. Bien,
aunque no para tirar cohetes. Además, el vino era caro. Garnacha Centenaria a
24€, 3 veces más de lo que les cuesta a ellos. Lo mejor del restaurante las
vistas al sur, este y oeste, y la amabilidad de los camareros.
Día caluroso, aunque con brisa
refrescante donde corría, excelente ambiente de camaradería y ganas de
disfrutar, para celebrar este primer miércoles de julio, final de la temporada
de invierno-primavera.
Los cajeros de la acequia se están deteriorando mucho. Veremos hasta cuando tenemos abierta la acequia.
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