Participantes: Luis, Rafa, Miguel, Paco Hernando, Victoria, Antonio de Fornes, Antonio Usieto, Ricardo y Jesús
Distancia recorrida: 17,4 km
Desnivel acumulado: 1025 m
Aprovechamos el aparcamiento de
Canillas y, después de sopesar si comenzar bajando a la Fájara o subiendo hacia
el Peñón Grande, decidimos esta última alternativa porque con la cuesta seguro
que nos quitábamos el frío matutino. Sabido es que las calles de Canillas
tienen repechos más empinados que las sendas de la sierra y la cuestecilla
entre el aparcamiento y el cementerio se las trae, por eso, cuando hemos
llegado al cementerio nadie tenía ya frío.
Conforme subíamos íbamos viendo
la sierra pintada de blanco, con una capita fina. Indudablemente había caído
bien granizo, bien nieve. Se confirmaba la primera impresión que habíamos
tenido en los coches según subíamos a Canillas.
Hemos tomado la senda que va
sobre el carril y luego de cruzar el carril hemos continuado por ella hacia el
Peñón Grande. Debajo del Peñón hemos visto los primeros granizos, poca cosa,
unas manchitas aquí y allá, pero anunciaban lo que íbamos a encontrar más
arriba.
Cuando hemos tomado la senda con
indicación a La Maroma en el carril del Peñón Grande nos hemos llevado la
sorpresa de que la senda estaba limpia. No sólo la senda, sino un par de metros
en una y otra orilla. Estábamos de suerte, parecía que la hubieran limpiado
para nosotros. Hemos cruzado el barranco del Cabrito aprovechando el puente
allí instalado. Poca falta hacía el puente para cruzar un barranco seco
siempre, pero ya que estaba allí lo hemos aprovechado.
Según subíamos por la loma que
separa los barrancos del Cabrito y de la Cueva del Agua el granizo iba
cubriendo más y más superficie de la senda. Se iba haciendo difícil evitarlo y
por tanto había que pisar con cuidado, pero cuando hemos cruzado el puente
sobre el barranco de la Cueva del Agua, toda la mesa del puente estaba blanca.
Según subíamos por la loma del
Torcalillo del Nido el granizo iba cambiando a nieve, y a poco íbamos caminando
acompañados del crujir de la nieve. Nadie esperábamos que íbamos a caminar por
nieve y, como por estas latitudes es un meteoro extraño, nos ha alegrado hollar
su blancura impoluta y oír el crac crac de nuestros pasos en ella.
En el collado de la Zorra, punto
más alto del recorrido, habría como 3-4 cm de espesor. Curiosamente, hacia el
puerto del Pico y La Maroma, bastante más arriba de donde nos encontrábamos, no
había caído nada. La nieve debió provenir de una nube baja y en la parte
occidental.
Las rampas de descenso desde el
collado de la Zorra ha habido que hacerlas despacio, con mucho cuidado, para
evitar resbalones pues, aunque la nieve no estaba helada, sí resbalaba mucho
más que el suelo. Hemos llegado a la curva de los Visos y hemos parado un
poquito a contemplar el panorama: el Peñón Grande, las colinas y valles de la
intrincada Axarquía, el embalse y el barranco Hondo. Preciosa vista.
Se hacía hora del Ángelus y no
teníamos donde parar, todo estaba con nieve. Íbamos decididos a subir a la
cueva de los Carneros cuando un roquedo en la misma senda nos ha proporcionado
suficiente espacio seco para sentarnos. A los habituales frutos secos se ha
unido el vinillo moscatel de Ricardo.
Cerca del Atalayón la nieve había
casi desaparecido. Alguno ya teníamos ganas de pisar terreno seco. La nieve es
bonita un ratito, no más.
El pinar de la cara oeste de la
sierra, por debajo del Atalayón, ha sido entresacado. Creemos que es la primera
vez que hemos visto una entresaca en el Parque Natural. Esta iniciativa, como
la de la limpieza de la senda, hay que aplaudirlas.
Hemos salido del Parque por la
Gran Senda de Málaga que nos ha llevado a la mesetita antes de descender a La
Fájara. Ese ha sido hoy el restaurante. Ha habido exquisiteces, como siempre: chorizo,
longaniza, panceta, hermosísimas gambas, edamame, ensalada con aguacate y kiwi,
tortilla de champiñón, pollo guisado y frito, magro de cerdo, albóndigas, carne
con chutney… tres tipos de quesos, tarta de Victoria, bombones y té. Además,
hoy la Vinoteca ha vuelto a brillar: ¡6 botellas de vino y un par de cervezas
han salido de las mochilas! Y vinos buenos a juzgar por las 3 1/2 que hemos
consumido. Pero lo mejor de la comida ha sido el ambiente de bromas y
chascarrillos. Nos hemos reído a gusto, lo hemos pasado bien.
El nacimiento de la Fájara vertía
un gran chorro de agua y una vez allí hemos decidido continuar por la acequia
sobre el río Bermuza, senda novedosa para una buena parte del grupo. Se pasa
sobre unos aguacates y atravesando una puerta se baja al antiguo molino Alto y
puente medieval. La vegetación se ha apoderado de este enclave. Tan apenas se
ven los muros del molino y el cauce del río está totalmente cubierto.
Una vez en la pista de Canillas a
Alcaucín hemos remontado la cuesta final con la parsimonia que imponían las
barrigas llenas.
Día sin viento, luminoso, con
sol, fresco en la mañana, pero muy agradable el resto del día. Con las
sorpresas de la nieve, de la senda limpia y del bosque entresacado. Un
excelente día.