viernes, 4 de abril de 2025

MIÉRCOLES 2 DE ABRIL DE 2025: ALBOLODUY, RAMBLAS YESOS Y ARQUILLOS - CORDEL DE LA SOLANA

Participantes: Trini, Rafa Lozano, Pili, Paco Ponferrada, Lucía, Manolo, Antonio Usieto, Antonio de Fornes, Paco Zambrana y Jesús

Distancia recorrida: 12,5 km.

Desnivel acumulado: 550 m.

Desayuno en Alboloduy, en el bar Zamarulo: Pan regular. Medias tostadas con aceite, tomate y jamón. Muy buen servicio, tenían unas mesas preparadas para nosotros. Gracias Paco por la invitación. ¡¡¡Felicidades!!!

Después de visitar la fuente de los Siete Caños partimos por una callecita que salía paralela a la iglesia. Temíamos que nos costase encontrar la salida a la senda del Cordel de la Solana, pero enseguida vimos indicaciones que nos guiaron hasta la salida del pueblo por la parte alta, junto al Peñón del Moro. Desde allí se tiene una muy buena vista de Alboloduy.

La senda va por la ladera derecha del río Nacimiento, elevada, proporcionando una perspectiva excelente de la llanurilla que circunda el cauce del río y de las parcelitas de cultivo, cada una de forma y colorido diferente. Pasamos por el cortijo de José Restoy, conocido de Antonio Muñoz e informador nuestro para los libros de Sierra Nevada. El cortijillo estaba cerrado, pero con ropa tendida. Alguien lo habita.

La senda va subiendo y bajando al cruzar las barranqueras, pasa sobre la desembocadura de la rambla de los Yesos y sigue por la margen derecha de la rambla hasta bajar a ella. La marcha discurría lenta porque a todos nos gustaba disfrutar del colorido de las múltiples huertecillas al lado de los cauces de río y rambla, en una mañana serena, sin viento, luminosa y sin una nube.

Una vez en la rambla remontamos el carril al área recreativa y luego por el arenal en suave ascenso de la rambla de los Yesos. Otra vez la marcha se ralentizó mucho por las paraditas para admirar el contraste de colores de los taludes, la verticalidad de los tajos, las figurillas “góticas” que el agua forma en la arcilla, los esbeltos pináculos, etc.

Poco más arriba un chorrillo de agua bajaba por la rambla. Pocas veces se tiene la oportunidad de ver discurrir el agua por esta rambla. Las frecuentes y copiosas lluvias de marzo se han dejado sentir hasta en el desierto almeriense.

En la Piedra Mesa nos hicimos las correspondientes fotos y allí cambiamos la rambla de los Yesos por la de los Arquillos, más estrecha, pero igualmente adornada de tajos y pináculos, además de unas zonas blanco brillante, quizá de yeso. Por ella seguía el cantarín chorrillo de agua que en un tiempo pasado aprovecharon en el cortijo Barrilero cuyos olivos asoman a la rambla.

Dejamos la rambla para extasiarnos arriba con la belleza escondida de la rambla de la Rosa, cuajada de pináculos y colores contrastantes, en la cárcava abierta en la antigua llanura.

Comenzamos la parte más tediosa de la excursión: rodear las cárcavas yendo al suroeste hacia el carril que va de Alboloduy a Ocaña. Tomamos el carril un corto trecho para dejarlo por el que va Rágol por la rambla de Guadix, que también dejamos para tomar el del Cordel de la Solana. En el principio de este carril hicimos el descanso del Ángelus con la novedad de que Usieto propuso hacer un Ángelus “Rociero”. Antonio de Fornes traía un blanco de Alboloduy, fresquito, y con él y un poco de jamón y queso de Usieto armamos el Ángelus Rociero. Muy original el blanco de Cristina Calvache.

El carrilillo del Cordel de la Solana va por la cresta que separa los términos de Alboloduy al norte y Rágol e Illar al sur, sobre las cabeceras de la multitud de ramblitas que forman la rambla de la Rosa al norte y la de Canales al sur, con constantes subidas y bajadas a los cerrillos que forman la cresta, refrescados por la brisa que siempre corre allí.

Nos acercamos a la balsa de Illar, con agua y renacuajos, y a los curiosos cerrillos aledaños. En la balsa el carrilillo acaba y proseguimos por senda para rodear el cerro de la Solana. En la ladera del cerro llaman la atención pequeñas albarradas que retendrían el agua para alimentar unas vides o unas espigas. Agricultura de subsistencia y hambre.

Pasamos por la Balsica Alta, muy aterrada por falta de conservación, y más abajo nos reagrupamos en la era Lobicú, con excelentes vistas a sur y norte. Desde aquí el Cordel de la Solana va al noreste, hacia el Peñón del Moro, pero ese tramo tiene pinta de estar muy perdido. Nosotros seguimos al este para descender por la loma del Gamonal, aprovechando los zigzags de la senda que se va perdiendo por las arroyadas de la lluvia. Paramos en el tajo del Gamonal para contemplar Alboloduy a vista de pájaro y en la ermita de la Santa Cruz paramos al almuerzo.

Situados a la sombra de la ermita comenzaron los aperitivos de chacina seguidos de la ensalada de atún, ensaladilla rusa y tortilla. Como platos fuertes pulpo con verduras, muslitos de pollo, albóndigas en salsa de almendra, solomillo con ajos y filetillos tiernos. Terminamos con quesos, tés y orujos. Cayeron un par de botellitas de Méntrida y Bierzo.

Recorrimos el corto trecho que nos separaba de la plaza de Alboloduy y en el Zamarulo tomamos refrescos y cafés antes de partir hacia Málaga y Almería.

Los que íbamos en el coche de Usieto paramos en la bodega de Cristina Calvache y compramos el blanco que hacen con la uva Jaén y tintos de Shirah y mezcla de variedades.


Fuente de los Siete Caños






La rambla de los Yesos







La rambla de los Arquillos


La rambla de la Rosa





La rambla de la Rosa

Nieve en la sierra de Gádor



Ángelus Rociero




Balsa de Illar
El grupo en la falda del cerro de la Solana
Era Lobicú


Alboloduy desde la loma del Gamonal
Ermita del Santo Cristo

Restaurante a la sombra de la Ermita

Manto de la Virgen, Fagonia cretica
Rascamoños, Launaea lanifera










sábado, 29 de marzo de 2025

MIÉRCOLES 26 DE MARZO DE 2025: PUERTO RICO, PUERTO JUAN BENÍTEZ

Participantes: Dolores, Pilar, Ángel, Pili, Paco Poferrada, Antonio Usieto, Antonio de Fornes, Antonio Jiménez, Lily, Victoria, Manolo, Lucía, Miguel González, Paco Hernando y Jesús.

Distancia recorrida: 11,5 km

Desnivel acumulado: 780 m 

Tenemos que dar la bienvenida a Pilar, Dolores y Ángel con los que hacía tiempo que no coincidíamos, y a Paco Hernando, apartado de su querida montaña por causas de fuerza mayor.

Como el mes de marzo ha sido tan lluvioso, especialmente en el oeste de la provincia, queríamos visitar las múltiples fuentes, arroyos y cascadas de la sierra Blanca en el entorno de Puerto Rico. Con ese objetivo planeamos una ruta circular de Puerto Rico, a los puertos Juan Benítez, Arenal, Adelfillas y del Pino. Dolores nos advirtió que la cañada de los Monjes traía mucha agua y no se podía cruzar por lo que decidimos recortar y volver a Puerto Rico desde el Arenal.

A poco de comenzar el camino descendimos a ver una cascadita del arroyo de Puerto Rico que bajaba con mucha agua. Paramos después en la fuente de Nuestra Señora de la Paz, con su chorrillo de agua, pero adornada por la cascada que cae a su izquierda procedente de la cañada de Cabañiles.

La sierra estaba preciosa, con ese verde claro de la hierba en plano desarrollo y las flores de orquídeas, silenes, gamones, linarias, bellis, etc. Una explosión de color en una mañana serena, clara, con el Rif al fondo del Mediterráneo.

La tubería que baja el agua desde el nacimiento de Puerto Rico no podía llevar toda el agua que a ella acudía, de modo que rebosaba y caía formando pequeñas cascaditas en la subida por el tajo del Travertino. Paramos un momento a visitar la casa y alberca de Puerto Rico Alto antes de solazarnos con el enorme caudal que salía del manantial. Y eso que al decir de Pilar y Dolores ya había disminuido mucho. La fuente de la Teja era un arroyo entre las aneas y la del Chumbar casi no se veía por la cantidad de agua que caía en forma de cascada por encima de ella. Más arriba vimos la fuente del Barril por primera vez con agua; en realidad la fuente es una pila o cocón que rebosa el agua hacia la senda.

Haber recortado la excursión fue una suerte porque Ángel, a menudo, hacía una paradita para explicar las propiedades del torvisco, del bayón, del enebro de la miera, de la sillerilla, del almoradú… Y, claro, con tanta parada se avanzaba muy despacio.

Hicimos el Ángelus en el mirador del Tajo de Juan Benítez, con extraordinarias vistas a Marbella y al mar, a los picos de Juan Benítez y Cruz del Juanar, y, sobre todo, a la cañada de Puerto Rico allá abajo a los pies del abismo. En el puerto de Juan Benítez subimos al picacho homónimo y convencimos a Pilar para que no hiciera el avión como acostumbra desde una de las piedras del pico. Descendimos hacia la Adelfilla y por el Arenal llegamos a la casa del Guarda, lugar elegido como restaurante.

Dolores y Pilar hicieron rancho aparte, como de costumbre y el resto nos dispusimos a disfrutar de un ágape memorable.

Comenzamos con unas cervecitas frescas que hoy, con el sol calentando, apetecían. Los aperitivos fueron de dos tipos de zanahoria, dos tipos de boquerones en vinagre, chacina y el excelente y tradicional ajobacalao de Paco. Tuvimos después ensaladas de atún y de frutas, exquisitas alcachofas, tortilla de patata, pulpo en salsa… terminando con carne con tomate, hígado encebollado, filetitos tiernos y los quesos. Aún nos cupo un final dulce de mantecados, bombones y pudding. Para beber, un blanco de La Mancha y tintos de Cariñena, Valencia, Ribera y Bierzo, además de los orujos con el té. Y todo ello animado por Pilar que iba y venía de un lado a otro llevando fiambreras, sirviendo vino y atendiendo al personal. Nunca habíamos disfrutado de un ágape con camarera.

Nos levantamos con dificultad y muy poco a poco comenzamos el descenso a la cañada de Puerto Rico. Paramos en lo que queda de los corrales del Cabrero en la Hoya del Pino, donde Ángel nos explicó a qué se dedicaban cada uno de los recintos.

De Puerto Rico Alto bajamos por la senda de Cabañiles atravesando las cañadas de Cabañiles y la Erilla, con su chorrillo de agua, y para terminar nos acercamos a la cascada donde confluyen el arroyo de Puerto Rico con la cañada de la Laja. La cascada debía estar preciosa a tenor del agua que traía el arroyo, pero no pudimos disfrutar de ella porque la ocultaban un par de pinos que habían caído sobre ella.

Para terminar, Paco Ponferrada, por su cumpleaños, nos invitó a un refresco en el bar del Fogón del polígono industrial de Monda. ¡¡¡FELICIDADES, PACO!!!

Lo mejor del día la excelente compañía y convivencia con los amigos de Marbella e Istán.