Participantes: Ángel, Pepe de
Benahavis, Pepe de Marbella, Dolores, Antonio de Marbella, Pilar y Encarna de
Marbella, Luis, Germán, Antonio Usieto, Manolo y Jesús
Distancia recorrida: 12,2 km
Desnivel acumulado: 620 m
Desayuno en la churrería el Paso de Nueva Andalucía. Pitufos integrales, churros y cafés. Servicio rápido y excelentes churros. A 3€.
Poco más de las 10h nos pusimos
en marcha bajando desde el puerto de la Refriega, donde aparcamos, hacia el
sur, por el camino que rodea Plaza de Armas, en una mañana sin viento, con
niebla a veces espesa y unas gotitas producto de la condensación de la niebla
de vez en cuando, muy poco, pues se pudo caminar todo el día sin impermeable.
Cuando la niebla abría un poco
dábamos vistas al valle del Hoyo del Bote, con sus pinares y alcornocales, pero
la mayor parte del tiempo la visibilidad era muy escasa.
Tomamos el desvío hacia la cumbre
de Plaza de Armas, un carril muy bueno para caminar e incluso para subir con
todo terreno. Todo el cerro está cubierto de pino resinero, joven, de
regeneración después del incendio. Lo más llamativo han sido las rocas. Había
algunas con blanco cuarzo intercalado, otras tenían láminas iridiscentes de
color verdoso, otras eran rojizas, etc. una gran variedad fruto de la oxidación
y descomposición de las peridotitas.
La llegada al collado de los
Hoyuelos marca la llegada a la cresta del cerro. Hacia el noroeste queda el
cerro del Molinillo y hacia el sureste el cerro del Mirador que en algunos
mapas viene con cerro del Pollo. Del collado de los Hoyuelos se ve principio de
senda hacia el noroeste, por el lateral del cerro del Molinillo, que queda para
explorarla otro día con menos gente y mejor visibilidad.
Continuamos al sureste, por el
carril, ascendiendo par la falda del cerro del Mirador hasta sobrepasar el
cerro. Este cerro es el más alto de Plaza de Armas con 1334 m, sin embargo, el
vértice geodésico está más al sureste. Hacia él continuamos, ya por terreno
casi llano, hasta que el carril termina en una explanada donde, escondido
detrás de los pinos, está el vértice, 1324 m.
La niebla seguía y la visibilidad
era casi nula. En el vértice hemos hecho un corto Ángelus, unas cuantas fotos y
hemos comenzado el regreso. Ángel dice que cerca del vértice estaba la base de
una torre de vigilancia y unas paredes de piedra que podrían haber servido de
albergue en tiempos pasados. Hoy las máquinas han removido toda esta zona de la
cresta y no quedan restos de nada.
Bajamos a buen paso, aún así
llegamos a los coches dejados en el puerto de la Refriega a las 14,30. Hora de
almorzar.
Estando en el puerto de la
Refriega la visita al Castaño Santo es obligada. La decisión ha sido ir a ver
el Castaño Santo y comer allí si el tiempo nos lo permitía. Con los coches
hemos ido al principio del carril que baja a la casa del Hoyo del Bote donde
hemos aparcado. Por cierto, el arroyo de Hoyo del Bote llevaba su buen caudal
de agua y la fuente que tiene en el carril echaba un buen chorro.
Hemos bajado con cuidado al
Castaño porque el suelo estaba húmedo y en algunos tramos resbalaba mucho. Este
descenso y el entorno del Castaño alberga unos árboles extraordinarios. La
palma se la lleva, cómo no, el enorme Castaño Santo con ese troncazo descomunal,
pero hay también un quejigo potentísimo y unos cuantos alcornoques también
enormes. Una delicia esta umbría.
A la hora del almuerzo ha habido
división. Por un lado, los marbelleros y José de Benahavís se han sentado
desperdigados, han sacado sus bocadillos y en un momento habían comenzado a
engullirlos. Los han pasado con agua. Que les aproveche. Pero este no es el
concepto de comida compartida de la Vinoteca.
Por otro lado, Ángel y los vinotequeros
nos hemos sentado junto al enorme tronco, hemos preparado las viandas, han
salido 5 botellitas de vino, y ha comenzado esa rueda de fiambreras que tanto
nos gusta. Ha habido aguacate, rico jamón, edamame, chorizo y cecina de
aperitivo. Después una jugosa tortilla, patatas en adobo, carne con ajos, carne
con pisto y filetillos tiernos. Para terminar un muy buen queso de Gruyere.
Hemos enjugado la comida con una botella de Ribera del Duero criado en tinaja,
un Rioja, un Mencía y un Monastrell de Alicante. Ha sobrado una botella y otra
que quedó en el coche. Como postre unas pasas y un turrón de Jijona excelente
que hemos pasado con orujo blanco y de café.
Los marbelleros han terminado de
comer en seguida y se han despedido, mientras, el resto nos lo hemos tomado con
calma y entre la comida y la buena charla hemos pasado un rato memorable
acompañados de ese castaño añoso que nos miraba con una sonrisa de aprobación.
Subida a los coches y regreso.
Maravillosa excursión, aunque no
hayamos disfrutado de las vistas. Esta preciosa sierra sólo tiene un
inconveniente. Que Nueva Andalucía está muy lejos de la Axarquía y que de Nueva
Andalucía al puerto de la Refriega hay una horita de carril, que hoy estaba
recién arreglado, como una carretera.
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