jueves, 30 de noviembre de 2023

MIÉRCOLES 29 DE NOVIEMBRE: GUÁJAR FARAGÜIT, LA GUINDALERA, CASTILLEJO


Participantes: Miguel de Alhaurín, Lily, Lucía, Victoria, Paco Zambrana, Antonio Usieto, Antonio de Fornes, Ricardo, Manolo, Jesús.

Distancia recorrida: 17,5 km

Desnivel acumulado: 1165 m

Íbamos a desayunar en La Parada de Güájar Faragüit, pero lo encontramos cerrado. Eran las 8 de la mañana. Decidimos ir a desayunar al Surtidor, en la gasolinera debajo de Vélez de Benaudalla. Había sólo un camarero. Pedimos en la barra y transportamos los desayunos a un par de mesas en el comedor. Medias tostadas con aceite o margarina, alguna con tomate y un par de platitos de jamón. Nada del otro jueves y caro, 43€ los 10.

Gracias Antonio de Fornes por la invitación para celebrar tu cumpleaños. ¡¡¡FELICIDADES!!!

Sobre las 9,15 partimos de Guájar Faragüit, unos 45 minutos habíamos perdido por bajar al Surtidor. Por las escaleras al lado de La Parada bajamos, siguiendo por las blancas callecitas del pueblo, a la plaza de la iglesia y de allí hacia el río, siguiendo los indicadores de “Castillejo”. Cruzamos el río, con un sorprendente chorro de agua a pesar de los años de sequía que acumulamos. ¡Qué acumulación de agua hay en las entrañas de estas dolomías!

Emprendimos la empinada subida para salir del estrecho valle cavado por el río de la Toba. Esta zona es muy agradable pues la sendita pasa por una fuente y va entre las huertecillas, hoy plantadas de aguacate casi en su totalidad, por los ribazos y acequias.

Debajo del Castillejo dejamos la senda que sube a él y tomamos la que va la oeste, en dirección al Quemado, para ir hacia la Guindalera, dejando la visita a los restos del Castillejo para la tarde. La senda va por el borde del pinar, con las huertas de aguacate y olivo abajo, al norte, subiendo y bajando al cruzar cañadas y balates.

En el Quemado nuestra senda termina en otra que sube desde el río y va al sur por un olivar bien cuidado y regado por goteo. Al final del olivar, en el pinar, esa senda se divide con un ramal mucho más prominente al oeste y otro, el nuestro, que pasa desapercibido hacia el sur. Lo más frecuente es confundirse y seguir al oeste. Hay que ir con cuidado en este punto.

La sendita zigzaguea suavizando algo la empinada subida, pero lo que verdaderamente suaviza la subida es la sombra del cerro a nuestra izquierda, aún así, comenzamos a sudar de lo lindo y eso que íbamos en mangas de camisa, como en verano. Al final de la cuesta del Quemado nos reagrupamos en el collado de La Viñuela.

Continuamos la caminata subiendo, al oeste esta vez, hacia el cerro del Palinar o Cocón, bajo la sombra de los pinos al principio y entre el matorral de coscoja y carrasca después, aprovechando la sombra del cerro. En el collado de las Cenellas nos volvimos a reagrupar para continuar después al colladito que da paso a la cima del cerro Palinar en la zona del haza del Búho. Allí paramos al Ángelus casi sin brisa que nos refrescara. En el haza del Búho uno se hace idea que ya está en lo alto del cerro, pero no, queda aún un buen trecho a la cumbre del Palinar o Cocón.

En el cerro teníamos al sur toda la ladera norte de la Guindalera, y entre nosotros y la Guindalera el enorme valle del barranco Rendate. Y esa vista tuvimos descendiendo a la pista Lentegí-Guájar Alto que tomamos al sur, hacia Lentegí. Pasamos por los viñedos de Calvente, modernos, en espaldera, con riego, cada vez tiene nuevas parcelas, no le debe ir mal el negocio del vino.

Dejamos la pista a Lentegí por otra hacia Ítrabo que nos llevó al puerto de la Guindalera. Quedaba la ascensión a la Guindalera por el empinado carril en la linde de los términos municipales, con viñas muy antiguas de moscatel a la izquierda del carril, en la ladera al norte.

En el vértice de la Guindalera nos reagrupamos de nuevo y continuamos al este, ahora descendiendo, siguiendo el carril a Guájar Fondón. La fuente de los Chorrillos echaba un chorrillo. Milagroso parece que con el año de sequía que llevamos todavía tenga agua la fuente, agua fresca que todos aprovechamos para rellenar las botellas.

El carril desciende con fuerza y poco más debajo de la fuente llegamos a un mirador de obra que nadie conocía. El sitio era ideal para almorzar y allí sentamos nuestros reales.

Comenzamos el ágape con unas deliciosas gambas cocidas, salchichón, chorizo, cecina, y aguacates bien solo, bien con tomate y kiwi. Pasamos a la ensalada de naranja, a la tortilla con salsa, a las judías verdes y a la coliflor con ajos. Como plato fuerte magro con tomate, filetillos de pavo y solomillo con ajos. Quesos variados, tantos que algunos no salieron de las mochilas, té y orujo blanco para pasar un delicioso bizcocho de manzana que Victoria trajo. Mención aparte merecen los vinos. Comenzamos por un Toro, pasamos luego a un Monastrell criado en tinaja, continuamos con un Rioja y terminamos con un portugués. Todos muy, muy ricos. Casi se nos hicieron cortos.

Poco más abajo nos despistamos y tuvimos que retroceder para tomar la sendita que sale a la izquierda paralela al carril, pero con muchas menos curvas. Por ella bajamos hasta una división. Sabíamos que la de la derecha iba al carril, por eso exploramos la de la izquierda que tuvimos la suerte de que nos llevase al colladito del acueducto donde pasamos al valle de Rendate, continuando la senda descendiendo.

A senda desemboca en un carril que seguimos hacia abajo, siguiendo el track que Manolo traía. Después de muchas vueltas y revueltas paramos en un cruce donde teníamos que decidir: seguir a Fondón o tomar el sendero al Castillejo. Nos decidimos por esta última opción tomando la senda por debajo de una alambrada, cruzamos el barranco de Rendate, llamado así en honor a un moro, Rendite, que fue paladín de la última sublevación de los moriscos, e iniciamos la dura ascensión al cerro del Castillejo. Más de 100 m de desnivel.

Como era tarde dejamos la visita a los restos árabes del Castillejo para otro día y continuamos bajando al río para subir después al pueblo. Llegamos anocheciendo y cansados, sobre todo por las dos últimas subidas al Castillejo y al pueblo. Hubiera sido más suave haber tomado la opción de bajar a Fondón y subir a Faragüit.

Día despejado, sin viento, casi veraniego, con un recorrido muy bonito, variado, y una compañía inmejorable.

La ruta
El río de la Toba

Guájar Faragüit

El collado de la Viñuela


El Ángelus
Las viñas de Calvente
La Guindalera

Vértice Geodésico de la Guindalera 1.074 m
Entre castaños

Recargando agua en la fuente


El nuevo mirador
Los vinos y Guájar Faragüit
El restaurante

Preparando la ensalada
Bizcocho de María Victoria
En el mirador, al fondo a la izquierda el cerro Giralda




El atardecer en Guájar Faragüit











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