jueves, 25 de septiembre de 2025

MIÉRCOLES 24 DE SEPTIEMBRE: CAÑÓN DEL RÍO CACÍN

 PARTICIPANTES: Lily, Pili, Paco P, Paco H, Paco Z, Manuel G, Usieto y Manuel D.

RECORRIDO 11 km con desnivel acumulado de 450 m























Regresamos, la vegetación impide ver donde pisar para llegar al puente







































jueves, 18 de septiembre de 2025

MIÉRCOLES 17 DE SEPTIEMBRE 2025: RÍO PATAMALARA Y BARRANCO MORENO


Participantes: Pili, Paco Ponferrada, Manuel de Rincón, Paco Hernando, Manolo, Paco Zambrana, Victoria, Lily, Ricardo, Antonio Usieto y Jesús

Distancia recorrida: 8,5 km

Desnivel acumulado: 275 m

Dar una calurosa bienvenida al amigo Manuel, hombre de montaña y de caminar, que por diversas circunstancias ha estado apartado de las excursiones.

Desayuno en la gasolinera de Torrox. Buen servicio, pan muy endeble.

En el aparcamiento de Torrox pueblo dejamos dos coches y con los otros tres subimos a comenzar el recorrido.

Lo primero que llama la atención es la cantidad de aparcamientos que han preparado poco antes de llegar a la fábrica de la luz de Cómpeta. Los hay antes de cruzar el río y después entre el edificio de la fábrica y la curva del carril hacia el Acebuchal. Mucha gente debe acudir al río. Hoy, un miércoles de mitad de septiembre, hemos ido nosotros 11 y un par de parejas que subían cuando nosotros bajábamos. Sábados y domingos debe estar lleno. Esto contribuye a que más pronto que tarde, debido a esa saturación, cierren el Patamalara como ha ocurrido con el Chíllar. No obstante, el Ayuntamiento de Cómpeta muestra interés por este enclave a juzgar por los aparcamientos, por la maleza (cañas principalmente) cortadas para facilitar el paso, y la apertura de una sendita entre el río y la senda al Acebuchal por encima del Peñón de los Hornos.

El primer objetivo de hoy era una comida de hermandad en Los Niños de Mezquitilla, de modo que la caminata había que ajustarla para estar en Mezquitilla sobre las 14,30. Como comenzamos a andar sobre las 9,15 calculamos 2 horas de subida y otras dos de bajada para llegar a los coches sobre las 13,30.

El río Patamalara traía un chorro de agua tremendo. Había algunos compañeros que lo habían recorrido en julio y decían que llevaba más agua que entonces. Difícil comparación, pero ahora traía mucha agua. Esta Almijara nunca deja de sorprendernos.

La primera parte del recorrido se hace a través de un túnel formado por cañas principalmente, con alguna higuera, zarzas y zarzaparrilla. Esta fresca mañana daba un poco de repelús meterse en el agua, mas enseguida nos hemos acostumbrado y la comitiva se ha puesto a esquivar los pedruscos y a aprovechar el suave lecho de arena y guijarros pequeños.

Se notaba que el personal iba contento por esos túneles vegetales y esos estrechos cahorros, con la frescura del río y el buen piso del cauce. Había que sortear algún escalón, evitando las piedras más resbaladizas, pero eso más que dificultad ponía una nota de ingenio. Antes del Peñón de los Hornos hay que superar unos rápidos entre grandes pedruscos que ponen una nota de riesgo.

Al llegar al Peñón, a la derecha, por una cañadilla, se ha abierto el sendero que, suponemos, va a empalmar con el del Acebuchal encima del Peñón de los Hornos. Es una alternativa para evitar la dificultad de las cascadas bajo el Peñón. Pero nosotros no lo hemos tomado, hemos ido directamente a las cascadas y, por la derecha de ellas, por un senderillo de cabras muy usado, hemos remontado los peñascos y las cascadas. Tanto en el principio como al final del senderillo se han de emplear las manos y si hay algún alma caritativa que ayude, tampoco viene mal.

Enseguida de pasar el Peñón llegamos al azud de la acequia. En ese punto desemboca el barranco de Juan Rojo marcando el principio del Patamalara y el final del barranco Moreno, barranco este por el que continuamos, por un cahorro estrecho, con la pared ornada de travertino, pero con un piso arenoso excelente.

Más adelante pasamos una pocita en el río, hecha con piedras, y justo allí llega la senda que viene del Acebuchal. Entramos en terreno del cortijo Moreno, entre cañaveras, con algunos olivares incultos a nivel del cauce y zonas cubiertas de mullida hierba. El cortijo Moreno tiene una casa señorial, a la que nos hemos acercado en algunas ocasiones, un poco elevada del cauce, se ve que no querían inundaciones, pero hoy, con el tiempo tasado, hemos seguido cauce arriba.

Hay que sortear algunos rápidos con grandes pedruscos que ponen los escaso puntos dificultosos del recorrido. El barranco, que se había abierto a la altura del cortijo Moreno, se vuelve a estrechar entrando en otro bonito cahorro. Este cahorro anuncia el final del recorrido. A poco aparece la gran cascada allá al fondo.

Llegar a la cascada supone no poco esfuerzo para sortear, primero un gran peñasco y luego la primera cascada que suele tener una cuerda con nudos para facilitar la subida. En el peñasco grande hemos dado por concluida la subida, con 10 minutos de asueto que unos han empleado en hacer el Ángelus y otros en subir a la primera cascada. Habíamos tardado unos minutos más de las 2 horas proyectadas.

El descenso, por el mismo camino, se ha hecho sin mayor dificultad que salvar los rápidos y peñascos. El descenso suele requerir mayor atención para evitar caídas y en algunos momentos ha habido que echar el culo al suelo y arrastrarse para salvar alguno de esos peñascos.

Sobre las 13,30 llegábamos a los coches. Un ratito para cambiarnos de ropa y, sobre todo, de calzado, y ¡a Mezquitilla!

Lucía, quien había sugerido Los Niños para almorzar, nos esperaba con su cervecita en la mesa preparada para los 12. Cervezas para quitar la sed y pasamos a la comida. Ensaladas, gambas cocidas, coquinas, arbitán, culones, pintarroja, raya y boquerones, tres platos de cada uno distribuidos en la mesa. Todo servido y comido con la debida parsimonia, acompañado de un rico y fresquito albariño. Algún, postre, licores dulzones y algún café. Excelente comida de comienzo de curso.

Manuel de Rincón ha tenido el detalle de invitar a la bebida y los postres. ¡¡¡MUCHAS GRACIAS MANUEL!!!, y que la convivencia con Esther siga siendo al menos tan placentera como hasta ahora.

El Patamalara es un río agradable, cortito, con algún punto de dificultad, fresco y sombreado. Hemos de visitarlo todos los años.