miércoles, 13 de agosto de 2025

VIAJE DE CARLOS, FALI Y DAVID A KIRGISTÁN, UZBEKISTÁN Y TAYIKISTÁN DEL 2 AL 23 DE JUNIO DE 2025

 

a 2 de junio, lunes.

Salida de Málaga a las 18 horas dirección Estambul. Llegada a Estambul prevista a las 23:25, con lo que nos quedaba poco margen de tiempo, pues nuestro vuelo a Biskek salía a las 00:45, para realizar el transfer. Pero los vientos del oeste estuvieron a nuestro favor y finalmente llegamos a Estambul a las 22:40, casi una hora antes, con lo que el margen nos dio para buscar la puerta de nuestro nuevo destino sin prisas y sin agobios. A la hora prevista 00:45, salió nuestro vuelo rumbo a las estepas del centro de Asia.

Dia 3 de junio, martes.

Después de estar toda la noche volando y sumar las horas de diferencia entre Estambul y Biskek, con respecto al horario español, llegamos a la capital kirguisa a las 8 de la mañana, una hora antes del horario previsto. Aquí los vientos del oeste también acudieron en nuestra ayuda.

Después de la experiencia vivida en Indonesia para realizar los trámites de entrada al país, donde estuvimos dos horas de reloj para poder entrar, nos encontramos con una entrada al país de lo más rápida que se puede pensar. Llegada a la pequeña cola, entrega del pasaporte revisión por parte del agente, miradita a la cámara.. y sellado del pasaporte. Ya estábamos en Kirguistán.

Compra de la tarjeta de móvil para poder tener internet, y salida a la calle donde nos esperaba el taxista que nos llevaría hasta el hotel, situado casi en pleno centro de la capital y a unos treinta kilómetros del aeropuerto.

La primera impresión que teníamos de Kirguistán al adentrarnos por los barrios periféricos de la capital, fue la de una ciudad extensa, con la mayoría de las calles sin asfaltar, con abundante vegetación por todos lados, con pocas señalizaciones y con cierta laxitud en las normas de circulación. Pero a medida que nos acercábamos al centro, se iba pareciendo cada vez más a una ciudad grande. Eso sí, el nivel de vegetación seguía siendo igual de relevante como en la periferia; y, la laxitud en el conducir seguía siendo la misma. Llegados al hotel y como el cheking no se podía hacer hasta la una del mediodía, nos fuimos a tomarle el pulso a la ciudad y al país.

Empezamos por ir a desayunar y cambiar dinero, todo lo podíamos hacer en un centro comercial cercano al hotel. De las dos cosas previstas, el desayuno fue la única que pudimos llevar a cabo. Desayuno escueto, no daba para más la cosa: café y medio croissant relleno de verduras, salmón y salsa de yogur. Lo de cambiar dinero fue más complicado. En la oficina de cambio había un cartel que anunciaba de la apertura de la oficina, pero ésta no se produjo en todo el tiempo que estuvimos, por lo que nos fuimos a buscar algún otro sitio donde cambiar, y pagamos el desayuno con tarjeta. Nos dirigimos hacia la plaza Ala-Too epicentro de la ciudad. De camino pudimos cambiar en una entidad bancaria y llegamos justo a tiempo de ver el cambio de guardia en el monumento a Manas levantado en la plaza. Decidimos continuar la visita por el centro y llegarnos hasta el bazar de Osh. A la entrada del bazar decidimos comer, antes de adentrarnos por sus callejuelas. Comida excelente con una excelente atención por parte, creemos, de la dueña, que en todo momento intentaba explicarnos cualquier duda que teníamos. El bazar por la hora que era, no estaba en su mayor esplendor, así que pudimos recorrerlo sin ningún tipo de apreturas. Concluida la visita, ya nos dirigimos hacia el hotel para realizar el cheking y descansar de la jornada agotadora.

Después de descansar salimos a cenar un poco, charlar un rato en la sala del hotel y marcharnos a la cama, pues queríamos madrugar para trasladarnos a Karakol.













a 4 de junio, miércoles.

Tras levantarnos sobre las 6:30, y desayunar algo calentito en el hotel, la joven recepcionista nos pidió un taxi que nos llevaría a la estación de autobuses del Oeste para coger la marshrutka” en dirección Karakol. Las marshrutkas” son furgonetas de pasajeros que unen distintas ciudades. Cada una tiene su número distintivo según el trayecto que hace. La nuestra era el número 501. Qué buen coñac!!!!

A las 8:05 salimos de la estación y teníamos por delante un trayecto de unos cuatrocientos kilómetros. Nos esperaban unas seis horas de viaje. La carretera era de doble calzada, pero sin la seguridad ni comodidad de nuestras autovías. Cuando todo parecía que iba a discurrir por dicha carretera, empezaron a aparecer los tramos en obras, que prácticamente fueron el último tercio del viaje. Alternando tramos en obras con tramos con asfalto llegamos a Karakol, ciudad donde el tiempo se ralentiza, a las 3 de la tarde. Nada más llegar por Google empezamos a buscar el sitio donde dormiríamos esa noche. Al llegar a un lavadero de coches le preguntamos a un joven si nos podía indicar por dónde quedaba la calle. Cuál fue nuestra sorpresa que tras mirar la dirección se ofreció a llevarnos en su coche. Así que, sin quererlo, la providencia nos envió a este amable muchacho paquistaní. Tras tomar posesión de la habitación, salimos rumbo al centro para buscar algún sitio donde comer. Comimos en un restaurante situado junto a unos cines. Tras la comida, como ninguna de las películas que echaban nos parecían interesantes, buscamos la oficina de la CBT Karakol (Turismo Basado en la Comunidad) donde nos informarían de las posibilidades de lugares a visitar. Concretada la ruta que haríamos, salimos a recorrer la ciudad de Karakol.

Karakol es una ciudad con anchas y largas avenidas y un sinnúmero de calles sin asfaltar. Muchos parques, mucha vegetación y mucho verde entre las casas. Tras recorrer la ciudad, nos fuimos a descansar. A la llegada nos encontramos con unos españoles que nos informaron de nuestro próximo destino y que harían la misma ruta que nosotros al día siguiente.












a 5 de junio, jueves.

Madrugamos más de lo habitual. Teníamos previsto el desayuno a las 7:15.

A las 8:00 nos recogió el todoterreno ruso de la Segunda Guerra Mundial, que nos llevaría hasta Akk-Suu y desde allí comenzar la subida hasta el Valle de Althyn-Arassan. Nos había dicho quién nos atendió en la CBT Karakol que el camino era dificultoso, pero hasta que no lo empezamos, no nos dimos cuenta realmente, de lo que significaba dificultoso. El camino era como andar por el cauce de un río tras una avalancha de agua enorme, y que se había secado. Todo lleno de piedras de todos los tamaños, surcos enormes dejados por el incesante pasar de grandes vehículos todos terrenos que suben a los turistas hasta Althyn- Arassan. Llegamos a las diez, después de recorrer sólo dieciséis kilómetros y dos horas de tortuoso traqueteo.

Realizamos dos pequeños recorridos por los alrededores del poblado. El primero nada más llegar, siguiendo el cauce del río Karakol hacia su nacimiento. Nos fuimos acercando, sólo acercando, hasta los valles que tenían de telón de fondo, las impresionantes alturas de nieves perpetuas de las Montañas Tian Shan Centrales. Después de la comida, dimos el segundo paseo en dirección contraria al anterior. En el segundo recorrido, ya después de comer, ascendimos hasta una solitaria yurta por encima del campamento, para descender posteriormente hasta un pequeño puerto desde el que se divisaba todo el valle y las laderas empinadas de los montes circundantes. Acabamos la ruta y nos fuimos a dar un baño en las aguas termales de las que disponía nuestro asentamiento. Después de tan relajante baño, cenamos entre los alborotadores brindis de una veintena de coreanoschinosjaponeses, la verdad que no pudimos descifrar su nacionalidad. !Nori los hubiera reconocido a la primera!

Y a continuación nos fuimos a dormir.

















a 6 de junio, viernes.

Esta vez no madrugamos. A las 9:00 habíamos quedado con el chofer que nos bajaría. Desayuno tranquilo y poco apetitoso para nosotros. Menos mal que desayunamos poco!!! Porque a continuación nos quedaban los dieciséis kilómetros de bajada del tortuoso carril. No se sabía qué era peor, si la subida o la bajada. Nuestras cabezas y el techo del pequeño todoterreno se hicieron amigos íntimos.

A las 10 nos dejó el conductor sanos pero sin ningún hueso en su sitio en la estación de autobuses de Karakol. Allí el consiguiente preguntar por la marshrutkade nuestro destino. Como había salido ya la última marshrutka, y no se sabía cuándo saldría otra, nos tocó el consiguiente regateo de taxis para que nos llevaran. Conseguimo uno a buen precio y, !!!! hacia Kochkor !!!!, que no lo había dicho, era nuestro siguiente destino.

Durante el trayecto que duraría unas cinco horas paramos a almorzar en un restaurante de carretera, donde había parado el conductor a dejar un bolso que se había dejado un pasajero en un anterior viaje. Sin pensárnoslo dos veces aprovechamos la parada para comer, después del desayuno tan frugaz de la mañana. A falta de cervezas o vinos nos dieron a probar el tan” que es la bebida nacional kirguis. Es una bebida de trigo fermentado ( aquí podríais pensar que os hablo de cerveza) pero nada más lejos de la realidad, sólo tiene el sabor al fermento y al final, pero que muy al final, quieres reconocer el sabor de la cerveza. Bebida nada recomendable para la Vinoteca, y que decidimos no llevaros una botella para que la degustarais  en una de vuestras salidas; entre otras cosas, porque no queríamos que os estuvieseis acordando de algunos familiares nuestros el resto de vuestros días. Durante la comida nuestro conductor nos deleitó con una exhibición de komuz” instrumento parecido a la bandurria, pero con sólo tres cuerdas. Terminada, eso sí, la estupenda comida, nos pusimos en camino. Después de tres horas llegamos a Kochkor, directamente a la ”guethouse” que habíamos cogido. Realizadas las tareas de acoplamiento en el módulo kirguis, nos dirigimos directamente a la agencia que nos prepararía la subida al lago Son-Kol. La cena fue un regalo de nuestra anfitriona que tuvo a bien agasajarnos por ser ese día, fiesta religiosa a nivel nacional. Cena excelente y típicamente kirguis.














a 7 de junio, sábado.

A las 6:30 ya estábamos en pie, aunque no teníamos el desayuno hasta las 7:30. Queríamos ir antes de partir para el lago Son Kol, a un mercado de animales que se celebraba a las afueras del pueblo, pero que al final se convierte en un mercadillo donde se vende de todo.

Después de desayunar nos dirigimos hacia la parada de taxis para que nos llevara hasta el mercado. Rápidamente cogimos uno y en cinco minutos llegamos. El mercado era principalmente de ganado: ovejas, vacas, caballos, pollos, patos, conejos,el ambiente bullicioso de los tratos de compra y venta, se percibía por todos lados. Junto al de ganado, había otra zona más parecida a los mercadillos nuestros.

A las 9:30 dejamos el mercado y nos dirigimos hasta el hotel para recoger la mochila y tirar para la agencia, donde nos recogerían a las 10:00 para llevarnos hasta el lago Son-Kol. El lago estaba a unos setenta kilómetros de Kochkor y a 3.300 metros de altitud. Toda la carretera hacia el lago pasado el pueblo de Tolok, es un espectáculo paisajístico. Van sobreponiéndose paisajes desérticos con paisajes de media y alta montaña. Las paradas son constantes para hacer fotografías. Después de dos horas y media de viaje llegamos al lago. El lago es inmenso y nuestras yurtas estaban en la zona de Batai Aral. Hay varios campamentos en las orillas del lago. El nuestro estaba casi montado, todavía faltaban algunas yurtas, pero las infraestructuras esenciales para acoger turistas estaban montadas. La jornada transcurrió dando paseos por los alrededores, ayudando a construir una de las yurtas y en charlas con los parroquianos, pues estaban deseosos de conocer nuestras curiosidades: nacionalidad, estado civil, edad, hijos,………. Iba a terminar la narración del día, y se me iba a olvidar las comidas: tanto la del almuerzo, como la de la cena, fueron estupendas, preparadas por la abuela y su hija.



























Día 8 de Junio, domingo.

Este día fue el más viajero. Queríamos ir desde el lago Son-Kol hasta Tashkent (capital de Uzbekistán) en autobús, pasando por Bishkek (capital de Kirguistán), siempre y cuando las estrellas se alinearan. Y bien que se alinearon!!

Teníamos el desayuno a las 8:00 y aunque algunos nos levantamos antes para explorar los alrededores, pero al final, nos tuvimos que volver para la yurta del frío que hacía. Y eso que no corría nada de viento!!! Después de desayunar y despedirnos de nuestros agradables anfitriones con fotos de rigor, abrazos y besos; a las 9:00 salimos rumbo a Kochkor para coger la marshrutkaque nos llevaría hasta Biskek. Por el camino en pleno puerto a 3.500 metros de altitud, en una parada para hacer unas fotos, el conductor se da cuenta que hemos pinchado. Parada para arreglar el pinchazo y a continuar el viaje. Sobre las 11:30 llegamos a Kochkor, con parada en la oficina de la agencia Jailoo Turística para despedirnos de la responsable, una señora mayor, que hablaba un inglés correcto y que la regenta de forma muy, pero que muy correcta, pues sabe congeniar el negocio con el buen trato y sin abusar en los precios. Todavía hay gente en los negocios turísticos con bastante dignidad. Sobre las 11:40 llegamos a la estación de autobuses de Kochkor y como la primera marshrutkaestaba completa, nos acomodamos en la siguiente, en la que tuvimos que esperar a que se completara para salir hacia la capital. Se completó rápidamente y sobre las doce y algo salimos. Los ciento ochenta kilómetros que teníamos que hacer se recorrieron en dos horas y media, así que sobre las tres de la tarde llegamos a la nueva estación de autobuses de Bishkek. A la llegada preguntamos por el autobús nocturno que nos llevaría a Tanshkent y cuál fue nuestra sorpresa que nos dijeron que no salía de allí, sino de la antigua estación, situada a doce kilómetros de la capital. Le dijimos si no podían poner las estaciones de autobuses más cerca de las ciudades, porque a esas distancias, daba lo mismo coger el taxi para la estación, o ya subidos, seguir camino hasta el sitio elegido. Ya que estábamos en esa disyuntiva, le preguntamos si desde allí se podían sacar los billetes, y el muchacho que nos atendió, amablemente nos buscó y proporcionó los billetes sin tener que desplazarnos hasta la estación.

Como teníamos seis horas por delante y aún no habíamos probado nada desde el desayuno, lo más perentorio era: en primer lugar salir de la estación y acercarnos hasta el centro, pues la estación también estaba alejada de la capital; y en segundo lugar comer, pues encomiendose ve las cosas desde otro punto de vista.

Cogimos un taxi por la aplicación Yandex (muy práctica y utilizada), y cuando nos dirigíamos al centro, recordamos haber visto una mezquita bastante grande en el trayecto. Así, que le dijimos al taxista que nos parara en la mezquita que estaba antes, que el sitio que le habíamos dicho previamente, pero que le íbamos a pagar como si hubiera completado el trayecto. Nos paró ante la mezquita, y en vez de llenar primero el espíritu, nos fuimos a un bar cercano a llenarnos de algo menos espiritual, y más terrenal.

Comidos y bebidos (no como hubiésemos querido en cuanto a bebidas), ya con el cuerpo reconfortado, nos dirigimos a visitar la mezquita. Una mezquita de reciente construcción y que se asemeja a la mezquita de Sultanahmed” de Estambul. Después de la visita tomamos un té por la zona alrededor de la mezquita y nos dirigimos, previa busca en la aplicación del transporte, hacia la estación de autobuses que distaba doce kilómetros desde nos encontrábamos.













a 9 de junio, lunes.

El día nueve de junio empieza realmente a las veintiuna horas del día 8, que es cuando sale el autobús desde Bishkek (Capital de Kirguistán) hacia Tashkent ( Capital de Uzbekistán). Nos quedaban por delante doce horas de viaje, más cuatro pasos fronterizos entre los países antes nombrados, más la entrada y salida de Kazajistán. El autobús en su ruta, salía de Kirguistán, atravesaba parte de Kazajistán y por fin llegaba a Uzbekistán. La verdad que la experiencia sin ser traumática, tuvo tintes de irracionalidad. En cualquier paso fronterizo estás a merced del funcionario (en todos los que hicimos eran militares) y de las pegas que te quieran o no, buscar. Ese fue el caso de la salida de Kazajistán, donde los funcionarios estuvieron más quisquillosos con el pasaporte de David, y como consecuencia estuvimos un poco de tiempo, que se hace interminable a las pegas que puso el militar que le tocó en suerte. La realidad fue que David se percató, de que los que iban delante de él, le metieron dinero en los pasaportes que entregaron al militar de la aduana. El militar se percató de que iba dinero dentro del pasaporte, e igualmente, de que David se había dado cuenta de la situación. Conclusión, te mareo un poco para intimidar. A pesar de esas cosas sin importancia, al final a la hora prevista llegamos a Tashkent. Desayuno en la misma estación, búsqueda de un coche que nos lleve al hotel, y toma de posesión de la habitación. Duchas, selección de ropa para la lavandería, y, salida sin demora hacia el centro de la ciudad. Directos a la plaza Amir Tiomur Maydoni. Visita a la plaza y alrededores y nos marchamos hacia el complejo Khast Imom , el centro oficial religioso de la república con la bonita mezquita  Hazrati Imán Mosque. En los alrededores del complejo almorzamos. Nosotros ansiosos por una piba”, no seáis mal pensados, que traducido resulta, que estábamos ansiosos por una cervezaaa”. Pero comimos tan cerca del complejo, que seguimos con la ansiedad todo el día. !!!! A quien se le ocurre ir a comer en los alrededores de una mezquita y que le van a poner una cerveza!!!! Al final comimos con dos botellas de agua mineral, una con gas y otra sin gas. Mezclándolas parecían hasta cervezas.

El complejo Hazrati, es enorme, al que están realizando obras para hacerlo todavía más inmenso y más espectacular. Agotados y vencidos, por tanta inmensidad y por las inmensas horas que llevábamos en andas (desde las nueve de la mañana anterior), nos retiramos a nuestros aposentos que se encontraban a siete kilómetros desde el complejo. Aaaaquui ttteermmiiinaaaa el ddddiia.















Día 10 de junio, martes.

Ayer me quedé dormido escribiendo la crónica, disculpad la ilegibilidad de la última frase.

Hoy nos toca jornada doble: primero visita a la capital, y por la noche salimos hacia Jiva, pero más cómodos que el viaje del autobús, iremos en tren y en litera.

Sobre las 8:30 salimos hacia el Chorsu Bazaar, en Taskent (la capital). Como podéis imaginar: bazar, Asia central, ruta de la seda. Inmenso en extensión, galimatías de calles, galimatías de puestos, e infinidad de recovecos y puestos. Sólo en la parte techada alcancé a ver hasta el número mil noventa y cinco. Pero a pesar de la inmensidad, el orden y la pulcritud en la exhibición de los productos a vender: por un lado, los frutos secos, por otro las verduras, especias, carnes, éstas según las partes del animal a vender, joyas y oro, tejidos…… todo estrictamente ordenado como corresponde a una zona donde el comercio se lleva practicando desde hace cientos de años.

Almorzamos en uno de los restaurantes del mercado, el plato más popular por estos lares plov”. Arroz cocido con verduras, garbanzos, cordero y algunas especias. Cada zona dice preparar el plov” mejor que las demás. La verdad es, que en todos los sitios, donde lo hemos comido estaba muy bueno.

Tras la comida y como el calor apretaba, decidimos hacer el tour de las estaciones de metro. Estaciones de metro con mucha fama por su belleza y que hasta hace poco no se podían fotografiar por motivos de seguridad. Primero vimos la de la línea azul, a continuación nos pasamos a la línea roja, y para acabar nos subimos a la línea verde. Todo por treinta céntimos de euro, que era lo que costaba el billete. Las estaciones son asombrosas y vale la pena echar la tarde al fresquito recorriendo estaciones.

Vistas las estaciones más representativas, nos fuimos para el hotel a asearnos, descansar y prepararnos para la noche que nos esperaba. Lo que ocurra durante la noche ya será para la crónica de mañana. 





























a 11 de junio, miércoles.

A las 00:00 salía el tren hacia Urgench en un trayecto de 13 horas en litera. Por fin haríamos un viaje nocturno con todas las comodidades!!!! A las 22:30 salimos del hotel rumbo a la estación, llegando sobre las 23:05, con lo que nos daba más que tiempo suficiente para tomar algo antes de subir. Después de cenar algo ligero, decidimos no comprar nada, porque pensábamos desayunar en el tren, y si hacía falta algo más, comprarlo en el vagón restaurante. Nos dirigimos hacia el tren y cuando nos subimos..! Sorpresa!!!!! Se nos quedó la cara del Risitas” cuando lo contrataron para descargar el camión de garrafas de agua, y se encontró que eran sacos de cemento. El tren era de los de la época soviética, con compartimentos sin cerrar con cuatro literas por compartimento, y literas añadidas enfrente de los compartimentos, por debajo y encima de las ventanillas del pasillo. Quedaba un estrechisimo espacio para poder ir al servicio que se encontraba al final del vagón. !!! Y sin aire acondicionado. !!!! Y además lleno hasta arriba!!! Nunca mejor dicho. Otro detalle ligero sin importancia, !!! tampoco había vagón restaurante!!!! La labor la hacía una calentadora de agua de carbón, donde aquel que quería llevaba su vasocon su infusión y se echaba el agua caliente.

Nuestras caras debían de ser un poema cuando nos acomodamos en el vagón. Además para poder montar la cama y poder estirarnos en la litera superior del pasillo había que cerrar completamente la ventanilla. !!!!Y sin aire acondicionado!!!!

Menos mal que pasaba una señora vendiendo abanicos.

Pero a pesar de los presagios de pasar un viaje horrendo, todo cambia cuando charlas con la gente, aunque no hables el mismo idioma, cuándo te ríes de ellos, de ti y con ellos, cuando descansas, cuando fríamente analizas la situación y te das cuenta de que estás cargado hasta las trancas de prejuicios y comodidades innecesarias; entonces el viaje se vuelve en una de las mejores experiencias que has vivido.

Cargados de entusiasmo y de arena, que se colaba por todos lados, tras las tres horas de travesía del tren por el desierto, llegamos a nuestro destino a la hora prevista. A la salida de la estación cogimos un taxi hasta Jiva. Nos dejó a la entrada de la puerta Oeste, pues los taxis no pueden entrar en la ciudad amurallada. Preguntando se va a Roma, y a nosotros nos sirvió para encontrar el alojamiento. Rápidamente nos fuimos a la ducha a refrescarnos y quitarnos la tierra que se nos había colado hasta zonas insospechadas. Salimos para comer algo, y derechos a la cama a descansar un poco, después de la experiencia del tren.

Al atardecer salimos a recorrer las calles de Jiva y a contratar un taxi que nos llevara al día siguiente a realizar la ruta de las fortalezas Elliq Qala del desierto.

Cena ligera cerca del alojamiento y a la cama que al día siguiente había que madrugar.











a 12 de junio, jueves.

 Nos habíamos propuesto hacer un recorrido por las distintas fortalezas que aparecen alrededor de Urgench en el desierto de Kisylkum. Las llamadas Elliq Qala ( cincuenta fuertes)  Para ello decidimos contratar un taxi. Visitar todas las fortalezas nos llevarían unas diez horas, por lo que decidimos visitar tres de las más importantes, que sólo nos llevaría unas cinco horas.

La salida la teníamos prevista para las 7:00 de la mañana. Puntuales empezamos el recorrido. Al principio las dos primeras visitadas: Duman Kala y Kavat Kala nos parecieron decepcionantes. Hay que explicar que las fortalezas se construían de adobe, y el paso del tiempo no es lo mismo en una pirámide que en una fortaleza de adobe; por los que estas dos primeras, apenas mantenían en pie varios pegotes de barro. El l contorno que se observaba daba sensación de haber sido de importancia, pero los restos que quedaban se asemejaban más a termiteros que a impresionantes fortalezas. Nuestra decepción fue mayúscula, si teníamos contratada la visita a tres fortalezas y ya habíamos visitado dos, ? Sólo nos quedaba una y en igual estado de conservación???? Le preguntamos al taxista que vaya birrias de fortalezasen perfecto uzbeco. ???? Eso es lo que habíamos pagado??? Dicho esto en un perfecto ruso del mismo centro de Moscú.

Se echó a reír, y nos dijo que habían sido un regalo suyo, que a partir de ahora era cuando íbamos a ver las fortalezas contratadas. !!!!! Humor uzbeco!!!! Esto nos dejó más reconfortados, y, a por ellas fuimos.

Nos dirigimos primero a la de Ayaz Kala, una fortaleza enclavada en un promontorio elevado que estaba junto a otra fortaleza incluso mejor conservada que la que se visita. En su recorrido nos acompañó un cachorro de perro especialista en cazar lagartijas del desierto. Alguna cazó pero el pedazo cab.. no se las comía.  Paseo por las murallas que quedan en pie, fotos de rigor, y para el coche. Después nos dirigimos hacia la fortaleza de Toprak Kala donde pudimos observar la distribución y algunas dependencias que aún quedaban en pie. Tanto en esta como en la última visitada pudimos leer en perfecto uzbeco, un cartel que indicaba los trabajos de excavaciones realizados. La última, y más restaurada fue la de Qizil Kala. Mantenía paneles de murallas casi perfectos, al igual que las escaleras que comunicaban las distintos sectores.

Como ya estábamos algo cansados de tanta fortaleza y la calor apretaba de lo lindo, le dijimos al taxista de que se nos antojaba pescaito frito” con una cerveza.

Como ya empezó a conocernos el taxista, nos llevó a un chiringuito uzbeco en primera línea de lago. !!! Vaya cervezas que nos hincamos. Aquí hay que hacer una aclaración: los niveles de cervezas los teníamos muy bajos y las tiras de contraste que utilizábamos indicaban que estábamos al borde de un colapso por los niveles tan bajos de cebada fermentada. El taxista nos salvó de una tragedia mayor.

El pescaito no se pedía por raciones ni medias raciones, directamente por kilos. ??? Quien se iba a resistir a no pedir un kilo para acompañar las cervezas??? Acompañadas de varias ensaladas y de un litro de cerveza por barba, nos comimos el delicioso pescado, que estaba de escándalo.

Con ese cuerpo que se nos quedó después del almuerzo, nos fuimos directamente hasta el alojamiento a descansar, pues por la tarde queríamos entrar a visitar  los monumentos de Jiva. Para ello necesitábamos la tarde del día doce y la mañana del trece.

A las 18:00 horas estábamos en la puerta de información y turismo comprando los tikects para acceder a las monumentos. Dividimos la ciudad en dos partes y esa tarde visitamos los de la parte derecha, según se entra a Jiva por la puerta oeste. !!!! Por si os puede servir para una futura visita!!!

Madrazas, palacios y mausoleo fueron cayendo. Cuando concluimos el listado previsto para la jornada, nos dirigimos hacia las afueras de las murallas para buscar un sitio donde comer entre los lugareños. Nos costó un poco encontrarlo, pero al final cenamos divinamente y mucho más barato que en la zona turística. Por razones obvias cenamos con un agua fresquita inmejorable. !!!!!Las tiras daban una coloración mu chunga” por los altos niveles de cebada en sangre!!!! Concluida la cena nos fuimos a acostar.




















a 13 de junio, viernes.

 A las 8:00 teníamos previsto el desayuno. Como siempre, copioso y variado. A las 8:30 nos pusimos a visitar el listado de monumentos que faltaban. Nuevamente madrazas, palacios, museos y mausoleos, fuimos visitando para llevarnos en nuestras retinas la mayor información posible de la cultura uzbeca. Predominaron en esta ocasión más los museos que las madrazas y palacios. Sobre las 11:30 concluimos las visitas previstas, y tras tomar un refresco por motivos obvios, de mucha calor, nos fuimos al alojamiento a refrescarnos y coger las mochilas, porque a las 13:57 salía nuestro tren hacia Bujará. !!! Aquí ya no hubo sorpresas, Íbamos preparados para afrontar un viaje en tren uzbeco!!!! !!!Sí,sí!!!

El tren atravesó un estrecho y extensisimo túnel, y cual fue nuestra sorpresa que a ambos lados de las vías unas interminables hileras de dromedarios cargados de mercancías, avanzaban hacia una fortaleza inexpugnable enclavada en un pequeño pero extenso promontorio.. !!!! Cerca de la caravana de dromedarios, ocultos tras una alta duna, un grupo de bandidos…… Esto de ponerte a escribir el diario tumbado en la traqueteante litera de un tren!! Voy a echar tranquilamente la siesta y en el alojamiento de Bujara, terminaré con precisa exactitud las crónicas de hoy.

Ya estoy en la reconfortante habitación”de nuestro alojamiento de Bujara. Pero  como tenía algunos defectillos, hablamos con nuestro anfitrión y mañana nos la cambiará. !!!Sigo con lo nuestro!!!A las 9:15 llegó el tren a Bujara. Si el tren de ida tuvo sus aquel, el de vuelta hacia Bujara nos deparaba la sorpresa de viajar a las dos de la tarde, sin aire acondicionado y con las ventanillas bajadas durante las tres horas que duraba la travesía del desierto, y no sabíamos qué era peor: pasar calor a secas, o pasar menos calor, pero con un ambiente irrespirable por el polvo que entraba. Como el refrán dice: allá donde fueres haz lo que vieresNosotros decidimos bajar las ventanillas. Así, que entre botellas de agua, toallas mojadas, camisetas mojadas y pantalones mojados por el sudor, y unas cabezadillas, también mojadas, afrontamos el viaje.

En la estación pedimos un coche para que nos llevara al alojamiento, y a las 22:30 tomamos posesión de la habitación.













a 14 de junio, sábado.

Nuestro alojamiento se encontraba bien situado, cerca de la plaza de Lyabi-Hauz, rodeada de madrazas y con un estanque en el centro que antaño fue una de las piscinas fluviales, que había en Bujará, para disfrute y baño de sus habitantes. Piscinas que por no renovar el agua, eran focos de grandes infecciones.

Obviamente, empezamos nuestro periplo por la ciudad desde dicha plaza. Después nos dirigimos hacia una de las zonas de antiguos bazares, salpicados de sus correspondientes madrazas, mezquitas, cúpulas y minaretes. Contemplamos el enorme Minarete Kalon del año 1127 y con 47 metros de altura, (fue el único edificio que Gengis Kan respetó antes de arrasar la ciudad) y a continuación visitamos la Mezquita del mismo nombre. Justo detrás de la mezquita se encontraba la Ciudadela de Ark, un recinto amurallado que está dividido en dos zonas muy diferenciadas. La de entrada con estancias, patios y caballerizas, muy bien conservadas; y una parte extensa desde la que se domina toda la ciudad, totalmente yerma, vacía. Tras recorrer la ciudadela nos fuimos acercando al alojamiento para descansar y resguardarnos del calor, que ya apretaba de lo lindo. Durante el camino paramos en un restaurante en la zona del zoco.

Tras descansar, y apaciguado un poco el calor, nos pusimos en marcha para visitar la parte de enfrente de la ciudadela. Llegando a la plaza de la ciudadela, nos encontramos que toda la plaza estaba acordonada por rigurosos controles policiales. Se celebraba un acto de la juventud y las medidas de seguridad eran totales. Arcos detectores, policías con detectores, drones y cacheos individuales y control de mochilas, tuvimos que pasar en dos ocasiones para llegar y salir de la zona donde estaban las madrazas y los mausoleos que queríamos visitar. Uno de ellos el mausoleo de Ismail Samani (fundador de la dinastía samanida), se encuentra entre los restos más antiguos de Bujará. Tras las visitas, vuelta para el hotel, cena en el parque cercano, bastante animado por ser sábado y derechos a la cama para afrontar el día siguiente con fuerzas.
























Día 15 de junio, domingo.

Por una extraña fuerza cósmica sideral, que nos atraía hacia la cama, hemos estado más remisos a la hora de levantarnos. Era casi media mañana, las 7:05.

A las 8:00 desayunamos y salimos escopetaos a contemplar los monumentos más significativos que aún nos quedaban por ver. Nuevamente, madrazas, mezquitas, mausoleos y hasta alguna casa de comerciante fueron cayendo ante nuestro espíritu devorador de conocer la cultura uzbezca. A las 12 dimos por concluido el periplo cultural, habíamos visitado los hitos más significativos de la que fue una de las ciudades importante en la cultura uzbeca. Ya sólo nos quedaba por ver Samarcanda la otra ciudad importante. La disyuntiva era si, en nuestra perspectiva de acercarnos a Taskent, continuar viendo monumentos o darnos un descanso, pues teníamos en la reserva dos dias, y cambiar hacia algo de naturaleza.

Nos quedaba el resto del día para decidir qué hacer con los dos días que teníamos de margen antes de llegar a la capital para coger el vuelo de regreso. Barajadas todas las propuestas: Nurata, frontera con Afganistán (nada recomendable), Jizzakh…… nos decidimos por Jizzakh más accesible, y en el camino hacia la capital.

Así que seguíamos viendo monumentos y a Samarcanda nos dirigiríamos mañana. Nos pusimos manos a la obra para buscar un medio de transporte, y viendo las alternativas nos decidimos por el autobús.

La tarde la pasamos despidiéndonos de las calles del bazar de Bujara. Carlos quiso despedirse por todo lo alto, y subió hasta una torre construida ex profeso para tomar unas instantáneas de la ciudad. El resto de la expedición, se quedó cubriéndole las espaldas en un banco, a la sombra de una linda y florida acacia.

Nos fuimos a cenar a un restaurante pequeño, familiar, con poquitas mesas, donde pudimos degustar algunos platos de la gastronomía uzbeca. Felicitamos a la cocinera y nos fuimos a dormir que la jornada fue intensa y no pudimos dar ni una cabezadita”.

 


















a 16 de junio, lunes.

A las 7:30 teníamos el desayuno. Nuestra idea era coger un taxi después de desayunar, que nos llevara hasta la estación de autobuses para coger un transporte para Samarcanda. No teníamos reserva de billetes, por lo que íbamos a la aventura de coger un autobús, una marshrutka” o un taxi compartido. Llegamos a las 8:30 y nos decidimos por el autobús, pero éste no salía hasta las 10:20. Así, que teníamos dos horas por delante para la salida de nuestro autobús.

El reloj de la sala de espera marcaba las doce y cuarto cuando entramos, a la hora seguía marcando las doce y cuarto, y cuando nos fuimos para el autobús, continuaba marcando las doce y cuarto. En la sala de espera el tiempo se había detenido. Éramos nosotros quienes movíamos las agujas del tiempo según nuestras prisas.

A las 10:40 salió el autobús. Esta vez se trataba de un moderno autobús chino, que además del conductor, llevaba un auxiliar que se encargaba de ordenar tanto las maletas como el interior del autobús. Siempre estaba atento a cualquier incidencia y al destino de los pasajeros. Después de casi cuatro horas de viaje, sobre las 15:00 horas, llegamos a las afueras de Samarcanda, que fue donde nos dejó el autobús. Como había varios restaurantes, decidimos almorzar antes de coger un taxi que nos llevara hasta el alojamiento. Plobamos el Plov” por enésima vez y nos pareció uno de los mejores que habíamos comido durante todo el viaje.

Tras la comida, solicitamos el taxi, y sobre las 15:45 horas, estábamos frente a la estatua de Tamerlán, y a las 16:00 horas llegamos a nuestro alojamiento, situado cerca de los principales monumentos en el antiguo barrio judío.

Descanso hasta las 17:30 para pasar las horas de intenso calor, y a las calles de Samarcanda a admirar su esplendoroso pasado.

Primero nos dirigimos hacia la mezquita de Bibi-Khanym, que veíamos desde la puerta de nuestra habitación. A continuación nos fuimos hacia la mezquita Hazrat-Hizr, a escasa distancia de la de Bibi-Khanym, donde se encuentra también la tumba de Daniyat. Allí estuvimos hasta que cerraron a las 19:00. Pusimos rumbo hacia la impresionante plaza del Registán para explorar un poco los alrededores, porque teníamos pensado visitarla mañana. Pero como llegamos cuando estaba anocheciendo, comenzaron a encender las luces, y nos dedicamos a hacer fotos de los juegos de luces, que poco a poco, se fueron convirtiendo en un espectáculo de luces. Así que ni cortos ni perezosos, nos sentamos en unos escalones en forma de gradas, donde se fueron agolpando cada vez más gente para admirar el espectáculo, de luz y sonido.

Terminada la función, nos fuimos hacia el hotel, y como el almuerzo fue copioso, realizamos una cena ligera en el mismo alojamiento. En la sobremesa, nos pusimos a sacar los billetes de tren para Taskent, para el sábado. El Talgo está muy valorado y demandado por estos lares y hay que sacar los billetes con bastante antelación.














Día 17 de junio, martes.

Le habíamos cogido el punto a desayunar a las 7:30, y para qué cambiar, continuamos con el mismo horario, aunque por el calor que ya hacía a esa hora, hubiese apetecido desayunar y salir a visitar monumentos mucho más temprano. Pero los horarios de apertura son los que son, y no vamos nosotros a venir a cambiarlos.

Después de desayunar nos dirigimos hacia el complejo de Shohi Zinda. Espectacular entorno de mausoleos y mezquita enclavado junto a un enorme cementerio. Qué mejor enclave!!!! Realizada la visita de rigor, nos dirigimos hacia el viejo barrio judío, pero cuál no es nuestra sorpresa al averiguar que el viejo barrio judío es donde estamos alojados. Rápidamente cambiamos de registro y nos dirigimos hacia el Siyob bazar. Un gran bazar pero nada comparable al gran bazar de Taskent. Dimos varias vueltas viendo los atractivos puestos del bazar, y nos fuimos a buscar un banco donde poder cambiar, pues los Som” ya iban sonando poquito. Para ello nos dirigimos hacia una amplia avenida fuera del recinto monumental, y encontramos uno, no muy lejos de donde nos encontrábamos. Ya era hora de almorzar, y a buscar un sitio con cerveza nos dirigimos.

Después del almuerzo a descansar al alojamiento, y resguardarnos de las horas más intensas de calor.

A las cinco ya estábamos dirección del mausoleo de Amír Timur, también conocido como Tamerlán, un gran conquistador turcomongol. Ya sabemos de la parafernalia y el reconocimiento de las naciones por este tipo de personajes, y lo que gustan erigirles monumentos que perpetúen sus hazañas.

Hechos los honores a tan insigne personaje, nos fuimos a la plaza del Registán para disfrutar del entorno.

Cuando nos cansamos de tanto disfrute nos fuimos directamente hacia el alojamiento a descansar, porque el día siguiente se presentaba movido e interesante, queríamos pasar a Tayikistán.





















a 18 de junio, miércoles

Desayunamos a la hora habitual de estos días, 7:30. Teníamos previsto hacer unas compras en el bazar de Samarcanda pero al final desistimos;  y pensamos en irnos después de desayunar hacia Tayikistán.

Tras varios intentos en la aplicación de buscar un coche para que nos llevara hasta la frontera, tuvimos que recurrir a un taxi para que hiciera el trayecto (20 dólares). A las 10:30 estábamos en la frontera cambiando somsuzbecos a somonis ” tayikos. A continuación empezamos con todo el trámite que requiere salir de un pais y entrar en otro. Todo fue más rápido y sencillo de lo esperado. Resuelto los trámites aduaneros, cogimos un taxi compartido con una señora, que nos llevó, tras dejar a la señora, a la misma puerta del hotel.

Hechos los trámites de registro y tomar posesión de nuestra habitación, salimos a la calle a tomarle el pulso a la ciudad de Panjakent. Tras dar algunas vueltas por la ciudad, nos dirigimos a comer plov” a un restaurante recomendado por el dueño del hotel, quien nos aseguraba que era uno de los mejores plov”, nada comparable a los probados en Uzbekistán, es más, nos dio una lección de historia, que amablemente nos tradujo Carlos, sobre el pasado tayiko de las ciudades uzbecas. Podíamos deducir, tras pedagógica charla que el plov” tenía su cuna en Tayikistán y no en Uzbekistán. !!!! Y nosotros muertos de hambre!!!!

Tras la degustación a conciencia y exhaustiva del plov” de Panjakent.  El jurado allí reunido acodó lo siguiente: Declarar por unanimidad mejor plov” del viaje, hasta el momento, el degustado en la parada de autobuses de Samarcanda .

Después del esfuerzo de comer y además sumarle la responsabilidad de hacer las funciones de jurado, nos fuimos a descansar y pasar las horas de calor a resguardo, al hotel.

Respuestas las energías, a las 17:00 horas salimos a contratar el taxi para subir al día siguiente a Haft Kul ( los siete lagos). También teníamos que comprar algunas cosillas para llevar durante la excursión, y si se terciaba, rasurarnos las barbas tan pobladas que teníamos, y que nos hacían parecernos más, a una célula durmiente de Al-Kaeda, que a unos pardillos turistas.

Encontramos la barbería buscada. El pirulí blanco, azul y rojo dando vueltas se ha convertido en el emblema universal de todas las barberías del world”. Nos atendieron dos jóvenes barberos muy profesionales que hicieron perfectamente su trabajo. Llegó la hora de pagarles y nos dicen que no nos cobran. Que era un honor habernos afeitado. Encima sacan el móvil y se hacen una fotografía con nosotros. Nosotros, perplejos, insistimos hasta la saciedad y nada de nada. Al final, casi de malas maneras (es un decir, todo fue con mucho respeto y buen entendimiento) le dimos un billete de cincuenta somonis”.

Seguimos paseando por Panjakent e intentamos acercarnos a las ruinas de la ciudad antigua, pero desistimos y volvimos para el centro. En el camino un paisano que estaba en su huerta nos llamó y nos dio una bolsa con albaricoques. Vaya tarde que llevábamos.

Cenamos cerca del hotel, compramos las cosas del día siguiente y para nuestro templo.

















a 19 de junio, jueves

Desayunamos a la hora habitual, y a las 8:00 ya estaba esperando en recepción el chófer que nos llevaría a la ruta de los siete lagos.

Ruta que transcurre por un valle, que se va adentrando en los montes Fann, una cordillera cercana a Panjakent. Aunque hay que subir a una altitud considerable, el taxi que llevábamos era un OPel Corsa. Al principio la carretera toda de tierra es anchísima, porque hay un trasiego enorme de grandes camiones de una explotación minera, parece ser de procedencia china. Las indicaciones estaban en tayiko y chino. Tenía que ser una explotación importante, pues tuvimos que pararnos en una barrera, donde el chófer nos pidió los pasaportes y los llevó a unas oficinas junto a la barrera.

Los siete lagos son una sucesión de lagos, a distintas alturas y de distintos tamaños que un caudaloso río, proveniente del deshielo de las montañas colindantes, va formando en su descenso. Durante todo el trayecto, tanto de ida como se vuelta, fuimos haciendo paradas para hacer fotografías de los distintos lagos y valles, que se iban abriendo a ambos lados de la carretera.

A las 14:00 ya estábamos de vuelta en Panjakent. Fuimos a comer al mismo restaurante del día anterior y posteriormente nos fuimos al hotel a descansar y pasar las horas malas de sol.

A las 18:00 horas salimos a dar un paseo por la ciudad, y nos dirigimos hacia un parque donde vimos ambiente de familias con los niños paseando. Nos acercamos a un chiringuito para tomar un refresco, y pedimos una lata de zumo de granada. Cuando vamos a pagar, nos dice el dueño, un muchacho bastante joven, que es gratis. Que no nos lo va a cobrar, que somos turistas y Bienvenidos. De nuevo perplejos y aunque hicimos intento de pagarle, fue imposible, no quiso ni que le diésemos el dinero al otro niño que estaba con él. Nos tomamos el refresco en la terraza, y cuando nos íbamos, nos acercamos a despedirnos y hacernos una foto con él.

Tras el paseo, a nuestro templo.





















a 20 de junio, viernes

Desayunamos un poco antes de la hora habitual, 7:05. Como ayer no habíamos contratado un taxi para el día de hoy, el dueño del hotel, nos lo buscó mientras desayunábamos.

A las 8:00 estaba el taxi en la puerta del hotel para llevarnos al Iskanderkul Kol, lo que traducido resulta, lago Iskanderkul.

Para ello teníamos que coger la carretera principal que une Panjakent con la capital. La carretera discurre por una profunda garganta junto al río Zeravhsan.  Un enorme río, con un enorme caudal achocolatado, que baja en algunos tramos con una fuerza descomunal. Hay trayectos que nos recuerda los ríos de los documentales sobre el Himalaya. La carretera atraviesa el río, de un margen a otro, según la configuración del terreno.

En el trayecto vamos atravesando pequeñas poblaciones que sirven de parada para tomar un descanso o un refresco. No hay problema a la hora de aparcar. Te pegas un poco hacia afuera de la carretera, no hay ni arcén, ni acera, y si viene un camión de alto tonelaje, y no puede pasar, no hay problema, pitido al canto, y el dueño del vehículo que molesta, lo pega un poco más hasta no dejar margen entre los puestos de compras y la carretera, y el camión pasa. Esta secuencia se repite tantas veces como pasa un camión.

Si eres peatón y estás tomando un refresco o simplemente estirando las piernas, pues sencillamente, ojo avizor, para que no te pille un coche o te lleve por delante un camión. los riesgos habituales que conlleva parar cada dos horas .

Hecha esta anecdótica aclaración, continuamos nuestro viaje hacia el lago Iskanderkul. Pasado el pueblo o ciudad de Ayni, cogemos una carretera a la derecha y dejamos la carretera principal. Al poco de coger la carretera, se convierte en una vía circulatoria que a veces parece carril y otras da sensación de carretera. La magia de Oriente. Así estuvimos durante treinta y cuatro kilómetros, que eran los que nos faltaban por llegar. Ya estáis pensando todos del tortuoso camino que nos faltaba por recorrer. Pero he aquí, la magia de Oriente, el coche que habíamos contratado, era un Toyota Land Cruise. Lo he dejado para lo último el deciros el pedazo coche que llevábamos, para que os hayáis hecho una película de aventura-terror de la aventura de la carretera. La magia de Oriente.

Después de tantas chisteras, conejos y palomas, ya está bien de magia, llegamos al inmenso lago, después de atravesar unos paisajes casi desérticos, pero que te van atrapando conforme los va recorriendo.

Nada más llegar, fuimos a ver una inmensa catarata a escasos quinientos metros que forma en una estrecha garganta, el desagüe natural del lago.

Después nos fuimos a bordear parte del lago, hasta la dachaque tiene el presidente del país junto al lago.

Comimos en tan idílico paraje, en un restaurante en primera línea de lago. La verdad que comimos muy bien. La comida fenomenal, un cordero frito muy tierno y una trucha frita de un pequeño lago que estaba por encima del Iskanderkul, y que visitamos después de comer. Pero todo no iba a ser mágico, idílico y súper guay, el dueño del restaurante nos tenía preparado el número de magia más espectacular, nos preparó la cuenta como si estuviésemos en cualquier chiringuito de Torre del Mar.

Cantando bajito, como he dicho anteriormente, nos fuimos al ver el lago de las Serpientes. Se trata de un pequeño lago casi colmatado por la vegetación circundante, pero que podemos dar Fe, de que ofrece unas truchas extraordinarias, aunque algo caras para ser del país.

Pero pelillos a la mar, y desde allí cogimos el camino de vuelta hacia nuestro templo. Por el camino, las consiguientes paradas para las fotos, los ratos de siestas, y como no, la habitual parada para un refresco con los riesgos habituales. !! Quien se puede resistir a tomarte un agua fresquita, sorteando coches, furgonetas y camiones!!!

A las 19:00 horas llegó al hotel cansada y derrotada esta avanzadilla de la Vinoteca. Tal fue el grado de cansancio que no salimos del hotel, ni para dar un recao chico”.

 


























a 21 de junio, sábado

Desayunamos a la hora habitual. El primer tramo del día se presentaba más tranquilo que los días precedentes. No teníamos ninguna excursión prevista que hacer, sólo, visitar el zoco de la ciudad que estaba muy cerca. Estuvimos haciendo hora en la habitación, hasta las 8:30 para ir al banco a cambiar dinero.

Tras realizar el cambio oportuno, nos dirigimos hacia el bazar de la ciudad. Un bazar bastante grande y típico de la zona, con infinidad de puestos de todo tipo de mercancías, distribuidas por secciones. Lo más llamativo fue que motocarros eléctricos y carretillas manuales, se movían por sus calles sorteando puestos y compradores. Digno de destacar era que todos los puestos son de mercancías prácticas, no había ningún puesto de producto tipicos del país ni para decoración. Tampoco había ningún acoso ni llamada de atención para que te acercaras y compraras. Fue una visita muy tranquila, pero sin posibilidad de comprar algo típico de recuerdo.

Tras la visita al mercado, recogimos las mochilas y las dejamos en consigna en el hotel (léase, puestas encima de un sofá frente al mostrador de recepción) y nos fuimos a comer.

A las 14:15 nos recogía el taxi que nos llevaría a la frontera. 

A las 15:00 horas estábamos cruzando la frontera entre Tayikistán y Uzbekistán. Paso fronterizo muy tranquilo y rápido en el papeleo.

Pasada la frontera, cambiamos el dinero tayiko que nos quedaba a soms uzbecos. Cogimos un taxi y directamente a la estación de tren para coger el Talgo de Samarcanda a Taskent.

A las 18:50 salió puntual el tren y después de casi dos horas y algo, llegó igual de puntual a las 21:10 a la estación de Taskent.

Nuevamente un taxi para llevarnos el hotel donde pasaríamos las dos últimas noches en Uzbekistán.








Día 22 de junio, domingo

Desayunamos más tarde de lo habitual, a las 8:10. Comenzábamos el día en modo relax. Después del desayuno, tertulia extensa antes de ponernos en paraje de andar.

Cogimos un taxi, de nuevo por la estupenda aplicación rusa Yandex, que nos llevaría nuevamente hacia el Chorsu Bazaar, a unos siete kilómetros del hotel. Allí ultimaríamos las imprescindibles compras que faltaban para familiares y allegados. !!!Podéis imaginaros!!! Lo que comprabas en un sitio, y ya no te acordabas de cuánto te había costado, parecía verlo en otro puesto más barato, de mejor calidad y hecho artesanalmente. Esta sensación se repetía por cada artículo que comprabas. Además con unos compañeros un poco cabroncetes, que iba metiendo el dedo en la llaga, y a cada paso te decían: mira la camiseta, el plato,.. igual que el tuyo, pero más barato . Menos mal que las compras duraron poco, porque la estabilidad y buena armonía del viaje estaba en peligro; así como la integridad física de alguno de los compañeros.

Al final, la sangre no llegó al río y tras coger otro nuevo taxi, decidimos irnos hacia la catedral ortodoxa de la Asunción de la Virgen. Queríamos que nos redimieran de los malos pensamientos tenidos en el bazar, contra nuestros compañeros. !!!Qué mejor sitio y a lo grande, que una catedral!!!!

La catedral ortodoxa de la Asunción de la Virgen es un pequeño complejo con tienda de souvenirs eclesiásticos; edificio contiguo con agua milagrosa con un manantial inagotable, donde puedes tomar un trago, saciar tu sed, o llevarte una botella de un litro, dos litros o una garrafa de cinco litros. Depende del nivel del milagro que quieras que se produzca. Nosotros nos acogimos al dogma: Virgencita déjanos cómo estamos . Y no probamos el agua.

Se me pasaba, que el complejo por supuesto también tenía una catedral. Pulcra, debidamente adornada, con su nártex, su nave, su santuario, sus cúpulas redondas doradas, sus ventanales, con multitud de iconos y multitud de ofrendas en modo de velitas, por distintos puntos de la nave, pero con sólo dos bancos donde sentarse.

Redimidos y entonando loas hacia nuestros compañeros, buscamos un sitio donde saciar nuestra sed, pero sin milagros, y nuestro prolongado ayuno. Cerca de la catedral encontramos un self service” de comida, y allí decidimos echar una parada, antes de continuar la visita a otro bazar que se encontraba enfrente.

Después de comer nos dirigimos al bazar, pero al entrar, no lo vimos muy interesante, comparado con los vistos anteriormente; así, que dimos una vuelta al redondel, saludos al tendido, silencio y cambio de tercio. Faena corta, sin prestancia, deslucida, sin brillo pero es que el toro no daba para más.

Al lado del bazar cogimos un taxi que nos llevó al hotel a descansar, porque nos esperaba una noche ajetreada, y los veinte día de viajerosya se estaban notando.






Dia 23 de junio, lunes

Comienza la actividad del 23 de junio, una hora antes de que comenzara el día. A las 23.00 del día 22 de junio, ya estábamos en liza para reanudar el viaje de regreso. En el hotel nos recogió el taxi que nos trasladaría hasta el aeropuerto de Taskent. Los trámites de embarque fueron largos y tediosos, con la compañía aérea muy meticulosa en todo lo relacionado con el equipaje y el embarque. Menos mal, que el control de pasaportes, fue rápido gracias a un agente futbolero seguidor del Barca, que nos sacó de la fila, y nos tramitó los pasaportes rápidamente. A los del Madrid, los iba a dejar en Taskent, pero se apiadó de la mala temporada que habían tenido y al final los dejó pasar. ¡¡ El fútbol que abre fronteras!!

El vuelo salió con puntualidad y a las 5:30 ya estábamos en Estambul. Allí no nos dio tiempo ni a respirar, pues nos quedaba escasamente hora y media para coger el vuelo hacia Málaga. Así, que a trote ligero, sin pausa pero con cierta tranquilidad llegamos a nuestra puerta de embarque, cuando ya estaba el avión medio lleno. A las 7:10 salió nuestro vuelo y a las 10:30 aterrizamos en el aeropuerto AGP de la Costa del Sol.

Habíamos concluido el viaje por parte de Asia central. Para concluir podemos decir que este viaje ha sido más aprovechado que el realizado a Indonesia. De todos los países de Asia central que terminan en “tan”, nos han quedado apenas tres o cuatro por recorrer. En Indonesia en el mismo periodo de tiempo, de las cuarenta mil isla que conforman Indonesia, nos quedaron por recorrer treinta y nueve mil novecientas noventa y seis. ¡No hay color!

¡¡¡FIN DEL VIAJE!!!