Participantes: Fini, Antonio
Muñoz, Lucía, Lily, Antonio Usieto, Antonio de Fornes, Manolo y Jesús.
Distancia recorrida: 11,9 km
Desnivel acumulado: 460 m
Desayuno en la gasolinera de Beas. Usieto tuvo la amabilidad de invitarnos porque mañana se celebra el Pilar. ¡¡¡Muchas gracias Antonio!!!
Aparcamos en la carretera a Prado
Negro, frente a la cañada del Moro y de allí continuamos por la carretera hacia
Prado Negro. El barranco de Fuente Grande llevaba un poquito de agua a pesar de
la sequía.
Prado Negro se ha convertido en
una barriada poblada de chalets donde las antiguas huertas pasaron a ser
solares para edificar y ahora han devenido en jardines y algún huertecillo.
Chalets con sus correspondientes perros gritadores que molestan a los pacíficos
caminantes. Había también unos cuantos caballos sueltos comiendo lo que podían
de los árboles y de las matas del suelo.
La pista asfaltada termina en
unos campos preparados para aparcamiento y nosotros seguimos por la pista
terriza, a la derecha, por debajo de los aparcamientos, entre los chopos,
sauces, nogueras y cerezos de los chalets. Más adelante la pista se divide.
Dejamos el ramal de la izquierda que sube a la cortijada de Pedro Andrés y
tomamos el de la derecha paralelos al arroyo de Prado Negro.
La pista termina a la entrada de
un chalet y tomamos la senda que parte a la izquierda, por la valla del chalet,
junto a una fuentecilla de obra, muy bien arreglada, con su chorrito de agua en
esta época de sequía. Antonio supone que el agua viene de la fuente de la
Doncella. Poco más adelante pasamos junto a las ruinas del cortijo de la
Doncella y sobre él debe estar la fuente homónima.
Este tramo del recorrido está
señalizado como PR. Es el PR-A 386 entre Prado Negro y Sillar Baja. Junto con
el PR cruzamos el cauce del barranco de Prado Negro para internarnos en un
bonito encinar que precede a los llanos de la Doncella o del Trincadero,
desarbolados porque en ellos se cultivó hasta hace poco. En los llanos tenemos
de frente, al este, el collado de Rojo a donde se dirige el PR, mientras que
nosotros seguimos a la derecha para rodear los peñones del Trincadero por el
sur, por la cañada del Trincadero, pasando antes por la fuente de la Pileta,
sin agua.
En el collado del Trincadero
damos vista al este, a la cañada que baja a los Sillar Alto y Bajo y a los
cerros Zojor y Cucadero a la derecha. Hacia el Zojor nos dirigimos y en su
cumbre, al fresquito, charlamos un rato y tomamos un breve Ángelus.
Del Zojor continuamos al oeste
hacia el cerro Picón dejando a la derecha otro cerro más plano con las bases
para un par de torres de electricidad en su cima. La subida al Picón resulta
complicada y Antonio Muñoz tuvo que ejercer de explorador para dirigir al grupo
por donde el acceso era algo mejor. Descendimos por el oeste, por una zona más
fácil que la subida al principio, aunque luego se complicó en una ladera con
fuerte pendiente y con piedrecillas resbaladizas.
Una vez alcanzada la pista teníamos
ya el camino expedito hacia el restaurante. La pista desciende por el valle del
barranco Almuéjar, pasa por el collado del Haza del Horno y va rodeando el
cerro Almuéjar que llevamos a la derecha. Acortamos en algunos zigzags de la
pista y finalmente la abandonamos cuando ya tenemos cerca el cortijo de la
Ermita de San Antonio por una senda que sigue rodeando el cerro Almuéjar. Pasamos
por el imponente tajo del Despeñadero para entrar en el valle del arroyo de
Prado Negro, por una senda empedrada y muy utilizada.
Cruzamos el arroyo y entramos en
el caserío de Prado Negro justo por el restaurante El Jabalí, donde teníamos
reservada mesa, a la sombra, al fresquito, en esa deliciosa terraza.
Comenzamos por unas cervezas
frías, aperitivos de ensaladas, morcilla, chorizo y sangre, y luego unos platos
de jabalí y chivo con patatas panadera. Todo delicioso. Para beber un syrah
Méndez Moya de Baza, rico también. Postres, cafés y chupitos de ron a falta de
orujo.
Quedaba poco más de 1 km hasta el
coche, camino que vino bien para asentar la comida.
Día estupendo, con sol, poco
calor, poco viento, por unos bosques de encina preciosos. Y una caminata
cortita que se agradece.