Participantes: Fini, Antonio Muñoz, Pili, Paco Ponferrada, Lily, Antonio de Fornes, Antonio Usieto y Jesús
Distancia recorrida: 13,5 km
Desnivel acumulado: 700 m
Desayuno en el hotel-restaurante Boabdil. Camarero desagradable que no acertó con casi nada de los que se le pidió. ¡Qué diferencia con el que nos atendió hace un par de sábados! A 3,50.
Con caminatas los miércoles y
sábados ya no sabe uno qué poner para no repetir demasiado. De esa búsqueda de
rutas poco utilizadas salió la idea de cerro Silleta o Silleta de Padul.
Desde Boabdil se entra en Otura,
dirección Dílar, y a la entrada de Dílar hay una pista asfaltada que rodea el
pueblo por el sur sin tener que atravesar sus enrevesadas calles.
Partimos de la ermita de nuestra
Señora de las Nieves hacia el sur, siguiendo el PR-A 73, Sendero de la Silleta,
entre unos buenos olivares, bien cultivados, que estaban siendo remoldados, en
una mañana serena, fría, bien abrigaditos.
El carrilillo entre los olivares
se convierte en senda cuando cesan los campos cultivados y comienza el monte.
Teníamos ante nosotros una ladera empinada, respetable, que tomamos con alegría
para paliar la frescura de la mañana. Pronto comenzaron a sobrar capas porque,
aunque la senda era buena, la pendiente exigía esfuerzo y además de gotear por
la nariz empezamos a gotear también por la frente.
La subida se hace por una cañada,
entre un hermoso pinar, con matorral de aulaga, alhucema, tomillo, etc. en el
sotobosque. Conforme ascendíamos se iban teniendo unas hermosas vistas al
norte, pero la cuesta no terminaba fácilmente: cuando creías que llegabas
arriba siempre había un repecho detrás que no se veía.
Finalmente coronamos el pinar
dando vistas a una llanura, cultivada en parte, alrededor del cortijo del
Manar. No esperábamos esa llanura en medio de la sierra. Cruzado el llano
teníamos delante otra ladera, con sus pinos, y arriba el pico Silleta. Sube la
senda empinada primero y más tendida después hacia el colladito que antecede al
pico. Pronto se comienza a divisar el vértice geodésico del pico Silleta y
recordamos a nuestro amigo Manolo, hoy en el dique seco por mor de un ojo.
Al pie del roquedal del pico nos
reagrupamos y afrontamos la pequeña trepada para coronar el pico. Arriba venía
viento frío. Por eso, después de disfrutar un poquito de las vistas, bajamos
enseguida.
Volcamos al sur siguiendo la
senda a Padul. En cuanto dejamos la cresta el viento amainó y entre el pinar
descendimos al siguiente punto de interés. La Ventana. En un peñascal hay un
gran arco pétreo a través del cual se da vista a toda la llanura de Dúrcal y a
la blancura de Sierra Nevada. También a la laguna y turbera de Padul.
Hechas las oportunas fotos
volvimos sobre nuestros pasos un trecho para tomar una senda que llanea por la
ladera hacia el este. Todas las sendas en perfecto estado. Muy buenas.
El día había cambiado. El sol fue
cubierto por las nubes, la calma sustituida por un viento frío, cortante, y
desde el llano subía un gran nubarrón hacia Sierra Nevada tapando toda la
blancura de la nieve. Era hora del Ángelus, pero nadie dijo de parar porque
parecía que podía comenzar a llover en cualquier momento.
La senda desciende al collado de
la Mala Mujer, donde entramos en un carril, también al este, también
descendiendo. Paramos en un curioso hito de piedra grabada que señalaba la
linde del Marquesado de Dílar y proseguimos hasta un cruce de caminos en un cruce
que alberga un abandonado nogueral. Allí había que decidir: proseguir hacia la
Ermita Vieja, al este, o acortar por otro carril al noroeste.
Dado el cariz que había tomado el
día decidimos acortar porque no teníamos claro si con el frío nos convenía
parar a comer. Según íbamos bajando el viento amainaba. Dejamos el carril por
una senda señalizada hacia la ermita de las Nieves. La senda llegaba a un
barranco, en una zona arenosa, llana, a resguardo del viento, y después de un
corto conciliábulo lo elegimos como restaurante de hoy.
Sentados en hilera para
aprovechar un resalte del suelo del barranco comenzaron a pasar las fiambreras:
chacinas varias de chorizo, longaniza, cortezas de tocino, rico lomo y tocinito
blanco. Lo justo para enjugar una cerveza fresquita. Vino después un remojón
granadino, coliflor y cardo que pasamos con un rosado de Bancal. Terminamos con
una jugosa tortilla y una jibia en salsa muy sabrosa, “hecha con mucho cariño”
y una botella de garnacha riojana. Tés variados, galletas y unas ricas
almendras garrapiñadas hechas por Usieto la noche anterior.
El ágape fue mucho más corto que
otras veces porque el frío nos atería. Seguimos el camino barranco abajo hasta
dar con una senda hacia la ermita por medio de hermoso pinar. La senda se
convierte en carril al llegar a terreno cultivado y entre almendrales y
olivares llegamos al coche.
Como era temprano nos acercamos a
hacer una visita a la ermita de Nuestra Señora de las Nieves. Muy bella la
fachada presidiendo un edificio muy equilibrado y blanquísimo.
Una bonita ruta, con excelentes
sendas, bien señalizadas, por bosque de pinar y con muy buenas vistas.
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