Cuesta del Azafrán.
22 de enero de 2025
Participantes: Fini, Antonio
Muñoz, Rafa Lozano, Pili, Paco Ponferrada, Manolo, Antonio Usieto, Antonio
Jiménez, Paco Zambrana y Jesús
Distancia recorrida: 9 km
Desnivel acumulado: 460 m
Desayuno en el bar Trébol de Dúdar. Atención estupenda, con pan, aceite con ajos, jamón y tomate. No sé el precio porque Rafa tuvo el detalle de invitarnos por estar en su pueblo.
La comida de confraternización
los primeros miércoles de mes es una costumbre que no se debe perder. Enero
comenzó con unos que estaban fuera, luego marcharon otros, de modo que no se
había podido celebrar el primer miércoles de mes. Pensamos en hacerlo hoy, 22,
haciéndolo coincidir con la exploración de un tramo de senda que había abierto
el Ayuntamiento de Quéntar, por la cuesta del Azafrán o de los Machos, que era
un recorrido cortito, y con la degustación de una olla de San Antón, cuya
celebración fue la semana pasada y que en el restaurante Trébol de Dúdar la
ofrecían esta semana como plato especial.
Rafa Lozano es de Dúdar. Gracias
a sus buenos oficios José, el dueño del Trébol, nos ofreció desayuno antes de
las 9 que es su hora de apertura, y nos reservó olla de San Antón para la hora
del almuerzo.
La carretera de Dúdar a La Peza,
después de Quéntar, pasa por la puerta del merendero Los Prados. Ese fue el
sitio elegido para dejar los coches.
Partimos por un carril enfrente
del merendero, hacia el oeste, ascendiendo, para dejar ese carril por el
primero a la derecha, llaneando, hasta que, poco más adelante encontramos el
inicio de la recuperada senda por donde se ha trazado, además, el Camino
Mudéjar a Santiago.
Comienza la senda por la orilla
de un olivar y desciende a cruzar el barranco del Álamo, con su buen chorro de
agua. Este es el punto más conflictivo de la recuperada senda porque las zarzas
y la maleza cegarán la senda en cuanto pasen unos meses sin limpiarla. Como
contrapartida, caminar un trecho con el agua del barranco al lado, es una
delicia de la que pocas veces disfrutamos en estos entornos.
Del barranco sale la senda por la
cuesta del Azafrán o de los Machos remontando toda la ladera hasta la cresta de
Lomas Bermejas. Es la antigua senda de
Quéntar al Tocón, utilizada como camino de herradura antes de que se hiciese el
embalse de Quéntar y se abriese paso junto al río Aguas Blancas. La senda se
había perdido y ahora, desbrozada, ofrece una magnífica vía de acceso a Lomas
Bermejas.
En el tramo de la subida llevamos
a la izquierda, norte, el Cerro Negro cubierto por pino resinero de
repoblación. Si echamos la vista atrás, tenemos el cerro del Val, con sus tres
cumbrecillas, minado por trincheras de la Guerra Civil, y las simétricas plantaciones
de olivo en las parcelillas de la ladera entre el cerro del Val y el barranco
del Álamo.
La senda alcanza un colladillo en
la cresta de Lomas Bermejas y luego desciende al este, hacia el embalse de
Quéntar, a donde llega a la altura del cortijo del Ripio o del Muerto. Por aquí
se ha trazado el Camino Mudéjar a Santiago, evitando así subir a Puerto Blanco
desde el Tocón de Quéntar. Desde la cresta, al este, bajan los barrancos de
Matalluecas, del Pino y Gorrinera hasta el cauce del Aguas Blancas ahora
convertido en embalse.
Con un vendaval de cuidado
iniciamos la subida por Lomas Bermejas hacia Cerro Negro, aprovechando el
cortafuegos que recorre la loma. El pinar nos resguardaba del viento a ratos y
ponía una agradable nota de verdor al panorama. De vez en cuando hacíamos una
paradita porque el cortafuegos tiene cuestas muy pendientes, y en una de las
paraditas estuvimos elucubrando en hacer caminatas para cruzar los puertos de
Sierra Nevada entre las laderas norte y sur. Ojalá hagamos alguno de los
puertos, pero Antonio Muñoz sacó más de una decena de ellos. Imposible que esta
cuadrilla de viejos los haga.
Al llegar a la conjunción con un
remedo de carril lo tomamos a la izquierda, para ir al carril que sube del
cortijo de la Plata a Puerto Blanco. Allí nuevas señales del Camino Mozárabe,
en paralelepípedos de granito con el símbolo del camino de Santiago grabado. No
hay granito por estos andurriales. A saber de dónde han venido y cuánto han
costado.
En vez de tomar el carril al
cortijo de la Plata tomamos una senda bien marcada que va por encima hasta el
Toconcillo, una llanurilla abrigada bajo el tajo de las Grajas y la Cuerda de
los Pelaos, orientada al sur, con un buen manantial, cuya agua riega las
huertas del Toconcillo y se lleva a la balsa de la Comina. En el Toconcillo
tomamos un ligero Ángelus a base de bombones de Pili, pasas de Zambrana y
tortas de Fini, y digo ligero no porque no tuviéramos voluntad de comer, sino
porque nos esperaba la olla de San Antón en Dúdar.
Por el carril bajamos del
Toconcillo a la pista que, entre almendrales y olivares, pasando por la fuente
de los Morales o Fría, nos llevó al lugar donde habíamos comenzado la caminata.
En una mesa redonda que buscó
Usieto en el Trébol nos sentamos los diez comensales dispuestos a probar la
famosa y largo tiempo esperada olla de San Antón. Sacaron primero los
encurtidos de aceitunas, pepinillo, piparras y cebolla, luego el remojón que es
una ensalada de naranja, huevo duro y cebolla, después la olla propiamente
dicha, guiso de garbanzos, judías y habas con caldo, y terminamos con la
pringá, unas bandejas de morcilla, tocino y carne guisada. Nos comimos todo lo
que sacaron y aún pedimos un poco más de caldo para pasar la pringá.
Por si alguien se había quedado
con hambre aún pedimos dos raciones de queso, unos postres de arroz con leche,
tartas de queso y chocolate, con cafés y unas copitas de orujo.
Excelente menú. Todo riquísimo.
Salimos con la intención de volver, al Trébol y a Dúdar, porque Rafa Lozano nos
emplazó para el 12 de febrero a tomar chivo en su molino. Hablaremos de ello en
su momento.
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