jueves, 22 de febrero de 2024

MIÉRCOLES 21 DE FEBRERO DE 2024: ESCARIHUELA DE PANJUILA

 Participantes: Fini, Antonio Muñoz, Pili, Paco Ponferrada, Paco Zambrana, Lily, Carlos, Manolo, Paco Hernando, Antonio de Fornes, Antonio Usieto y Jesús

Distancia recorrida: 13,2 km

Desnivel acumulado: 720 m

Desayuno en el Puerta Nazarí de Órgiva. Buen pan, buen jamón, buen servicio hoy, a 3,3€. Un sitio conocido y recomendable.

Hemos hecho multitud de veces el recorrido de hoy y siempre hemos salido satisfechos. Por eso repetimos, porque es un recorrido precioso.

Comenzamos por atravesar Mecinilla, con uno de los caseríos más bonitos y típicos de la Alpujarra. Sus tinaos, sus flores, sus callecitas con mil vericuetos, la blancura de las casas, no de todas, porque a raíz de la lluvia de barro de hace dos años las deshabitadas están de color de tierra, son únicos y auténticos. Mecina e incluso Fondales no son tan bonitos.

La senda entre Mecina y Fondales, pasando entre las huertas, entre los muros que las protegen y les sirven de sujeción a veces, con las múltiples acequias que la atraviesan, empedrada como estaba, es deliciosa, recoleta y verde.

La llegada al Trevélez, anunciada previamente por el rugir de sus aguas en los cahorros, entre manantiales amarillos del azufre, sauces en flor y fresnos apuntando sus primeras hojuelas, con el viejo molino a la vera del puente, es simplemente preciosa.

Como preciosa es la senda por la vertiente izquierda del Trevélez, primero a lo largo del río y después trepando por esa sorprendente escarihuela de Medina, con sus innumerables zigzags. Además, la senda está cuidada, limpia.

El aljibe Campuzano siempre merece una visita, sobre todo por su antigüedad, como un tributo a los siglos que ha estado dando de beber a pastores, agricultores y arrieros.

El trayecto por la pista de cerro Corona que podría ser más tedioso está animado por las vistas sobre la ladera sur de Sierra Nevada y las manchas blancas de los pueblecillos: Pitres, Pórtugos, Mecina, Mecinilla, Fondales, Ferreirola, Atalbéitar y Bérchules, todos recostados en esa ladera suave, comparada con la casi vertical de la margen izquierda del Trevélez. Y hay que añadir el encinar y pinar que sombrean la pista.

En el cortijo Panjuila hemos saludado a la acequia Real de Almegíjar, en época de invierno sin agua, un ejemplo de trasvase de agua de una cuenca a otra, de la del Trevélez a la del Guadalfeo.

La vista desde los Baños de Panjuila al norte, al río Trevélez allá abajo y a su molino, es sobrecogedora por su verticalidad. Parece impensable que una sendilla pueda salvar esa pendiente de casi 90º, pero ahí está la escarihuela de Panjuila para demostrarlo, la más vertical de todas las escarihuelas, aunque muy descuidada. Este precioso y único legado del pasado bien merece una reparación para que lo disfruten las generaciones venideras. Inolvidable escarihuela.

El puente sobre el Trevélez es un enorme pedrusco, relleno de tierra y colonizado por la vegetación. Al lado, otro viejo molino que se ha convertido en nuestro restaurante cuando hacemos esta ruta.

Entre las paredes del molino nos hemos acomodado, unos al sol y los más a la sombra, para dar comienzo a esa celebración, a ese ritual, en el que se han convertido nuestros almuerzos. Chacinas varias y un lomo excelente por su calidad y presentación han sido los aperitivos, acompañados de frescas cervezas y un rosado de Cigales, también fresquito. Ensalada, ajetes con gambas, tortillas de patata y berenjena, y pastel de atún han constituido los primeros platos, y pollo oriental, filetes tiernos, carne con pisto, lomo con ajos y alguna cosa más los segundos platos, acompañados por vinos de Toro, de Rioja y de Campo de Borja. Tés variados, orujos y de postre galletas de barquillo y nata, crujientes tejas y chocolate negro.

La cuestecilla para salir desde el molino a la altura de Ferreirola nos ha costado un buen esfuerzo, entendible por la comida ingerida. En la fuente anterior a Ferreirola nos hemos sentado a charlar, el personal no estaba por la labor de caminar mucho, por eso, en la fuente-lavadero de Ferreirola, hemos decidido tomar la carretera a Mecina en vez de la senda a Fondales.

Ni en Ferreirola ni en Mecina hemos encontrado dónde tomar una cerveza, por eso hemos parado en el Puerta Nazarí, en la terraza. Ha hecho un día primaveral por el calor y por la ausencia de viento y de nubes, pero en la terraza, al final de la cerveza, se ha levantado un viento fresco que nos ha echado, quizá preludio de la bajada de temperaturas anunciada para el fin de semana

Un día fenomenal. Para terminarlo tuvimos mercadillo. Paco y Pili repartieron naranjas que Paco había cogido el sábado pasado. ¡GRACIAS!

 

 









































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