Participantes: Miguel de
Alhaurín, Pili, Lily, Lucía, Antonio de Fornes, Antonio Usieto, Manolo y Jesús.
Distancia recorrida: 16,5 km
Desnivel acumulado: 750 m
Desayuno en la gasolinera de Nerja, invitados por Miguel de Alhaurín para celebrar San Miguel. FELICIDADES MIGUEL.
Cada vez se nos hace más difícil
buscar rutas. ¡Las hemos repetido tantas veces! Manolo, en su afán por
recopilar vértices geodésicos, descubrió el de la Rávita de Torrox y preparó
una ruta desde Torrox. Hoy la hemos puesto en práctica.
Torrox tiene un gran aparcamiento
cerca de la carretera a Cómpeta. Allí había pensado Manolo aparcar sin contar
con que estos días son la feria de Torrox y ese aparcamiento precisamente
estaba ocupado con las atracciones de las ferias. Vedado ese aparcamiento hemos
entrado por la circunvalación al norte del pueblo hasta que hemos encontrado
sitio para aparcar.
Hemos comenzado la caminata por
esa circunvalación yendo al oeste para, en un punto, dejarla y tomar un carril
hormigonado al norte. Carril empinadísimo que nos ha puesto a sudar en cuanto
hemos entrado en él. El carril va por la cresta de la colina entre la carretera
de Cómpeta al oeste y el valle del río Torrox al este, y no da tregua, siempre
subiendo con tramos muy empinados.
El carril está continuamente
jalonado por casas, guardadas por perros más o menos gritones, almendros,
olivos y muchos aguacates. A lo largo del carril siempre hay gomas de riego y
cuadros de distribución de agua. El agua es un elemento crucial en la vida
torroxeña.
En un tramo cortito el carril
desciende para cruzarse con otro carril que viene desde la carretera, oeste, al
valle del río, este. El descenso dura muy poco y nuestro carril sigue al norte
con su tónica siempre ascendente con tramos muy empinados. Por esta zona ya se
ve el cerro de la Rávita allá arriba. Uf, ¡lo que nos queda por subir aún!
Seguimos entre las casas, algunas
enormes, para dejar este carril por otro a la derecha ya por la falda del cerro
de la Rávita. Ese carril termina y hay que hacer un corto trayecto monte a
través, ascendiendo, cómo no, hasta coronar el cerro de la Rávita con su
vértice geodésico. Sorprende que allá arriba, en la cima del cerro, queden los
restos de un buen cortijo.
Después de la sesión de fotos
dejamos la cima para bajar hacia el norte por un viejo viñedo y buen olivar.
Esta tierra de labor era el sostén y la razón de ser del cortijo de la Rávita.
Nos hemos dedicado a buscar racimos de uva en las añosas cepas. Y hemos
encontrado un montón. La sorpresa ha sido que no eran moscatel, sino de uva de
hollejo duro para vinificar. Hace más de 50 años, cuando se plantaron estas
viñas, ya se hizo con variedades para vino en vez de para pasas. Los olivos
estaban cargaditos de aceituna. Lástima que todas estuvieran picadas de la
mosca.
Por un carrilillo secundario
hemos salido a uno más principal que iba en dirección noreste, hacia el
comienzo del carril a la Fábrica de la Luz. En los alrededores de la carretera
Torrox-Cómpeta hemos parado un poquito, a la sombra, para descansar más que
para hacer el refrigerio del Ángelus, pues con la uva que habíamos tomado teníamos
poco apetito. Aun así, han salido unas almendras y unas pipas de calabaza.
En el puerto de la carretera
hemos tomado el carril que desciende hacia el río. Lo llevábamos de bajada,
porque la inclinación era tremenda. Ese carril continúa con otro paralelo al
cauce del río Torrox, entre olivares y aguacates, que va ya en dirección sur
hacia Torrox. Es el camino Viejo de Granada por el que hemos ido un buen trecho
hasta que Manolo ha encontrado otro que bajaba al río y empalmaba con otro al
sur, hacia Torrox.
La bajada al río, empinadísima,
intratable si no hubiera estado hormigonada. El objetivo del río era buscar una
sombra, a poder ser cerca del cauce, para almorzar. En un cañaveral con su
chorrito de agua hemos encontrado nuestro restaurante. Almuerzo muy tranquilo
pues teníamos el pueblo de Torrox ya cercano.
Hemos abierto boca con unas
cervecitas heladas y chacina variada, después unas gambitas deliciosas, una
tortilla, una ensalada con atún y aguacate, unos guisantes con jamón, un pastel
de atún, unas mollejas, un rico pollo con tomate casero, unos filetillos
tiernísimos… y quizá algo más que olvido. Quesos para terminar. Y para beber vinos
de Rioja, La Mancha, Ribera y Bierzo, terminando con té y orujo.
La charla se ha prolongado un
buen rato después del ágape. Nadie tenía ganas de levantar el campo, pero al
final hemos hecho de tripas corazón y hemos salido al sol y al carril para
continuar caminando hacia Torrox por encima de un enorme estanque. Hemos
entrado en el pueblo por la circunvalación y ahí cerquita estaban los coches.
Magnífico día, nublado en la mañana, soleado después, caluroso, aunque aliviado con la brisa del levante.
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